Disifredo Garita: Traspasando el umbral

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Contextualización: Garita en el arte costarricense Nació Disifredo Garita en una etapa importante para el arte costarricense. Tomás Povedano acababa de dejar su cargo como director de la Escuela Nacional de Bellas Artes y, habiéndola dejado consolidada, esta se convierte en Escuela de Artes Plásticas, asumida por la Universidad de Costa Rica. En esa coyuntura, Teodorico Quirós la moderniza y realiza un nuevo plan de estudios, introduce materias, noveles profesores y métodos de enseñanza más abiertos. Para cuando el niño entra a la escuela, la plástica costarricense es marcada por tres hechos importantes. El primero, consistió en la fundación, por parte de Olga Espinach y otros personajes, de la Casa del Artista. El segundo es la remodelación de dos salas en el Museo Nacional para acoger exposiciones temporales de arte y, por último, algunos artistas incursionan en nuevas corrientes ligadas al abstraccionismo, que van a permear, poco a poco, el ambiente plástico. En la década de 1960, el nacimiento del Grupo 8, aunado al apoyo que el Estado aporta a los artistas con la creación de los Premios Nacionales en 1961 primero, y de la Dirección General de Artes y Letras en 1963, además de la labor del coleccionismo público organizado mediante varias instituciones, genera un cambio necesario en la plástica nacional para su inserción en las corrientes de vanguardia, siendo el advenimiento de la abstracción lo más significativo. En esta década, además, proliferaron los certámenes y las exposiciones internacionales. Ya para 1963, el joven artista realiza una exposición en el Centro Cultural Costarricense-Norteamericano en Limón y, en 1966, en la sede de San José. A su vez, le es concedida una beca junto a los otros integrantes del Grupo TOTEM

Retrato de Disifredo Garita, fotografía, S.f. Colección particular.

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(Carlos Barboza, Adrián Valenciano, Gerardo González, Antonio Arroyo, Ricardo Morales y Rafa Fernández) para hacer una gira cultural por los Estados Unidos. Al terminar la década, Garita es invitado a exponer en la Dirección de Artes y Letras; su obra muestra síntesis en el paisaje y los personajes que lo pueblan, algunos, como Ricardo Ulloa, lo catalogan de surrealista. La prensa da fe de que la exposición de este pintor ha sido una revelación. Posteriormente, se le concede una beca del Organismo de Promoción Internacional de Cultura –OPIC–, para viajar a México a estudiar restauración y conservación en el Centro Nacional de Conservación de Obras Artísticas del Instituto de Bellas Artes, y se convierte, aparentemente, en el primer restaurador y conservador de pintura titulado de Costa Rica y, a su vez, el primero que certifica sus obras al colocarles una tarjeta atrás de estas. Las revueltas de mayo del 68, en Francia, provocan una gran efervescencia ideológica que impregna a estudiantes, artistas y grandes sectores obreros en varias partes del mundo. En ese contexto, y cuando está a punto de reventar el conflicto estudiantil de Tlatelolco, llega el joven Garita a estudiar a México. Las terceras vanguardias se abren camino en el país pero, también, se acentúa la pugna entre dos corrientes plásticas: lo figurativo y lo no-figurativo. En 1971, en la llamada I Bienal Centroamericana que se llevó a cabo en la recién inaugurada Biblioteca Nacional, el jurado internacional que la integraba declaró desierto el premio que correspondía a Costa Rica. Ese hecho creó mucho malestar y desconcierto entre los artistas, sobretodo los abstractos, pero, a su vez, a partir de entonces, se acentúa una corriente neofigurativa. En la década de 1970, un hecho externo ‒la guerra en Nicaragua‒ repercutió directamente en nuestro país, dado que un sector de la población, al igual que algunos

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artistas, se involucraron ideológicamente con el conflicto; sin embargo, este se ve reflejado de una manera muy tangencial en la temática de ese momento. La creación del Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes, junto con el Salón Anual de Artes Plásticas, convocado por primera vez en 1972, por ese Ministerio y el impulso que el Estado da al arte público, son los acontecimientos oficiales relevantes que contribuirán al arte de la época; asimismo, la labor de los artistas, secundada en el nivel privado por el periódico La Nación, que establece –a partir de 1973– los premios Áncora y una amplia sala de exposiciones en el centro de la ciudad. En esta etapa, no podemos pasar por alto la creación, en 1974, del Departamento de Artes Plásticas de la Universidad Nacional, en Heredia –que se convierte, posteriormente, en una Escuela de Artes Plásticas–, así como el proyecto Centro Regional para el Desarrollo de Artes Gráficas -Creagraf- que la Organización de Estados Americanos (OEA) organizó e impulsó, en 1976, en la Universidad de Costa Rica y que incide en el auge de las artes gráficas. Para concluir esta década memorable en las artes costarricenses, en 1977 y 1978 se aprueba la ley de creación y se inaugura el Museo de Arte Costarricense (MAC). La estadía en México va a ser un giro decisivo en la pintura de Garita, no sólo con respecto a su temática sino en el oficio que como pintor adquiere. Cuando regresa, a principios de los años setenta, se encuentra con un panorama artístico revitalizado y expone en varias galerías: la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Costa Rica, el Centro Cultural Costarricense-Norteamericano en San José, en la Dirección de Artes y Letras y, posteriormente, en 1979, realiza una retrospectiva en la Galería Julián Marchena. Inclusive, en 1977 es invitado a participar en la sección internacional de la prestigiosa exposición Nuevos Nombres de la Plástica del Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá. En esta etapa posterior al viaje de estudios

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en México, ha modificado ya su estilo, su temática y, posiblemente, a raíz de sus estudios de conservación, también cambia la manera de trabajar el óleo. Este viaje, definitivamente, va a ser su point de rupture o punto de inflexión en su carrera como pintor. El fenómeno artístico de los años ochenta, en Costa Rica, se explica si tomamos en cuenta las dos décadas anteriores y que, a su vez, estos acontecimientos fueron la repercusión de lo que sucedía en el arte en el nivel internacional. Uno de los eventos de más relevancia, para el público y los artistas, fue la inauguración del complejo del Banco Central, que consta de un Museo de Oro Precolombino, un Museo de Numismática y amplias salas de exposición. Aunque, posteriormente, no tuvo los resultados esperados, la Ley de Protección a las Artes Plásticas –que se promulgó en 1982– fue, en esta época, un estímulo para los creadores. Es interesante y decisivo para las artes, la polémica que cuestiona el primer premio concedido a una obra elaborada en chatarra, de José Sancho, en el Salón de Escultura Juan Rafael Chacón ‒convocado por el Museo de Arte Costarricense en 1983–. Como parte del aporte estatal a las artes en este período surgen dos galerías pertenecientes al Museo de Arte Costarricense, una de ellas, la Galería Nacional de Arte Contemporáneo, inaugurada en 1984; la otra Galería, la Enrique Echandi, se instaló en lo que era la morada de este pintor; estuvo a cargo de la Dirección General de Artes y Letras y pasó, en 1987, a ser administrada por el Teatro Nacional, lo mismo que la Sala Joaquín García Monge, hoy, lamentablemente cerradas las tres. En este período, varios artistas empiezan a mostrar, de manera todavía tímida, obras conceptuales. El aporte privado es también importante en este período, la Corporación Lachner & Sáenz comienza a adquirir sistemáticamente obras de artistas jóvenes y, finalmente, establece una Bienal en 1984.

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Para ese entonces, ya Disifredo Garita ha roto los moldes y hace un arte muy diferente. El universo onírico de Garita de ninguna forma es un trastorno de su conciencia que confunde con la realidad, sino que es un mundo quimérico. A su vez, se podría decir que su obra se contrapone a la pintura en la que predomina lo violento y lo grotesco, tan en boga en esa época. La década de los años noventa marca la apertura, en 1993, del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo que, de alguna manera, contribuye a lanzar el arte costarricense hacia el postmodernismo. En ese mismo sentido, el estímulo de la empresa privada va a seguir siendo importante en el contexto artístico nacional como lo fue la “Bienal de Escultura”, organizada por la Cervecería Costa Rica desde 1994 y que, lamentablemente, cerró su fase seis años después. Tampoco podemos dejar de nombrar la función que tuvieron algunas galerías de arte y dealers o marchands que, con una visión contemporánea irrumpen en este período dinamizando el movimiento plástico en el país. Aunque en este ciclo se consolida el arte conceptual en Costa Rica y, a su vez, la fotografía, el audiovisual, las instalaciones y el ensamblaje como lenguajes artísticos, se puede señalar, sin embargo, que, en nuestro ambiente, los medios convencionales de expresión plástica son los que prevalecieron. La obra de Disifredo Garita no calzó en las corrientes de la plástica costarricense de la época y tal vez, por esa razón, esta no se ha sabido valorar. Su pintura está muy ligada a lo que él llamaba la realidad costarricense, asimismo al mundo mágico, a las cosas fantásticas, tal vez más cercana a los movimientos literarios como lo Real Maravilloso que Alejo Carpentier incorpora en la introducción de El reino de este mundo. En 1997, después de varios años de no exponer y de vivir aislado en La Esperanza de Batán y, posteriormente, en San José –en lo que él llamaba un período de mediatación y en el que, además, se dedicó a estudiar alquimia–, Disifredo Garita traspasa el umbral. 7


Inicios 1963- 1969 Olga Espinach comentaba que una vez llegó, a su estudio, un muchacho con un rollo de esperanzas debajo del brazo. Era un jovencito delgado, quien muy decidido me mostró lo que quería que contemplara, eran sus óleos hechos sobre gangoche preparado por él, de un colorido vibrante, espléndido. Algo nacía… lo envié a la Dirección de Artes y Letras y allí nació Garita para el público1.

