Federico Lara Peinado - Mitos sumerios y acadios (Págs. 1-496)

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10. Tal como hemos traducido, siguiendo a G. Furlani, el contenido de esta prueba es algo ingenuo. La categoría de Marduk estaba por encima de la contingencia de hacer desaparecer un simple vestido. Nosotros vemos aquí, sin embargo, la demostra­ ción de que Marduk era capaz de resucitar (hacer aparecer) no importa qué tipo de cosas o seres. 11. La prueba ha tenido pleno éxito, dado que Marduk había recibido todo tipo de poderes por parte de los dioses. 12. Podría tratarse de un vestido real (E. Ebeling y A. Heidel), de un hacha (S. Langdon), de una maza (E. Ebeling) o de una insignia real (R. Labat). Cetro ( hattu) , trono ( kussu) y vestido real (¿o maza, hacha o insignia?) (palu) eran los distintivos de la realeza. 13. Tiamat era el elemento femenino primordial, el océano de aguas saladas, con matices de fuerza caótica primigenia. 14. Para que desde allí Tiamat no pueda volver más a la vida. 15. Título dado a Marduk, por el cual será señor de los dioses. 16. Hay que entender que colocó una flecha en el arco, después de haber asegurado la cuerda del mismo. 17. Podría tratarse de una cimitarra o de una maza, el arma simbólica de Marduk. R. Labat traduce «harpe». 18. Era un arma usual, muy utilizada por los antiguos habitantes de Mesopotamia. También aparece como arma divina en las composiciones literarias. 19. Eran los vientos corrientes, creados por Anu para determinar los espacios superiores, coincidentes con los cuatro puntos cardinales. 20. El autor remarca, uno a uno, la dirección de los cuatro vientos. 21. Aparte de los cuatro vientos, a los que Marduk hace detener, utilizará otros siete vientos, creados por él, para luchar contra Tiamat. De hecho, el número de vientos creados ahora tiene un significado simbólico, ya que «siete» podía equivaler a «mu­ chos». Tampoco es una casualidad que se citen once vientos en total, pues también eran once los monstruos que había creado Tiamat para que la ayudaran en su lucha contra Anu. 22. Esta arma poderosa, la tormenta diluvial, está nombrada en el texto como abubu. Su significado es todavía difícil de precisar: tromba de agua, ciclón, etc. 23. Se va a describir un combate a la usanza asiria. El dios combate desde un carro y el resto de sus auxiliares van a pie. 24. Seguimos en este verso y en eí anterior a R. Labat. Tal autor sostiene que se trata de alegorías (combate, batalla y asalto) y no de una descripción de lo que podrían hacer los caballos que aquí aparecen. V

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