Cr รณn ica s de Pa nd em ia
¿QUÉ MATO AL AMOR?
Ireth Anarión Ancalimë
Lunes 9 de Marzo: Daniela venía cansada después de estar de pie entre ocho y nueve horas en su trabajo. Llegó a casa con el pan, lavó la loza del desayuno que no alcanzó a lavar, y sacudió el mantel. Barrió de manera rápida y se puso a preparar once y cocinar para el día que seguía. El día anterior había estado lleno de colores y sororidad. Se sentía como en la pausa de un sueño mientras la tetera hervía. Marcos llegaba de su trabajo una hora más tarde que ella, se sentó en la mesa y encendió la televisión: - ¿Cómo estuvo tu día?-le preguntó la mujer. -Bien-le dijo con la mirada perdida viendo la pantalla y comiendo de lo que la chica preparó.
-El día estuvo intenso, hicimos muchas cosas-ella se lanzó a contarle sus aventuras del trabajo, parecía que él ponía atención a veces, cuando le sonreía sin dejar de mirar la tele, o revisando Twitter en su celular. Terminaron de comer en silencio. Daniela lavó la loza mientras el chico sacó hojas del antejardín. El otoño estaba a la vuelta de la esquina. Martes 10 de Marzo, ella venía cansada de trabajar, se sentía agotada por otro día intenso pero como siempre, llegó con el pan, lavó lo de la mañana y de su almuerzo: cocinó y preparó once. Aprovechó de mantener el aseo de la cocina y de echar ropa a la lavadora. La rutina de la once se repetía. Él revisó unas herramientas en su cuarto. Comieron en silencio.
Miércoles 11 de Marzo: A Daniela le duelen los tobillos a estas alturas de la semana, pero la casa ya se está notando sucia: barrió, trapeó, cocinó y preparó la once, el pan estaba en su lugar, como todos los días. Él recogió la ropa y revisó si había algo más que lavar, después de entrar el auto por la parte trasera del patio de aquella casa esquina. -Hola, ¿Cómo estuvo tu día?-lo saludó con un beso efusivo-¿Sientes el olor a limpio?invadió con preguntas a una mente que sólo deseaba apagarse a esa hora.
Jueves 12 de Marzo: El dolor se expande hasta las rodillas, pero el pan había llegado a casa, preparó once y revisó que había de almuerzo al día siguiente en su trabajo. Decidió no mantener el aseo ni cocinar, se quería relajar, el dolor era mucho. Pero antes, revisó si ya había ropa para lavar de nuevo. Viernes 13 de Marzo: Siente que el cansancio ya pasó la cuenta: no quiere hacer nada pero la ropa está ahí, así que la recogió con dificultad y dolor. -¿Aló? -Amor, ¿Puedes traer el pan tú? Llegué con mucho dolor
-¿No pasaste? -Te digo que me duele…-se escucha un resoplido de desagrado- Ya, yo paso a buscar pan. Marcos llegó con lo acordado y unos pasteles. La chica tenía todo preparado para que la once estuviera lista cuando él llegara a casa. Luego de un saludo efusivo y felicidad por lo dulce para la once. Comen en silencio. Sábado 14 de Marzo: Es temprano en la mañana y Daniela tenía el cuerpo rígido de cansancio, no quería levantarse por lo mismo. Se quedó mirando a su pareja que aún dormía, y volvió a cerrar los ojos. Marcos despertó, quería tener sexo. Ella no podía ni abrir
los ojos de cansada. Su semana estuvo agotadora en el trabajo. Todos estaban asustados por el primer caso de COVID-19, pero el sistema educacional debía funcionar igual, no sólo educaban, eran las nanas con título de Chile. Aquel juego matutino empezó suave y se tomaron todo el tiempo del mundo. Dentro de todo, el chico comprendía que el cuerpo de la mujer con la que compartía, no estaba en las mejores condiciones. Además, había estado distante por las preocupaciones de la empresa en la que trabajaba, la cual, se veía amenazada de cerrar con la inminente cuarentena en la ciudad. Y él,
como segundo al mando, y accionista del lugar no dejaba de pensar qué iba a pasar. La situación lo tenía estresado. El juego siguió, y las manos dieron paso a la boca, a tocar todo ese cuerpo caliente que ella deseaba. Daniela, por unos minutos, olvidó sus dolores y se entregó al placer esa mañana de sábado. La excitación subió hasta que ambos se rasguñaban y apretaban. Marcos la penetró con ganas, con deseo, gimiendo en su oído. Haciéndola retorcerse de lo bien que se sentía. Terminaron cansados. Ella se acurrucó en su pecho. -¿Y si nos quedamos acostados todo el día? -Nos tenemos que levantar, yo debo viajar a ver a mi madre...
-Pucha, es que estoy cansada…-lo miró haciendo un puchero -¿De qué te cansas si no haces nada?-él la miró molesto de que no la acompañara a ver su familia. La cara de Daniela se puso roja de la indign ción, todos los sábados hacía aseo en profundidad para mantener en la semana, con dolor, con el esfuerzo que le requería. Él sólo sacaba hojas, cortaba el pasto, a veces se encargaba del proceso de la ropa (lavar, tender, recoger, guardar), mientras que ella en ese mismo tiempo había barrido, trapeado, sacudido, limpiado el baño y cocina, y “no hace nada”... ¿Qué mierda tenía ese hombre en la cabeza?, ¿Por qué se había enamorado de un hombre criado entre hombres donde la única mujer en casa era invisibilizada? Daniela suspiró miemtras él se iba al baño.