Desde que Disifredo Garita mostró sus primeras obras, estas se caracterizaron por la utilización de textura con mucho pigmento, color intenso en donde primaban dos o tres colores primarios y una línea de contorno muy marcada. “Dentro de la promoción de pintores de veinte años, Garita se destaca por su fuerza telúrica y su sensibilidad de colorista”2. En esta época, utilizaba elementos bastante geométricos que, poco a poco, se fueron convirtiendo en formas más orgánicas. Casi desde el inicio muestra una temática que gira alrededor de la mujer; estas figuras abarcan casi todo el espacio paisajístico con la flora, la fauna y el elemento agua en su entorno. Sin embargo, una de las características principales, es su relación con lo autóctono; se muestra no sólo en las tareas cotidianas, sino en el colorido y detalles de los vestidos cuyos diseños asemejan flores o guardas de vasijas precolombinas, como lo hace en la obra la anunciación (sic). A su vez, Ulloa Barrenechea, señala en su libro que los elementos decorativos “tan presentes en los diseños geométricos de los trajes, iluminan las figuras con un sello telúrico indigenista” 3. Disifredo considera que la tradición de un pueblo debe reflejarse en la obra y con respecto a su temática comenta en una entrevista: “No soy paisajista ni realista porque mi temperamento no me permite ser tan respetuoso. Tomo elementos de lo que veo y los hago míos” 4.

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Disifredo Garita, Recogiendo Caraos (detalle), óleo sobre yute, 58 x 50.50 cm, hacia 1967. Colección particular.


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En una exposición realizada en Artes y Letras, en 1965, el crítico Ricardo Ulloa asocia la obra del joven pintor a Van Gogh y Gauguin, pero Disifredo responde: “Su asociación de mi obra con Gauguin es justificada, las mujeres indígenas se parecen. Pero mi técnica, mi estilo y mi manera de tratar el tema, son muy míos” 5. En todo caso, el pintor declara que en Guanacaste, en donde vivió muchos años, “existen Gauguin vivos y es allí donde comencé a pintar, siguiendo mis propias intuiciones”6. Hay varias pinturas del período que refuerzan lo dicho por el artista, como los son lavanderas (sic) o una obra en la que muestra algunas mujeres recogiendo caraos a la vera del camino y que más parece el antecedente de figura y gato (sic). En 1963, el joven artista realiza una exposición de dibujo y pintura en el Centro Cultural CostarricenseNorteamericano en Limón y fue inaugurada con una presentación musical de los Hermanos Lambert –Grandes del Bon–. Los comentarios de esta muestra fueron muy elogiosos. En el afiche, que posiblemente realizó el mismo pintor, él se muestra como un felino en posición de acecho, listo para atacar. Esta posición la repetirá en obras de la época y será la primera referencia pictórica de un animal salvaje en la obra de Garita. Después, este tema se va a repetir a todo lo largo de los años sesenta y setenta.

Disifredo Garita, Mujer que se siente observada por los monos, óleo, 93.50 x 133 cm, 1967. Colección particular.

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En ese mismo Centro pero en la sede de San José, realiza dos muestras, una un año después y la otra dos años después. Estas exposiciones se realizaban en lo que se llamaba el Anexo del Centro Cultural. En octubre de 1966, vuelve a ser invitado a exponer –en este sitio– 18 de sus pinturas, antes de su gira cultural a los Estados Unidos de Norteamérica. Unos días antes de la exposición, la periodista Marjorie Ross manifiesta, en la sección Azulejos, que ésta será una buena ocasión para poder criticar la obra de Garita con suficientes elementos de juicio, sobretodo después de la frustrada exposición en la Galería Praxis de Nicaragua7. Dicha exposición no se llevó a cabo por un malentendido de fechas. La Revista Artes y Letras, en la sección de Crítica Trimestral comenta la exposición, 27 óleos de Disifredo Garita, del mes de mayo de 1966, realizada en la Dirección de Artes y Letras, e indica que el pintor tiene un buen sentido de composición, un colorido armonioso y equilibrado ya que utiliza colores complementarios y amortigua con grises los colores puros. Aunque el texto no está firmado, es obvio que fue escrito por alguien que conoce a fondo los secretos de la pintura. Participa en los Juegos Florales Enrique A. Echandi del año 1966 y obtiene, al igual que Rafa Fernández, una mención honorífica en pintura. El año siguiente va a ser muy intenso en actividades plásticas para Garita; en los primeros meses vuelve de la gira cultural por los Estados Unidos que fue auspiciada por el Departamento de Estado de aquel país y a la que asistió con algunos pintores costarricenses de su generación. En el mes de mayo, la Dirección de Artes y Letras promueve una exposición colectiva en el Liceo Martí, de Puntarenas. Asimismo, con motivo del centenario de la ciudad de Limón fue invitado a exponer otra vez sus obras en setiembre de 1967. Entre las pinturas presentadas, hay una que se destaca porque el personaje femenino, con ropas de diseños geométricos precolombinos, que se asemejan a los que utilizan las mujeres Ngöbe, abraza a una especie 11


de perro casi de su tamaño. Sin embargo, debemos anotar que, aunque en un formato más grande, una temática muy parecida fue la utilizada por él en los murales que pintó en el Colegio La Salle ese mismo año. Esta propuesta la retoma en 1968, en una témpera sobre papel a tres colores primarios completamente planos. Este tópico, sólo vuelve a aparecer en algunas obras de los años noventa con las variaciones estilísticas de este período. La Dirección de Artes y Letras auspicia una muestra en el mes de julio de 1967, del Grupo TOTEM, en la que participa Disifredo Garita. Asimismo, en agosto, realiza una exposición individual en la Galería del Ministerio de Educación, auspiciada también por la Dirección de Artes y Letras. En la pintura muchacha que se siente observada por monos (sic), el artista utiliza una composición menos abigarrada que en otras pinturas de esta misma muestra, ya que contrapone las dos figuras principales, mono y mujer y las rodea de follaje, frutos y pájaros de color intenso. Como señalamos anteriormente, las obras de este período se caracterizan por la utilización de mucha textura y de colores primarios que matiza con otros más neutros como grises y negros. Olga Espinach, a su vez, comenta acerca de la exposición y manifiesta que la violenta forma de utilizar el color le da un gran encanto a las obras de Disifredo; sin embargo, expresa su molestia por el uso del collage en algunas de las obras del artista en esta exposición. Empero, yo creo que el uso de esta técnica en pinturas como la jaula o el engaño (sic), fue un gran acierto y estaba acorde con ese interés de búsqueda constante que se planteaba el autor. En el caso de la pintura la jaula (sic), no sólo utiliza collage, sino que este se vale de telas estampadas o de rayas que dispone al lado de la pintura al óleo en un solo plano pictórico. Lo que le da un poco de profundidad son unas varillas de madera simulando barrotes que adosó encima de la pintura e incrustó en el marco para recrear una jaula. Al haber sido elaborado sobre madera, 12


el soporte rígido ha conservado la gruesa capa de pintura. El tema es fuerte, hombres y bestias se funden en el espacio pictórico y no sabemos, a ciencia cierta, si ellos están enjaulados, o somos nosotros los que vemos hacia afuera a través de los barrotes. Realizada sobre una tela que adosó a una tabla, el engaño (sic), es una obra muy interesante también; en ella mezcla varias capas de información. Por un lado, el nombre de la pintura es sugestivo, por otro, la obra tiene una doble faceta, pareciera ser una Caperucita –en este caso una indígena con un vestido parecido a los Ngöbe– que va por el bosque y es acechada por las bestias y finalmente es engañada por el lobo; pero, a su vez, el cuadro tiene una connotación política que no es evidente, ya que el artista la enmascara en los collage de recortes de revistas y periódicos de la época. Es indudable el interés por la política y su relación con el título de la obra, ¿serán la Guerra de Vietnam o la reunión de jefes de Estado de América Latina en Punta del Este; un engaño? El Museo de Arte Costarricense posee la obra Figura y gatos, que es posible que no se llamara así originalmente, ya que en los folletos de exposición de 1967 no aparece ninguna que tenga ese título, pero sí una llamada la muchacha y el gato (sic). Las dos figuras, animal y humano, toman una pose como de acecho, la misma que utilizó Garita para retratarse como felino en el afiche de 1963 y, a su vez, la que utiliza para ilustrar otro afiche de poesía Vélica (sic) – védica– y el cual no tiene fecha cierta, pero sí su firma. Le gustaba la libertad, por eso en su obra está tan presente la figura del felino, como símbolo de todo lo que este animal representa. Podríamos plantear que tal vez Garita actúa bajo el disfraz o escudo de un animal, lo que le permite circunscribir sus fantasías en un ámbito extravagante que lo protege y, también lo libera. De la exposición de 1965, Manuel de la Cruz González comenta que, en el contexto de pintores jóvenes de Costa Rica de ese momento, Garita se destaca por su fuerza telúrica y su sensibilidad de colorista. “Es casi primitivo. Su 13


Disifredo Garita, Figura y gato, óleo, 97.50 x 98 cm, 1967. Colección Museo de Arte Costarricense.

color empleado en gruesos empastes y casi tan puro como sale del tubo, es audaz y bravío a la manera fauvista” 8. Años después, en los setenta, este mismo artista explica que la obra de Garita, aunque ha cambiado mucho, no ha perdido los atributos de primitivo. Es interesante que Ricardo Ulloa lo cataloga, en esta etapa, como surrealista; sin embargo el pintor arguye: “Yo puedo tener dentro de mis cuadros relaciones con el surrealismo, pero es más de actitud que de elementos” 9. Vemos que, aunque algunos lo sitúan como un primitivo, un fauvista o un surrealista, lo cierto es que fue el artista costarricense más sui géneris de esa época y no puede ser encajado en ninguna vanguardia; insertarlo en una convención es plantear la antítesis de lo que él era. En una entrevista que le hicieran al morir Disifredo, el pintor Jorge Corea afirma que “Garita fue un pintor importante en la plástica del país por haber sido representante básico de la generación de los 60 e inicios de los 70” 10. 14


