My dilemma is you siempre contigo (serie my dilemma is you 3) cristina chiperi

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—Sí, si te apetece ir. —¿Por qué no debería apetecerme? —Tay me ha dicho que no te gusta la fiesta de fin de curso, así que no esperaba que me invitaras a ir contigo. Creía que me dirías que no, como hiciste con Susan, y que… —empiezo a decir, pero me interrumpen tanto Cameron como su móvil, que suena con el habitual timbre irritante. —No, tú no eres Susan —replica antes de responder al teléfono. Nos paramos delante de su taquilla y espero a que ordene los libros y acabe de hablar por teléfono. Mientras observo la expresión concentrada de su cara no puedo evitar sentirme fascinada por sus facciones perfectas y por sus labios suaves, que se mueven casi al ralentí al hablar. La conversación dura más de cinco minutos, durante los cuales no dejo de escrutarlo en silencio tratando de averiguar el tema de la llamada. Las únicas palabras que repite son «¿Qué?», «¿Estás seguro?», «¿En serio?», «No», «No me lo puedo creer». Espero con todas mis fuerzas que sea una buena noticia, pero su cara delata que no lo es. Cuando cuelga da un violento puñetazo a la taquilla y la cierra con fuerza, sobresaltándome. —¿Qué pasa? —pregunto. Inspira hondo y vuelve a abrir la taquilla para sacar el móvil. Su mano tiembla mientras busca algo con urgencia. La cubro con la mía para calmarlo. Inspira de nuevo hondo, baja la mirada y cierra los ojos tratando de tranquilizarse. —Cam —musito, pero callo al ver que aparta la mano y cierra otra vez la taquilla. —No te preocupes, todo va bien —me dice volviéndose y encaminándose hacia la clase. —No —respondo enseguida agarrándole el brazo para que se pare. No tengo la menor intención de quedarme al margen ni, sobre todo, de pasar el día imaginando lo que puede haber ocurrido—. Dime qué sucede —exijo con tono serio. —Nada —insiste. —Para ya, Cameron. Las cosas están demasiado bien entre nosotros para estropearlas de nuevo de esta manera. Decidimos volver a empezar y hacer todo lo posible para que nuestra relación durase. Sabes de sobra que sin lealtad no se va a ninguna parte. —Estaban demasiado bien… precisamente —masculla en voz baja dejándome aún más intrigada—. Tengo que hablar de algo importante con una persona. Página 173 de 212 Visitanos en Librosonlineparaleer.com


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