La camioneta estaba cargada, Marcos se iba a almorzar con su familia y volvería al día siguiente a la ciudad. A continuar su rutina, esa que le estaba pasando la cuenta. Daniela estaba cansada del trabajo, de su salud que jugaba chueco y de cómo estaban enfrentando dos años y medio de convivencia en una relación que tenía diez años. Escuchó música mientras se dedicó a realizar la limpieza. No quería seguir pensando qué hacía ahí. No lo podía aceptar. Este era su amor definitivo, el amor de la vida y para toda la vida. Domingo 15 de Marzo: Despertó sola y encendió la televisión, y antes de pasar de largo y cambiar canal, se encontró con la sorpresa de que había suspensión de clases por causa del virus.
-Esto no me lo esperaba…-se llevó las manos a la boca. Tomó su celular y revisó el Twitter. Se hizo desayuno y se lo llevó a la cama-Me lo merezco-dijo mirando triunfante su café con tostadas. El Whasapp de su trabajo estaba en llamas. Mientras leía los mensajes, Marcos la llamó. -¿Aló? -Marcos…¿Qué pasó? -¿Viste las noticias? -Si, suspensión de clases…posible cuarentena.
-Es que te llamo porque si declaran de aquí a un rato, quedaré varado en el pueblo, no se que tan fácil sea salir-ella miró el suelo. -Bueno, en todo caso, tenemos de todo aquí en casa. No te preocupes. -Aaa, ya, que bueno saberlo, me quedo tranquilo. -Si amor, hablamos entonces.
-Yap, hablamos -Te amo -También- le respondió escuetamente. Semana 1: La cuarentena no fue declarada. Pero los viajes no podían hacerse con tanta facilidad. Marcos tuvo que pasar aquellas semanas de encierro con su compañera. Ella no
podía salir. Daniela estaba autorizada a hacer teletrabajo y no realizar turnos éticos por razones de salud. Él ni avisó que vivía con una paciente de riesgo y salía todos los días a trabajar. Cuando algunas ciudades comenzaron a entrar en aislamiento, él tenía los salvoconductos auspiciados por la empresa para seguir funcionando. -¿Es necesario desinfectarme?- le decía con tono burlesco -Si no quieres matarme, si. -No seas exagerada, lo tuyo no es nada…Daniela lo miró con rabia. -Mi médico no pensó lo mismo cuando me extendió el certificado- le dijo en medio de guantes, mascarillas y toallas- pasa al baño y
dúchate, te dejaré la ropa ahí- se fue a lavar las manos después de botar todo. Semana 3: Los días de cuarentena preventiva para Daniela no fueron fáciles. Aprovechando que ella estaba en casa, Marcos iba a almorzar allá todos los días. Seguía levantándose a las seis y media de la mañana, pero no para llegar a la hora al trabajo, era para poder cumplir con todo: hacer el desayuno, cocinar o adelantar el almuerzo, y a las ocho y treinta, estar lista y conectada y a disposición del servicio educacional: reuniones, planificaciones, evaluaciones. Clases online. Capacitaciones. Como si estar en casa, no significara nada. Como si estar en casa, impedía hacer los quehaceres. Marcos llegaba puntual a almorzar, ella no podía atrasarse, porque eso significaba que él no almorzaría y perdería el viaje. Ya les pasó la primera semana.
-¿Cómo no me avisaste que el almuerzo se atrasó? -Es que la reunión no terminaba nunca…-Daniela se encogió de hombros mientras picaba la lechuga que había sacado minutos antes del refrigerador. Los tallarines con vienesas, salvadores, y la lechuga helada. Marcos comió rápido y se fue. Tenía una reunión pasadas las cuatro. No co versaron mucho, se dedicaron a ver las noticias y a rebatir la información que entregaba la televisión, versus lo que se enteraban por otros medios tanto informal como formal.
Semana 6: Los días pasaron, Daniela fue capaz de sortear la nueva forma de trabajar y poder cumplir con Marcos: en lo hogareño, en lo sexual. En todo lo que pudiese ser y no ser. Jamás la gritó, jamás le dijo un garabato, menos la golpeó. Pero el no decir nada y tener una actitud distante, la estaba matando lentamente. En medio de una Crisis Sanitaria, ella veía una crisis inminente entre ambos. -Amor, ¿Cómo estuvo tu día? -Bien…-Le dijo encendiendo la televisión antes de tomar once.
Una vez más, comieron en silencio. El chico se puso de pie al terminar y se sentó en el sillón, en frente de la cajita idiota. Daniela le siguió los pasos. Sacó dos cervezas del refrigerador antes de acurrucarse a él, que la miró sin ganas. -Te extrañé esta semana amor, llegaste tarde anoche, ni te escuché. -Es que te duermes con las gallinas-ella le sonrió. Y lo besó. Marcos respondió a ese beso. Daniela quiso seguir y mordió una oreja. Él se quejó sutilmente. Ella se subió sobre él, pero percibió como él se sentía incómodo por la situación.
-Amor, ¿Qué pasa? -el hombre que ella amaba y del cual estaba enamorada no dejaba de mirar la pantalla. -Nada. -No me digas que nada, te conozco y llevas semanas pisándote la cara, y con Pandemia y restricciones, estás peor- le dio un beso que él respondió de manera fría.
-Te estoy engañando, llevo varias semanas saliendo con una compañera a cargo de las faenas del norte. Y no sé como decirte que te vayas de aquí.
Concepción, Chile. 2020 Fotografías dioramas Pía Aldana Carrasco