México, punto de inflexión conceptual y técnico La estadía en México va a ser un giro decisivo en su pintura, no sólo con respecto a su temática sino en el oficio que adquiere como pintor, sobre todo si tomamos en cuenta que era autodidacta. El joven Garita, que llega a Ciudad México, realizaba una pintura más ligada al expresionismo y con mucho interés por las texturas, tanto, que ponía el pigmento directamente del tubo o con espátula, pero, en poco tiempo, de 1968 a 1971, su obra va a dar un giro conceptual, estilístico y técnico. Estudiantes, artistas y grandes sectores obreros en varias partes del mundo se sublevaron a partir de las revueltas en París de mayo de 1968. En ese contexto, y cuando está a punto de reventar el conflicto estudiantil de Tlatelolco, llega Garita a estudiar en México. El graduarse como restaurador y conservador en el Centro Nacional de Conservación de Obras Artísticas del Instituto de Bellas Artes, le aporta un gran conocimiento de los procesos pictóricos y esto redunda en la calidad de sus pinturas. Garita explica que, en la escuela de restauración de arte, adquirió un conocimiento profundo de cada técnica y que ello fue muy importante en su formación. Pienso que una obra es realmente arte, cuando se hace con el cuidado que un carpintero haría un mueble bien hecho, con la dedicación que en esa obra pondría un buen artífice. Si mi pintura tiene un valor trascendente, es porque en ella hay conciencia de trabajo11.

Aprende a imprimar y a preparar las telas de una manera profesional a las que les añade, entre otros, una capa final de color en rojo y esto da como resultado, por un lado, una duración mayor de la pintura al óleo y, por el otro, más luminosidad de la obra en sí. Con respecto al imprimado, ciertos historiadores argumentan que algunas pinturas de Tintoretto, por ejemplo, se han obscu­recido mucho y la causa es que pintó sobre un fondo rojo demasiado


delgado. En la obra de Garita, a su vez, observamos cómo deja algunos puntos en donde es visible un tono de imprimación pardo rojizo, del cual obtiene luminosidad. Además de la preparación de la tela, se esmera en el estudio y el manejo de la pintura de aceite. Como resultado de este aprendizaje, la capa de óleo –que utilizaba con mucha textura en sus primeras obras–, se va a adelgazar; a su vez, va a emplear veladuras, aprende a mezclar colores idóneamente y, también, el manejo del esgrafiado. A partir de ese entonces, su obra va a ser técnicamente muy bien elaborada y se ha conservado de una manera óptima. En una entrevista que, en 1975, María Amalia Sotela realiza del pintor, ella comenta, precisamente, que el autor hace del color y la textura aterciopelada, de luminosidad mate de sus últimas obras, todo un mensaje de poesía e imaginación. En la entrevista que le realiza Marjorie Ross anteriormente, él dice específicamente que “al pintar un cuadro el artista sólo piensa en la resolución estética. Lo del mensaje puede deducirse de lo que se imprime inconscientemente” 12. Para realizar la obra con toda precisión, tenía una colección extensa de pinceles y, según nos comenta su sobrino Guillermo, algunos los hacía él mismo con un mango de bambú. El color en la obra de Garita tiene una connotación especial y es intenso. En su pintura inicial se vale de primarios, blancos, tierras y la utilización de negros casi puros. Gerardo González13 comenta que, al volver de México, la pintura del artista se tornó más luminosa y colorida. Pinta muchacha que se siente observada(sic), en la etapa anterior a su viaje a México. La protagonista está acuclillada a la orilla del río, cuchillo en mano y con grandes ojos de asombro. No sólo las aves, animales de

Disifredo Garita, Gato (detalle), técniva mixta sobre manta, 49 x 39 cm, 1974. Colección particular.

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Disifredo Garita, Muchacha que se siente observada, óleo sobre tabla, 94 x 140 cm, 1966. Colección particular.

la selva, sino que sus antepasados en forma de máscaras y la misma agua la interpelan y son parte de su universo telúrico. A estos objetos animistas pareciera que los espíritus les dieran vida. Realiza, también, una témpera en tres colores primarios que es una versión pequeña y simplificada del mismo cuadro. Casi treinta años más tarde vuelve a utilizar la misma figura pero maneja el óleo de otra manera y le imprime otra connotación a la obra. A algunas de estas pinturas de la primera etapa y realizadas con mucho empaste sobre manta gruesa o yute, con el tiempo se les ha desprendido pigmento, sobre todo al aflojarse la tela y ser sometidas a ambientes con cambios bruscos de temperatura. Su amigo, el pintor Edwin Cantillo, consideraba que la composición de las obras de Garita, en la etapa después del viaje a México, cambia radicalmente y es digna de considerarse. El empleo de las matemáticas en la composición, la pericia técnica y la estética se dan de la mano en las obras después de su estadía fuera del país y, máxime al estar en contacto con Cantillo y Alberto Icaza. Estos dos artistas realizan composiciones muy racionales y en las que la geometría tiene un peso tal, que va a incidir en la composición de Garita, sin 18


Disifredo Garita, sin título, óleo, 81 x 104 cm, 1993. Colección particular.

embargo, no en la forma, ya que en Disifredo estas son muy orgánicas y están cargadas de un componente de lo mágico maravilloso que se hace evidente. El círculo, como un elemento compositivo importante, aparece ya a principios de los años setenta; a finales de la década y –en una etapa de transición–, composiciones muy matemáticas y el arco son los que predominan. Esto no sorprende, ya que, como cuentan sus hermanas, cuando tenía 12 ó 13 años era considerado por sus compañeros y profesores sumamente perspicaz para las matemáticas, por lo que ayudaba a algunos estudiantes del colegio. Como hemos señalado, en México, Disifredo se titula como restaurador-conservador y parece ser uno de los primeros costarricenses en graduarse en esta especialidad, aunque no hay evidencias de que la haya practicado profesionalmente. Es, en esa época, que Garita conoce a Luis Delatorre – caricaturista editorial de varios medios periodísticos y crítico de arte– quien describe a su amigo como un artista de prodigiosa imaginación, técnica impecable y generosa personalidad. 19


Mi amistad con Garita trasciende ante el asombro de su pintura. En su breve estancia como becario de Bellas Artes en la ciudad de México logró producir una gran cantidad de obra plástica. Aparte de pintor, Disifredo era un emotivo y penetrante poeta. Luego que terminó su beca y no tuvo hospedaje en donde estaba, vivió una temporada en mi casa, en un cuarto de azotea. Nos agradaba y sorprendía su rutina de vida, su discreción, y el respeto con que trataba a todo el mundo. Él mismo se hacía sus ropas, recuerdo especialmente todo un traje de chaqueta y pantalón de cuero negro confeccionado y cosido por sus manos. Yo le compré, a precio de amistad y en abonos, cinco cuadros que conservo como un tesoro y un patrimonio. Pienso incluirlos junto a otras obras, en un pequeño museo que haré en mi tierra, un pueblo de Jalisco14.

De algunos de esos cuadros nos habla su amigo en los siguientes términos: La interpretación de la dama del armiño (sic), de Leonardo Da Vinci. Pintura fuerte, impresionante. La dama en grises violentos copiando la mano pintada por Leonardo, con la habilidad de un buen dibujante, está abrazando un armiño casi cubista. El rostro estilizado tiene una mirada penetrante como una madmoiselle de Brancusi o al estilo del arte neosumerio. Al fondo hay tres colores: rojo, azul turquesa y naranja. El rojo sugiere un mono de la selva que desciende con una revelación de violencia15.

Cuando el artista regresa de México, el giro técnico, conceptual y compositivo en su obra se hace muy evidente. En este sentido, Ricardo Ulloa señala, en su libro La Pintura en Costa Rica, que los últimos óleos mostrados en Bellas Artes, en 1973, tienen una tónica alucinante y un estilo desarticulado de las características anteriores. En un sesudo comentario de 1975, referente a los cambios estilísticos de Garita, Manuel de la Cruz González expresa: “La anatomía se transforma, pero también cambia el alma, se encuentra un camino y se pierde otro; todo lo nuevo supone la muerte de algo. El pasado queda, pero ya no existe, es la paradoja eterna de la vida” 16.

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Antes de su viaje de estudios a México, Garita comentaba que a los artistas les gusta experimentar técnicamente, sobretodo para que la obra sea más original pero que esto podría hacer que la tela no tuviera una larga vida. Al volver ya graduado en Restauración, hay un antes y un después en sus lienzos; es evidente no sólo temáticamente sino, también técnicamente. Las obras de antes de irse a estudiar tienen, por lo general, una gruesa capa de pintura que, a veces, lograba poniendo el pigmento directamente del tubo o esparciéndolo con espátula. Las telas, muchas veces de yute, manta y otras veces de un lienzo de algodón delgado, pareciera que no siempre estaban bien imprimadas, por lo que –con el tiempo y, a veces con el mal cuido–, se han craquelado y están con faltantes en la capa pictórica. Después de su regreso de México, podemos notar que las pinturas de ese período están en perfectas condiciones y que su obra, a partir de ese momento, realmente dio un giro técnico, pero, también, estilístico y conceptual.

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Traspasando el umbral Arte es ser testigo de nuestro tiempo y sentir amor y honestidad con uno mismo. Arte no es el mundo de las superficies y de las pieles, es el mundo de las esencias. La genialidad del artista es ser el encargado de expresar la belleza y la trascendencia de las cosas 17.

