TEATRO focas del mundo y, de paso, conseguir los favores de alguna activista. The Wistler es “humor negro en estado puro”, una provocación que dura apenas unos minutos. La cinta de David Castro narra la sospechosa consecución de atropellos a personas invidentes en pasos de peatones, lo que revela a la policía que se enfrentan a un asesino en serie... o a un conductor poco avezado. Like Rabitts “es un corto de animación francés muy oscuro sobre la muerte que cuenta con una buena ejecución”, explica Egea sobre un trabajo que retoma las desventuras del hombre cabeza de pez, que prosigue su paseo melancólico en el parque de atracciones, dispersando sus burbujas de fatalidad. Eusebia ahonda en la España profunda, “un corto muy español, como el primer Almodóvar, cuando trabajaba con señoras mayores de pueblo que no son actrices”, señala el responsable del FIJR. En un ambiente rural, la protagonista pasa su tiempo libre con sus amigas y cosiendo muñecos de trapo. Tras una serie de acontecimientos descubre que es capaz de canalizar su agresividad de la forma más inesperada... Les voiles du partage es un corto de animación muy duro que gira en torno a la mafia. En contraste, Incómodo, de Toni López Bautista, está protagonizado por un superhéroe muy particular “que detecta las infidelidades de los amigos”, comenta Egea sin apenas poder contener la risa. Y este personaje, capaz de sembrar la inquietud a su paso, será testigo de la boda de Amparo y Luis. Claro, el infiel se preguntará porqué no tiene un amigo que sea un superhéroe normal que se limite a volar y tener rayos X en los ojos... La Bifle, de Jean-Baptiste Saurel, tiene todos los tópicos frikis imaginables y mezcla artes marciales, un videoclub,
toques de Tarantino y un final bastante provocador y gore con algo de sexo. Por último, Oh Sheep, de Gottfried Mentormuy, cuenta en apenas seis minutos, “y de forma muy bestia”, la historia de dos pastores que tienen el ganado separado por una valla e intentan escamotearse las ovejas. Una tragicomedia que recuerda que somos todos de un mismo rebaño. “Es difícil enmarcar el género friki, lo más fácil es el subgénero de zombies, pero trabajamos en una línea de irreverencia y de provocación, siempre metemos lo más bestia en esta sección, con lo que siempre habrá muertos vivientes, humor negro y humor irreverente con un punto sucio”, destaca Egea sobre una noche que tiene también como protagonistas a los espectadores, que acuden en su mayoría disfrazados de los motivos más insospechados. El año pasado, el ganador del concurso al mejor disfraz que se lleva una tablet de última generaciónfue un espectador que se presentó con unas simples orejas de alce y unas gafas coloreadas para el 3D. “El disfraz no era nada especial, pero lo premiamos porque el espectador era un personaje muy curioso”, cuenta. Y ayer, en el hall del Teatro Isabel la Católica,
convivieron los inevitables zombies con un espectador disfrazado de Elvis Presley, en una especie de anticipo del carnaval. “Es interpretación libre, solemos tener muchos superhéroes”, comenta Egea. “Hay gente que huye del término friki, pero hay que tener personalidad para ser diferente, lo despectivo del término creo que ya está superado”, concluye
FREAKUS - URBAN / Noviembre 2013 - No.1 45