El año de 1977 marca el momento en el que Disifredo Garita traspasa el umbral, ya sea ventana o puerta; su obra se desdobla y es vista desde o hacia una ventana o un arco o hacia ésta; es lo externo y, a su vez, lo interno. En la Revista Troquel de 1977 se comenta lo siguiente: La ventana, es el sugestivo nombre con el que Disifredo Garita la ha bautizado. Resume con claridad lo que es una constante en él, esta suerte de plano invisible que el espectador comparte con el autor. Receptor y emisor, en el arte de Garita, participan simultáneamente de la observación, confundiéndose en un curioso ciclo de identidad comunicativa. Un colorido vibrante fortalece los elementos de fuerza y forma tropical que estructuran sus composiciones18.

Una ventana que realiza para una exposición de los años 1960 en Artes y Letras e invitado por Felo García –entonces director de esa institución–, es una de las primeras obras con este tema. En ella, el artista utiliza ese espacio para ver hacia afuera. Retoma esta temática en el año 1973 con una obra pintada sobre madera de una puerta y una ventana; sin embargo, su visión ha cambiado, y aquel espacio exterior empieza a penetrar en el espacio interior. Asimismo, en esta pintura, es la primera vez que aparecen las formas de hongos, no obstante, en esa época el artista dice que no son hongos, sino Paraguas insensatos19. En 1977, vuelve a tratar este tema y, en esta versión, los elementos orgánicos penetran hacia el interior manifestándose en el marco de madera de la ventana; los elementos exteriores e interiores se funden en un todo y, a manera de un escenario, la delgada cortina se descorre y deja visible el proscenio. Es una pintura autobiográfica en la que el artista utiliza una serie de elementos simbólicos de su mundo interior y exterior en una especie de asociación.


Esta pareciera ser una de las obras en las que emplea el elemento matemático-geométrico en la composición, ya que corta el espacio en cuatro, partiendo del centro y dos semicírculos conforman la montaña y la línea del agua. Con las obras de este período, el artista se adentra en lo que él llama: “Etapa pre-renacentista, que pretende hacer una pintura que exalte la realidad costarricense. Porque aparte de los valores estéticos está el conocimiento de esa realidad que no ha sido exaltada como la realidad de otros pueblos”20. Estas obras las realiza con una composición determinada en sección aúrea, muy racional, a la manera del Renacimento, pero a su vez, el tema es una metáfora a lo autóctono. Es precisamente, con estas pinturas, que Disifredo fue invitado a exponer en Colombia, por el director del Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá. La exposición, llamada Nuevos Nombres de la Plástica: sección internacional 1977, se enmarcaba dentro de la exposición de los artistas colombianos, Nuevos Nombres de la Plástica Nacional. Germán Ferrer Barrera declara que: “Después de haber recorrido los diferentes países en busca de nuevos valores y haber tenido la oportunidad de conocer ampliamente la obra de Disifredo Garita, he seleccionado su nombre para integrar la exhibición”21. No obstante, al ser esta la única referencia encontrada, no sabemos si por fin Garita pudo participar en dicho evento internacional. A su vez, en la serie de pinturas de esta época y en las que predominan los hornos de pan, los semicírculos y la arquitectura, estos se mezclan con el paisaje. El cuadro está planteado desde una visión interior y otra exterior, lo interno y lo externo mezclándose y, esta realidad doble es flanqueada por grandes arcos de medio punto. Son obras construidas matemáticamente, cada elemento está muy bien calculado dentro de una composición determinada en sección aúrea y, en la que las elipses y los círculos crean tangentes. En ellas, estas formas geométricas se dan la mano con otras muy orgánicas. Parecieran una alegoría a su mundo soñador pero, a su vez, a lo cotidiano y, por eso, cada uno de los elementos es simbólico, como el horno 23


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de pan que es el lugar en donde se cuecen los eventos, en donde se termina de hacer algo pero, a su vez, el artista los plantea como puertas de luz. Gloria vuelve a casa es un ejemplo de una pintura que, en cierto modo, está –como muchas otras– ligada a su vida. Su hermana Gloria, quien viene atravesando el arco y camina hacia adentro, no sólo es el centro de atención, sino que traspasa el horno de pan como si ella fuera inmaterial. Éste, a su vez, se convierte en otra ventana al exterior y su forma se repite en otros elementos compositivos de la obra. Un jaguarundi repta hacia la habitación de piso de madera, en donde posan, como en un escenario, ganso y lora. Los felinos negros son la base de un tótem vegetalanimal que remata en un búho parado en la cola de una martilla. El empleo matemático del espacio lo realiza en una composición con base en la sección áurea y cada elemento en ella está muy bien cuidado. Garita, que está anclado en la realidad cotidiana y sus obras tienen matices de fantasía o maravilla, está, según él, lejos de la corriente simbolista. Sin embargo, fueron estos los primeros artistas quienes declararon que el verdadero objetivo del arte era el mundo interno del estado de ánimo y las emociones, más que el mundo objetivo de las apariencias externas. Como hemos visto, el artista puede cruzar las fronteras de lo real creando otro mundo con una perspectiva diferente. En algunas de estas obras de la serie de los Arcos y hornos, siempre en la línea de lo autobiográfico, el artista introduce escenas dispersas de la vida de trabajo en el campo y las costumbres costarricenses, inclusive escenas de sexo que son inusitadas en su pintura, como un medio para poder desvelar públicamente, pero de manera indescifrable, episodios íntimos de su vida.

Disifredo Garita, Gloria vuelve a casa, óleo, 61 x 40 cm, 1977. Colección particular.

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La alfombra rota es particularmente interesante ya que en ella se manifiestan varias cosas a la vez: primero una composición muy ligada a la geometría; en segundo término, el plano superior y el inferior del agua se disocian. Por último, el cuadro es planteado desde una visión interior y otra exterior en la que lo interno y lo externo se mezclan y crea la sensación de un plano invisible que el espectador comparte con el autor. Le vuelve a imprimir estas características con algunas variantes a una obra de los años 1980, en la que plantea el mundo de su niñez, buscando otras ventanas hacia ese pasado que fue y no fue. En la retrospectiva de la Sala Julián Marchena, de 1979, se exponen algunas obras con tema similar y fechas diferentes, dos de ellas –que pertenecen a la serie de los pórticos o umbrales– son: Sin título, en la que un personaje observa a una mujer inyectar el cáliz de una flor en el exterior de una morada. La otra pintura, Entrada de Hotel, utiliza la misma idea de pórtico en donde una figura se asoma por ese vano, estableciendo una comunicación o plano invisible que el espectador comparte con el autor como es usual en algunas de sus obras. En esta pintura, la flora genera elementos decorativos en la alfombra y los animales entran presurosos bajo la tutela de la lechuza de la entrada. En estas obras el autor decide que la naturaleza exterior debe entrar a los espacios interiores, pero a su vez él se hace presente en alguno de los animales. Hay múltiples vías para la lectura e interpretación de sus obras porque son en apariencia sencillas, pero narrativamente complejas. En cuanto a la forma y el tema de lo que pintaba, él decía que sus cuadros eran una colección de imágenes de como él creía que pudo haber sido su niñez, buscando otras ventanas hacia ese pasado que fue y no fue. Ventanas en donde se sale hacia el otro lado o se penetra por ellas. Entonces, podremos nombrar las interesantes obras en las que un protagonista, generalmente un niño, se asoma al cuadro desde la misma pintura; pareciera que 26


Disifredo Garita, Entrada de hotel, técnica mixta, 78.50 x 71 cm, 1979. Colección particular.

es Disifredo quien vuelve su mirada a ese mundo que ha creado y en donde las cosas son a su manera y a su antojo. Ya no es el niño voyerista que se sentaba a dibujar a las mujeres que lavan y se bañan en el río y que trata de descubrir su mundo sensual, ni son los seres desconocidos que observan, ya no son los animales salvajes que acechan a su presa. Ahora se adentra en ese mundo onírico, toma su distancia y las mira desde adentro, es el protagonista que se muestra por fin…. Unas de las primeras de estas obras, fueron La PatriaTuanis y otra parecida que, se pintaron en 1988; le sigue Caldure un año después. Decía Disifredo, en una entrevista que le hiciera Pedro Merino, en el año 1976: “El circo es espectáculo y lo cotidiano es un espectáculo. A los niños les gusta el circo y toda persona evolucionada tiene algo de niño”. 22 27


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En el catálogo de la exposición de Garita, en el Banco de la Construcción, y que fue auspiciada por la Dirección General de Artes y Letras en 1975, Manuel de la Cruz González comenta que: Garita ha entrado entonces en el dominio del arte verdadero. El dominio de los extravíos y de los encuentros en el que no importa si el reptil tiene cuatro patas o no las tiene del todo; en donde un corazón puede ser una flor o una mariposa; en donde todo es posible y nada es posible; el dominio poético de la angustia que es arte; no el arte de reproducir la realidad (La naturaleza imita al arte. Wilde.) de naturaleza cotidiana, municipal y académica sino la realidad paradójica de los sueños y de la intimidad inconfesable. Freud nos dijo que los sueños son deseos no realizados, esperanzas insensibles23.

Estas palabras, con algunas variantes, son reproducidas en el periódico Excélsior de ese mismo año. Las pinturas de Garita tienen un carácter simbólico y un sugestivo diseño donde el color tiene un rol trascendental por ser expresivo y trasmitir un mensaje, jugando así un papel de canal sensorial. En la obra, a partir de los años setenta, su pintura se torna más luminosa. Tendrá mayor dominio del color y lo empleará saturado, ya que no lo mezclará con otros sino que los utilizará puros y, como en una obra pictórica, éste se establece en una relación de unos con otros; Garita hace máximos contrastes como es el caso de los complementarios. Posiblemente, lo utiliza casi puro e intenso para resaltar el sentido de lo fabuloso e imaginario. Precisamente, en una entrevista que le realizara Mariamalia Sotela, en Forja, el artista dice que el mundo sin color le parece detestable: yo puedo imaginar cómo sería el mundo si el cielo fuera… gris, y las hojas fueran negras, y los pájaros sin color…! Sería un mundo terrible! Para mí, en el color, la omnipresencia se manifiesta de la manera más clara 24.

Disifredo Garita, La patria tuanis, técnica mixta, 177 x 104 cm, 1988. Colección particular.

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Un comentarista, apunta que el colorido de Garita es rítmico, sugerente, con una técnica matizada, sensible con la que crea una atmósfera compleja y selvática. A su vez dice que algunos cuadros traen a la memoria una semejanza a las figuraciones de Paul Gauguin y se pregunta a su vez si hay en Garita una reminiscencia de las selvas de Costa Rica. El comentario llama poderosamente la atención, ya que, en la obra del pintor, es evidente su interés por lo identitario, ya sea en el colorido utilizado, las formas de animales o vegetales, los diseños que asemejan decoraciones de vasijas precolombinas, las mujeres lavando en el río o simplemente objetos como un horno de pan. El pintor considera que “algunas personas dicen que mi pintura es audaz especialmente en color, yo no pienso así”25. Garita explica que el color se debe a que los campesinos se visten con gran colorido y que, a su vez, la naturaleza del país también. Su sobrino Guillermo Garita relata que, en la década de los años noventa y cuando hablaban de pintura, su tío se obsesionaba por el color y decía, muy a menudo, que todavía no le llegaba al tono que quería y tenía en mente; sufría un debate interno en cuanto al color y el cómo aplicarlo. Podemos acotar que su paleta evidencia un sentido de relaciones cromáticas distintas al resto de sus coetáneos.

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Alquimia y mundo fantástico “Artista es ser pájaro, mariposa o nube” 26.

En Costa Rica podemos descubrir la influencia mágicorealista en algunos pintores, una de ellas es Flora Sáenz Langlois, cuyas pinturas cruzan la frontera de lo real para adentrarse al realismo mágico. Otro de estos artistas es Mario González Alvarado y cuyos trabajos son poco conocidos en nuestro medio. A su vez, en la obra de Disifredo Garita la realidad del mundo visible es diferente y puede cruzar las fronteras de lo real, creando otro mundo con una perspectiva diferente. Y, como hemos anotado, el universo onírico de Garita de ninguna forma es un trastorno de su conciencia que confunde con la realidad, sino que es un mundo quimérico, fruto imaginario de sus sueños; es una apuesta por la fantasía, pero muy ligado a lo espiritual. Pero, también, hay que considerar la dimensión esotérica de Garita que marcó de forma notable sus ideas y su obra pictórica. Precisamente, según su amigo, el pintor Otto Apuy, lo que atraía en la obra de Garita eran esas imágenes cotidianas y costumbristas, pero con filosofía, ya que en él existía una lectura profunda de la mitología local, de los duendes y los paisajes embriagantes. En una entrevista que le hiciera el periódico Excélsior en 1975, a Manuel de la Cruz González con respecto a la reciente exposición de Disifredo Garita, éste comenta que: Aquel que fue una vez expresionista, ha ido madurando hacia el surrealismo y creo que esto no es sorprendente dado el germen de surrealismo que llevan los expresionistas. Ha trasformado la anatomía, pero también el alma, así ha entrado Garita en el verdadero dominio del arte. En donde no es importante si un reptil tiene cuatro patas o ninguna, en donde el corazón puede ser una flor o una mariposa, en donde todo es posible y nada es posible; en el ámbito poético de la angustia que es el arte, el arte no de reproducir la realidad cotidiana, sino la realidad paradójica de los sueños y la intimidad inconfesable 27.


Disifredo Garita, Sueño, homenaje a Escher, óleo sobre tela, 49 x 60 cm, 1979. Colección particular.

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En relación con una obra muy inusual en el pintor, Luis De la Torre, su amigo mexicano, comenta que “cuando no es figurativo Garita, parece otro pintor”28. Existen dos cuadros muy semejantes que se pueden considerar surrealistas y el amigo concluye que, al pintarlos, Garita se divierte. Uno fue realizado alrededor de 1973 y, el otro, en 1976. En el primero, sobresale un colchón blanco, floreado, sostenido por unos tallos rojos a manera de raíces, sobre un piso azul. Un bosque de árboles truncos, en color violeta oscuro, y que contrasta sobre un horizonte negro, crece sobre el colchón que se antoja limpio y cómodo. El segundo, un paisaje alucinante en donde sobresalen los tallos rojos que no se sabe si son árboles o lenguas sobre un fondo verde y, en primer plano, un perro cancerbero con cadena predomina, y parece reírse del sorprendido espectador. Esta obra, que es muy fuerte, pareciera que nunca la mostró al público porque, años después, al tratar de restaurar una de sus pinturas, esta se encontró escondida debajo de la otra. Algunas de las obras de Disifredo son un homenaje a famosos artistas, como La dama del armiño de Leonardo Da Vinci, que pintó a finales de los años sesenta, Gauguin (que él llama Gogan, obra de 1974) o Maurits Cornelis Escher. La pintura homenaje a Jan van Eyck, El matrimonio Arnolfini, pintada por Garita en 1975, es muy interesante ya que el rico mercader y su esposa son representados como dos felinos que, al igual que en el cuadro homónimo, se reflejan en el espejo del fondo de la habitación e interpreta, además, una serie de detalles de la obra original, como es el caso de la fruta en la mesita, los zapatos en el piso, la cama o la luz que –en este caso– hace entrar por la ventana a través de la cola del felino. En la obra Sueño, Homenaje a Escher, Garita crea mundos imaginarios al igual que el gran maestro. Realiza un óleo copiando fielmente el grabado de aquel último e introduce algunos cambios muy significativos: en vez

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de un cielo estrellado, la luna se asoma en uno azul, del arco principal pende una flor al estilo de una lámpara y, de ella, una especie de Martilla cuelga de su cola rayada; complementan la escena, una lapa, un cerdo al lado de un reptil y dos búhos, símbolo de sabiduría interior y capacidad psíquica. Esta obra, realizada en 1979, es posterior a una serie de pinturas en las que los arcos son el elemento más importante de la composición y en las que la geometría juega un papel esencial. Sin embargo, podemos anotar que, en una de esas pinturas anteriores –de la serie de los arcos–, pinta un primer homenaje a Escher, realizando en una sección del cuadro, una escalera sin fin y a su vez una variación de la banda de Moebius en la que las hormigas van en un recorrido infinito. La armonía, el orden y el equilibrio son esenciales en la obra de Garita de este período, tal vez porque retoma el concepto pitagórico que suponía que a partir de la geometría y de los parámetros de orden matemático se podía explicar todo en el universo. “Su pintura tiene muchas capas de información, como por ejemplo la geometría de los cuadros, el uso de diagonales, las curvas que se traslapan” 29. Parte de estas capas de información, que maneja Disifredo en su obra, son los temas, los elementos autobiográficos y, también las figuras utilizadas por el artista en algunas pinturas, como es el caso de la salamandra, asociada en la alquimia como símbolo a la piedra filosofal o al fuego. La década de 1970 pareciera ser que es cuando se gestaron los mayores cambios estilísticos y técnicos en la obra de Garita; el círculo, como elemento compositivo importante, aparece ya en esta etapa para quedarse en sus composiciones. A finales de esta y en lo que el artista llama la tercera etapa o etapa pre-renacentista, es el arco el que predomina. En la década de 1980, y que se podría considerar como su cuarta etapa estilística, realiza una serie de obras muy interesantes y, en ellas, mezcla el círculo y la magia del real maravilloso, con una técnica muy depurada. 34


En este período se empieza a manifestar la tendencia de alargar los cuellos de los retratos. Lleva este elemento al paroxismo en una serie que expone en 1987 y en la cual las cabezas femeninas de cuellos largos, que asemejan largos tallos, emergen de las aguas. Tienen en común un bello rostro, cabello recogido en un moño estilo chignon, algún complemento de orfebrería en oro como una peineta, un pin, un collar o unos aretes y, sobre todo, un dibujo exquisito y una factura impecable en la que se suceden finas capas de color. Interesante el autorretrato que realiza en 1983 y que nos plantea la dualidad que existe en su obra. Se representa como un centauro, pero no como un ser salvaje sin leyes y esclavo de las pasiones animales, sino que emulando a los sabios y amables centauros Folo o Quirón, al que Heracles cura de la herida de una flecha envenenada. El artista, en primer plano, se representa con sombrero de lona como un campesino, con un racimo de guineos al hombro que picotea una gallina; un hombre que va en la lejanía por un camino de tierra árida y rojiza y la vaca siempre solitaria en su obra, es recuerdo o alusión al pasado de su familia en Guanacaste. También, al fondo, una casa en pilotes que evoca la suya, aparece sucesivamente en sus pinturas. La utilización de una serie de elementos de la fauna y la flora del mundo natural que acompañan los autorretratos del artista como diversos alter ego o como emblemas, llegan, en algunos casos, a reemplazarlo simbólicamente. En 1986, y viviendo solitario en su cabaña en Batán de Limón, realiza algunas obras muy diferentes y que marcan un cambio estilístico y conceptual; una de ellas es un paisaje marino – que es raro en su pintura– los elementos pintados son tres esferas con la mitad hundida y que parecen animales acurrucados, dos sirenas, un ave marina con sus enormes alas desplegadas como símbolo de libertad y, una botella que flota en la superficie, la cual encierra una carabela con una de sus velas desplegadas

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al viento y cuyo letrero reza: “Auxilio, todo está bien! YO”. Como hemos acotado, sus obras tienen matices de fantasía o maravilla y el artista puede cruzar las fronteras de lo real, creando otro mundo con una perspectiva diferente y, en ese juego de los contrarios, claramente Garita nos envía un mensaje como espectadores. Otra de esas pinturas, es un autorretrato en el que se muestra como un duende alquimista en busca de los elementos constitutivos del universo, la transmutación de los metales y el elixir de la vida, una tabla con frascos de vidrio y una especie de alambique terminado en bola de cristal que sostiene en sus manos. Dentro de esta, una rosa como sustancia primera para conseguir el elixir de la vida. Es una obra en la cual el artista vuelve a manejar la idea de traspasar el umbral pero llevado al paroxismo. El exterior y el interior se fusionan y elementos externos, como el zacate, invade la casa y la ropa del artista; o la lechuza, símbolo de sabiduría, se posa en una rama que penetra a la cabaña desde afuera. “Mi casa fue devorada por la hierba La maleza abrió nuevas ventanas Una premonición cerró todos los labios…” 30.

Por la ventana se ve una pequeña cabaña sobre pilotes que constituye un elemento recurrente en su obra autobiográfica desde finales de los años setenta y que pareciera ser el recuerdo de su propia casa. Cada uno de los elementos de la obra es simbólico, tal vez el artista se adhiere a las ideas de Paracelso que englobaba al hombre y la naturaleza como una unidad. Quizá cuando Disifredo Garita sea un recuerdo, cuando sepamos que es un Lama y que se detuvo en las cumbres a tocar una flauta y pintar su alma de azur, quizá entonces queramos vivir un poco la dimensión de sus cuadros 31.

Disifredo Garita, Sin título, óleo, 50 x 33 cm, 1986. Colección particular.

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Mundo natural Los cuadros y dibujos de Garita, poblados de pájaros fantásticos, de soles imposibles, de insectos y reptiles gigantescos, donde el hombre, desplazado y pequeño cruza por fondos apoyado en la tristeza, significan el triunfo onírico sobre la realidad pedante y agotadora; es el triunfo del poeta sobre el pintor, es el acto eterno sobre lo cotidiano efímero, de la arquitectura contra el polvo, la realización de los empeños y los suspiros, los suspiros y el presentimiento”… “La caligrafía describe los objetos y las cosas con ese sentimiento creativo del detalle cierto y expresivo, del tono opulento del color del sueño32.

Para entender la obra de Garita, tal vez habría que plantearse si el artista opera bajo el disfraz o escudo de un animal: ¿un felino, un búho, una martilla con la cola enroscada o tal vez una salamandra? En una entrevista que William Montero Sáenz le hace a Garita, en ocasión de la exposición de la Galería Andrómeda, realizada junto a su amigo Gerardo González, Disifredo se refiere a la temática de sus obras de una manera clara y contundente: Ante la disyuntiva que la pintura costarricense no tiene grandes temas y que la presencia de lo tradicional es fuerte, debemos tener claro que la patria la concibo como todo lo que me recuerda a mis seres queridos, ya que todo ese mundo que ha conformado nuestra infancia, eso se refleja en la obra y además reflejamos la tradición de un pueblo. En mi caso eso está presente no de una manera objetiva y folklorista, sino profunda y sentida, esto es más importante que todas esas connotaciones anecdóticas33.

Para finales de los años 70, el pintor observa que su temática ha variado en una búsqueda más sincera y profunda de sí. Considero que lo importante de una obra es que no sea del todo ajena al espectador, sino que contenga elementos para él familiares, tal vez escondidos en su inconciencia. Así, es mejor que la obra conmueva al espectador y no que el artista la defina racionalmente 34.


Disifredo Garita, Gato amarillo, óleo, 54.50 x 45.20 cm, 1989. Colección particular.

Debemos considerar que el ser humano es la quintaesencia de la temática del artista, que pensaba al hombre y la naturaleza como una unidad en la que la materia se puede transmutar. En algunos casos, la naturaleza lo envuelve, en otros, sobre todo en su última etapa como pintor, los personajes están en primer plano ejecutando una acción. Este es el caso de la mujer remando, obra que tiene una composición muy diferente al resto de sus pinturas porque corta el espacio en dos triángulos que la hace muy dinámica. Esta composición nos remite a la de sus obras de los años sesenta en la que el artista utilizaba líneas inclinadas en el esquema compositivo.

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Disifredo Garita, Sin título, [Doña Ángela va a la pulpería], acuarela, 28 x 20 cm, 1974. Colección particular.

Disifredo Garita, Doña Ángela va a la pulpería, óleo sobre tela, 66 x 50.5 cm,1979. Colección particular.

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En la obra de Garita es evidente su fascinación por lo nuestro, sobre todo por el colorido y las formas de animales o vegetales. Su interés por los felinos es muy particular y empieza a pintarlos desde que se encuentra con ellos en las selvas costarricenses. En su casa de Limón tenía una mascota, un bello caucel que algunos dicen que era un ocelote. En sus obras también pinta leones breñeros, tolomucos y pumas, sin embargo, de ellos capta solamente ciertas características y los adapta a las formas orgánicas de la naturaleza que los rodea. Existen dos obras sugerentes de su mascota, una es una pintura, la otra una fotografía que realiza el pintor del felino. En esta hace un montaje con el animal, coloca una obra suya llamada Limón al fondo, un cortinaje y un espejo. Al fotografiarla, queda él reflejado con su cámara, convirtiéndose así en autobiográfica. La otra es Doña Ángela va a la Pulpería; el animal, al acecho, en primer plano, se mimetiza en las formas orgánicas de la planta en la que está subido y forma parte de una masa en donde pájaros, flores y frutos gigantescos de colores intensos se funden en un todo. La composición corta el espacio en triángulos. Al fondo, casi imperceptible descubrimos la pequeña figura de doña Ángela, su madre. Cuatro años antes de realizar este óleo, había pintado una acuarela con este mismo tema, sin embargo, algunos de los elementos de la obra varían, como es el caso del felino que, en esta, parece un puma o un león breñero al que coloca bigotes y rabo en forma de lianas retorcidas. El uso de la acuarela llama mucho la atención, ya que, en vez de utilizar manchas o pinceladas obvias, está realizada con degradaciones sutiles de color por el uso del agua y lograda con gran transparencia. Otro elemento de la fauna que el artista pinta constantemente a partir de los años setenta, es la martilla que, en la obra de Disifredo, parece un primate. Se sirve de su cola prensil para penderla de lámparas o hacer arabescos visuales. 41


La salamandra, en sus pinturas, tiene una connotación mágica al igual que el búho; la primera asociada en la alquimia como símbolo a la piedra filosofal o al fuego. Otras especies son parte de ese mundo natural; ellas son los armadillos, iguanas, mariquitas o tucanes y una serie de animales domésticos como la vaca que, por motivos autobiográficos, siempre la pinta sola. Al igual que el artista en muchas de sus obras, introduce el mundo exterior dentro de un espacio habitable; debemos destacar Naturaleza Muerta, pintura en la cual plantea todo lo contrario, ya que en un florero, al lado de un camino, están embutidos todos los elementos del paisaje, flores, frutos, aves y felinos. Martillas, pájaros, felinos, flores o frutos coexisten en sus pinturas de manera simbiótica y son para el espectador elementos familiares, tal vez escondidos en su inconsciencia. La Naturaleza, que en Garita se rebela muy erótica; en ocasiones actúa con una fuerza exagerada sobre los seres humanos que pueblan su obra, como son las grandes mariquitas, las enormes hojas que más parecen glúteos o las flores mismas. Los hongos que en la década de los años setenta, aparecen por primera vez; ya en 1980 van a emerger del paisaje como árboles, grandes sombrillas o semicírculos “y los hongos siguen creciendo hasta toparse con el cielo”, dice Otto Apuy en un texto de 197335. De sus temas habla Gerardo González: “ Después de su venida de México se habían vuelto personales, hongos y gatos, en un entrelazamiento sensual muy coloridos; sus temas brotaban espontáneamente del lienzo con vigor y frescura” 36. El agua en su obra pareciera ser un elemento catártico que se manifiesta desde sus primeras obras y la liga a los ritos femeninos del baño y el lavado. Esta sustancia primigenia,

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que se integra al paisaje y a los otros elementos de la naturaleza garitana, pareciera estar en su ADN, el artista confiesa que su propio signo es el agua. La flora en su obra es esencial; frutos, hojas y flores se fusionan desde muy temprano en sus pinturas. En general, la flor es un elemento que se destaca pero, al mismo tiempo la estiliza o la mimetiza. Sin embargo, existen unas pocas obras en las que la flor no la estiliza ni cambia, sino que es muy figurativa, como es el caso de un retrato en el que, a la joven de cuello largo, le pintó por detrás una cala de esas que crecen en los pantanos del Atlántico. Asimismo, realizó un desnudo en el que la mítica Eva, acostada sobre montañas azules, lleva una manzana en la mano y, como atuendo, una cala blanca sobre el pubis. En los años noventa realiza una serie de pinturas en las que un niño es protagonista del mundo natural rodeado de flores, frutos y pájaros. La anatomía de estas figuras ha cambiado, son niños muy rellenos, de caras muy redondas. Asimismo, en esta época, después de casi 30 años, el colorido cambia ya que no utiliza tantos contrastes de complementarios, vuelve a emplear mucho empaste en sus óleos y, sobretodo, la profundidad de campo se acorta. “Hablaba historias fantásticas, mundos de tal manera que costaba separar la realidad de la fantasía. Cuando contaba las historias hablaba de cosas que le habían pasado en la finca, historias que vivía y se manifestaban en las pinturas” 37. Para algunos, Disifredo era simplemente un hombre extraño y pintoresco, rodeado de misterios, más próximo al mundo de la magia que al de la pintura. Sin embargo, estas valoraciones no hacen justicia al espacio intelectual extraordinario y, a veces, turbador que él inventa hábilmente ante nuestros propios ojos.

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Lo femenino Dentro del mundo natural en el que está inmersa la obra de Disifredo Garita surge una mirada a lo femenino que es distinta, tierna y sensual, como sensual es el mundo que lo rodea; ya sean las formas de las plantas, de los setos, la cadencia y el movimiento de las formas orgánicas o los animales. Una de las imágenes más representadas de la historia del arte es la de la mujer medio desnuda ofrecida a la mirada de un espectador, sin embargo, en el caso de este artista, no la representa como una escultura perfecta o una musa caprichosa sino que equipara a la mujer con la vida misma del mundo natural, tal vez como consecuencia de sus estudios alquímicos que pregonan la idea de que el ser humano y la naturaleza son una unidad. La figura de la mujer en diferentes labores es, desde el principio, preponderante. Existe una relación muy cercana con el agua ya que, generalmente, son mujeres lavando, como las que Garita, de joven, veía en una naciente del río Salitral en Guanacaste y en la cual, su madre y sus hermanas, lavaban también. Allí él se sentaba con un cuaderno a dibujarlas –para este entonces tenía 11 o 12 años–. Estas figuras están siempre de espalda y él mismo, con sus nombres como –muchacha que se siente observada, voyerismo y mujeres en el río (sic)– sugiere que estas eran miradas clandestinamente, tan usual cuando nuestras mujeres lavaban en los ríos y aprovechaban para bañarse y acicalarse. Muestra en ellas una feminidad y cierto erotismo, que es tal vez la imagen de sus deseos y, también, de sus temores. Por la información aparecida en uno de los catálogos hemos podido saber que el artista realizó series de este tema y que llama: Mujeres en el río o Mujeres en otros menesteres. Una de las primeras obras en esta etapa, es Mujer en el río; en esta, la mujer secándose el pelo, es parte de un universo poblado de árboles y hojas cuyas formas parecen glúteos con una carga


Disifredo Garita, sin título, óleo, 104.14 x 80 cm, hacia 1994. Colección particular.

erótica muy marcada, los pájaros diseñados de una manera más sintética y con mucho color, se asemejan a momotos o pájaros bobo realizados en algunas obras de mediados de los años sesenta. El agua, en primer plano, se convierte en un elemento catártico que aparece repetidamente en diferentes obras y a lo largo de toda su vida. El artista confiesa que la pintura es primero agua. “Es como nadar, mi propio signo es el agua”38. En las pinturas de esta época, así como las formas de las plantas y de los setos asemejan grandes glúteos, también, el movimiento de los felinos es cadencioso y casi voluptuoso, por eso volvemos a plantearnos si el artista opera bajo el disfraz o escudo de un animal. 45


Los primeros óleos de esta temática fueron realizadas con mucho pigmento y una textura muy gruesa, las formas de las mujeres, menos elaboradas y utilizando diseños precolombinos en sus ropas. Es, a partir de 1966, que realiza pinturas en las que la fémina cobra nuevas formas y es integrada a un universo agreste. Sus caras y cuerpos se vuelven negros, adquieren cualidades casi animales y se fusionan con ellos. Sus ropas se simplifican y pierden los diseños precolombinos; el color se vuelve más plano. Este es el caso de muchacha que se siente observada (sic), que se muestra sentada a la orilla del río, cuchillo en mano y con grandes ojos de asombro rodeada de objetos animistas; en esta época, también, pinta muchacha que se siente observada por monos (sic). Este tema el artista lo retoma unos 10 años más tarde; esta vez las mujeres lavan y, también, se bañan, se peinan entre ellas o comparten con animales dentro de un mundo plenamente fantástico. Algunos de esos personajes femeninos miran hacia el espectador, casi como interpelándolo, ya no son sorprendidas o espiadas sino retratadas. Para este entonces, el artista ha ampliado la profundidad de campo y se extiende hasta la lejanía aprovechando para pintar un paisaje con una serie de otros elementos en algunos casos fantásticos. Los retratos van a surgir desde mediados de los años 1970 y, en ellos, capta fisonomías de amigos y familiares. Entre

Disifredo Garita Flora con diadema de orégano Óleo sobre tela 67 x 51 cm 1978 Colección Museos del Banco Central de Costa Rica

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Disifredo Garita, Gloria, óleo, 64 x 47.50 cm, 1979. Colección particular.

los rostros femeninos de sus familiares podemos destacar los de sus hermanas, Floria con diadema de orégano, de 1978, y el de Gloria, del cual hay dos versiones en 1979. Algunas de estas pinturas las expuso en la Joyería Chez Vous. Precisamente en esta época, en una entrevista periodística, Disifredo relata que está especialmente interesado en los rostros, en las cabezas, en la fisonomía de los tipos nuestros. “He iniciado un vistazo nuevo de la cabeza. La cabeza con su piel por fuera, que es un paisaje completo y con su piel interna, que es la vida de ultramuros”39. Al preguntarle el periodista si se trata de retratos, exclama que son primero cuadros: “que comunican la energía que está detrás de todas las cosas que nos interesan. Más allá del parecido, hay parecido, pero no es lo principal. No soy 47


un retratero, soy un organizador de esta etapa que estoy viviendo”40 El artista reconoce que en la actualidad está abocado a la serie de las cabezas, pero que esto no quiere decir que es el fin de este tema. En 1990, hace un retrato de una bella joven indígena con chal sobre la cabeza y anillo en la nariz. A diferencia de muchos de sus retratos que son de frente, esta es de tres cuartos con una leve y femenina torsión de la cabeza. Llama también la atención que utiliza un colorido de fuertes contrastes y retoma los diseños de la ropa de sus primeras pinturas. Vuelve a ejecutar retratos de mujeres peinándose a la orilla del río que había realizado en la década de los años setenta; en este caso, son mujeres de piel negra quienes peinan a una más joven tirando del pelo hacia arriba para alisar sus crespos rebeldes. A finales de los años 1980, Garita pinta una serie de rostros femeninos con una técnica muy depurada, textura suave y muchos detalles. Estas emergen de las aguas y tienen, como característica, un cuello muy largo como en forma de tallo, el pelo recogido con una peineta o pin realizado delicadamente en pan de oro, rasgos finos y mucha belleza. Estas obras que se pueden situar en lo real maravilloso fueron expuestas en la Galería Centro de Arte 2000 en el año 1987 y pareciera que es una de las últimas exposiciones individuales del artista. Se le conocen pocos desnudos y, entre ellos, destaca uno en que una sensual mujer, posiblemente la mítica Eva, acostada sobre montañas azules, lleva una manzana en la mano y como atuendo una cala blanca sobre el pubis. De su cabeza penden entretejidas en el pelo cintas de colores a la manera de las indígenas mexicanas. Pareciera que, en esta obra, el pintor sublimó una relación tal vez inalcanzable. “Cuando Garita o Cantillo hablaban de sexo lo hacían de una forma literaria, poética o bien desde el ángulo científico, en forma galante y con seriedad y respeto”41. La visión de lo femenino de Disifredo es tierna y sensual, como sensual es el mundo natural en la que está inmersa su pintura. 48


Mundo literario. tu sol es mi sol, desde el principio, camarada, luciérnagas artificiales (sic). “Garita expresa con palabras, todo lo que su imaginación creadora quisiera volcar en colores y texturas. La palabra es ahora su espátula y su pincel” 42. Disifredo era amante de los libros, leía constantemente y trataba de estudiar y profundizar en los temas de su interés. Su sobrino Guillermo nos narra cómo, en su estudio, había cientos y cientos de libros de Ciencias, de Matemáticas, Filosofía, Poesía, Alquimia y muchos otros temas. También nos revela un dato interesante y es que Alejo Carpentier era uno de los autores favoritos del pintor. Era tanta su pasión por los libros que incitaba a sus hermanas y amigos a leer o les prestaba libros constantemente. A pesar de ello, podemos afirmar que su obra no muestra una interpretación literaria y Disifredo Garita afirmaba que la pintura era para verse, no para capturarse con las palabras. En México, dice relacionarse con los grupos de teatro de avanzada y, a su vez, consolida, también, su expresión poética. En setiembre del año 1970, realiza una muestra en la Embajada de Costa Rica, en la cual expone 16 obras, algunas de ellas las había traído de su país. El brochure incluye algunas poesías del autor. En una tarjeta postal escrita en esta época a su madre, el artista dice: “Mira lo que me encontré en una casa vieja. Desde donde te escribí es en un pueblo de Michoacán, de las noches cortas y los días largos en la montaña. Allá estuve escribiendo. Voy a publicar poesía. Todo va bien….Todos los días te escribo pero no de verdad. Fredi”43. “Aparte de pintor, Garita era un emotivo y penetrante poeta”44, declara Luis Delatorre. Publicó, en ese país, dos poemarios, desde el principio (sic) que fue el primero y del cual dice Mariamalia Sotela, en un


reportaje de 1973, que este es de gran pureza poética y una invitación a la liberación. A mi sol es tu sol (sic) que es el segundo, esta comentarista lo cataloga como sorprendente. “Es poesía que invita al asombro. Poesía recién descubierta. Imágenes que se sorprenden de nuestra sorpresa… y juegan con ella”45. De estos comenta la misma Sotela en La Prensa Libre, que es la palabra creadora de situasiones mágicas. “Poesía que desgrana las playas una a una, y escucha los secretos de las ranas y bendice al ruiseñor. Orgía de imágenes. Loca e insospechada traducción del mundo. Contraritmo de mundos diferentes en extraño diálogo”46. Refiriéndose a la exposición de 1975, la redactora comenta que, así como en aquellos poemas ella encontró que Garita supo hacer de la palabra su espátula y su pincel, hoy le sorprende con la acción inversa. Su amigo dibujante, pintor, Premio Nacional de Periodismo y caricaturista Luis De la Torre, dice que el cuadro llamado mi sol es tu sol (sic) hace referencia a su obra poética; es un juego entre figurativo e impresionista. Un disco lunar flota en un espacio cósmico de suaves y profundos azules, de vibrantes veladuras y cargado a la izquierda, ocupando una tercera parte del cuadro, una figura de su imaginación, entre simio y humano, todo en negro con un brazo levantado, como protestando por algo o diciendo “aquí estoy”, y otra vez los ojos de mirada penetrante, cubierta la cabeza con un bonete gris azuloso que parece una broma. Lo enmarca una rama de hojas verdes enormes, como de flora desconocida sobre la que descansa un pájaro y unas formas que recuerdan la pintura de Wilfredo Lam 47.

Esta obra fue llamada, en 1967 por Garita: Follaje nocturno y pareciera que en la exposición de México le cambió el nombre. Las evidencias muestran que hubo dos portadas diferentes para el libro tu sol es mi sol (sic), una es en blanco y negro con un dibujo de la cara del pintor estilizada muy parecida a la que aparece en el cartel de 1963 y que consigna que los dibujos son de José Rangel. Esta versión pareciera ser que fue realizada en México. La otra portada y el libro, creo que fueron realizados en Costa Rica porque tiene un símbolo de colones impreso. Esta otra muestra 50


un autorretrato con sombrero de diseño sintético y realizado en tinta china. La versión que conocemos está parcialmente pintada con tinta sepia. Otto Apuy también observa que, cuando llegó de vuelta de México a San José, Disifredo traía un libro pequeño e ilustrado con sus poemas. Cuando lo leí me acordé de los escritos de Francisco de Asís, por el canto a la tierra, a los astros, a los animales, a la libertad y el libre albedrío. Tu sol es mi Sol, desde luego la universalidad de Octavio Paz y algo de André Breton. Eran estrofas donde comparaba las cosas en pertenencia universal: el sol es de todos, la luna, los árboles. Tenían mucho de su pensamiento y su gráfica” 48. En la poesía aporta un lenguaje total, frenado aveces por las sorpresas de las palabras naciendo de la chistera de un mago o por los elementos simbólicos que, como un flujo lumínico, se esparcen por todas las palabras. Disifredo Garita, es un pintor que escribe pero es un poeta que hace grafías, descubre mundos ocultos y los hace vivos por lo mágico de su estructura íntima49.

Según algunos, había un talento especial para la poesía en Garita y cuenta Luis de la Torre, su amigo mexicano, que leía sus poemas con la luz apagada y encendía varitas de incienso y, a media luz, recitaba con una voz emotiva. También cuenta que, a menudo, tocaba la quena. Ya en

Disifredo Garita Portada libro tu sol es mi sol (sic) Colección particular

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Costa Rica, algunas personas comentan que, cuando estuvo un tiempo viviendo y pintando en casa de Cantillo, lo veían escribiendo y leyendo sus poemas. “Disifredo nace a la pintura y a la poesía con desenfado, provocación y seguridad y afirma valores originales en nuestra historia cultural que nadie puede discutir”50. También comenta Chase, en 1979: “Por eso no me extraño que Disifredo tenga la constancia necesaria para hacerse insustituible en nuestra cultura, con sus extravagancias, sus anhelos, sus luchas”51. Su amigo Otto Apuy remarca que: La suma de las cosas pintadas y escritas en Disifredo eran su armonía. Si hay algo esencial en su creatividad es la poesía. Era un medio donde se vuelve clave su pensamiento, y esa sensibilidad por la expresión total: pintor, poeta, actor, poseedor de una permanente performance. Su extraña manera de mirar el mundo, casi paralelo a una idealización, como podría observarlo un duende52.

Un texto en prosa de Disifredo aparece en el brochure de la exposición de pinturas del autor en el Centro Cultural Costarricense Norteamericano en 1974; dicho escrito, intitulado Desaparecerá el Arte en un mundo justo, se consigna como parte del libro luciérnagas artificiales (sic). Mariamalia Sotela, en una nota sobre el artista, dice que éste se encuentra en preparación y que el autor lo califica “como una antigua historia del futuro”, sin embargo, pareciera que nunca vio la luz. Garita considera su poesía como “una arenga para que comamos todos los almuerzos del futuro sin triquiñuelas”53. El comentarista Luis Ruiz dice de su poesía: “El cree en la evolución cíclica del hombre hasta desterrar el mal de la tierra y nos lo advierte más directamente en sus versos: Limpia tu casa de alhajas y trastos porque sonó el despertador de tu conciencia Sal a la ventana y mírate las manos Limpia tus ojos y oídos con agua clara Porque de nada te servirán tus pertenencias Y cuando veas a tus vecinos

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Un apocalipsis será el prólogp de tu cena anterior Y ya no encenderás las velas de tu alcoba”.

Esta estrofa, un poco profética si la miramos desde la perspectiva actual, podría ser parte del libro camarada (sic) y aparece en el catálogo que la Embajada de Costa Rica en México elaboró en ocasión a su exposición de 1975. En una entrevista de ese mismo año, Garita habla del nuevo libro que publicaría y que llamaría camarada (sic) del cual recopilamos otra poesía llamada Ronda, que se publicó en un catálogo de una exposición suya promovida por la Dirección General de Artes y Letras en el Banco de la Construcción. También, Chase, al prologar el recital de poesía de Disifredo, llevado a cabo en la Escuela García Monge, nos comenta que le gusta que el nuevo libro del autor se llame Camaradas (sic) porque él entiende que, en muchos aspectos, será más amplio, más humano y más vaso comunicante que su poesía anterior. Este otro texto, al parecer, tampoco se publicó. Se efectuó un recital de ese nuevo libro de escritos poéticos por publicar y, a este evento lo llamaron: “del monte y del leopardo” (sic). Fue organizado por la Biblioteca Pública de Desamparados en homenaje al ministro de Cultura Guido Sáenz. En el folleto de presentación que fue prologado por Alfonso Chase, en vez de transcribirse poesías de ese nuevo poemario, se transcriben dos del libro “tu sol es mi sol” (sic). Para mi padre y mi madre quiero una hoja de nervadura de oro boca y cara de niño morena riachuelos arrastrando el tiempo y musgo y cromos para mi hermano: espíritu de gaviota sobre la ciénaga y el llano para mi amigo amigo del fuego y la risa;

De ese poemario, camarada (sic), que no se llega a publicar, Manuel de la Cruz González comenta que las poesías de Garita “significan el triunfo onírico sobre la realidad pedante y agotadora; es el triunfo del poeta sobre el pintor”. 53


Dibujo, acuarela y otras técnicas En 1966 Garita muestra 18 óleos en el Centro Cultural Costarricense Norteamericano, siendo esta su quinta exposición individual. Este hecho es sumamente interesante tomando en cuenta que el joven artista empezó su labor pictórica y la de la enseñanza tres años antes. Cuando el periodista de La Prensa Libre lo entrevista en esa ocasión, el pintor le dice que su pintura es la exteriorización de sus propias experiencias y búsquedas y, que estas son el testimonio de un trabajo intenso para encontrar sus propios medios expresivos. “Los que pintamos somos como los que amamos. A veces mejor, otras peor, pero, partiendo del saber amar, todos los amores pueden estimarse como igualmente valiosos”54. En otra ocasión, Disifredo le comenta a un periodista lo siguiente: Pintar es para mí, más que nada, cumplir con experimentos imprescindibles. Expongo mis experimentos. Yo no ando con secretos técnicos y muestro todo porque siento que es un problema de honradez con uno mismo. De tarde en tarde yo quemo un cuadro, la vida toda es un rito en la que uno hace de sacerdote55.

En un texto periodístico publicado en 1967 por Luis Ruiz56, este decía que la categoría de autodidacta de Disifredo, le daba una dimensión diferente a cualquier escuela o estilo. También acotaba que el espacio en que éste se desenvolvía le era propio absolutamente y las libertades de composición, forma y color también le eran absolutas puesto que Garita era dueño de una rebeldía natural hacia lo establecido. En un reportaje que le hiciera La Prensa Libre en 1966, el pintor señala que no le preocupa la crítica, y añade que piensa que él no está influenciado por las tendencias de ningún pintor costarricense y seguirá pintando: espontánea e intuitivamente57.

Disifredo Garita, sin título (detalle), témpera, 58 x 50.50 cm 1968. Colección particular.

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“Aunque la pintura guarde siempre secretos en los que uno debe ahondar, siempre se madura profesionalmente porque se consigue desarrollar una técnica propia y un estilo también particular” 58. Además, afirmaba Garita que la producción plástica de un artista debe conservar una unidad aunque el oficio se refine y se domine mejor con el tiempo. Trabajando como profesor en el Colegio La Salle, Disifredo Garita pinta una serie de murales de gran formato y de los cuales sólo se conserva una fotografía parcial y algunas referencias de ex alumnos del Colegio, por lo cual no sabemos qué técnica utilizó para realizarlos. Gerardo González se refiere así de una exposición de Garita en Artes y Letras en 1965: Me impactaron tres cosas: el tema y la técnica; todo el ambiente de Gauguin y la pincelada de Van Gogh, eso sí, con personalidad propia, pero más aún, me impresionó el hecho de que alguien pintara así sin tener que ir a una escuela de arte, o tener un profesor privado, pues en algún lado decía claramente pintor autodidacta59.

Aparte de unos apuntes figurativos que Disifredo hacía como preparación de sus clases en el Colegio La Salle, los primeros dibujos que hemos visto son de la época en que residía en México, en 1970. Son obras muy experimentales, abstractas, en las que incorpora formas y una especie de caligrafía; en ellas, el diseño tiene ya, desde entonces, una intención matemática. Los trazos de tinta china son delgados y los convierte en pequeñas zonas más oscuras. Sus nombres como Naturaleza viva con las siete peras de la vida, son sui géneris también y de ellos sólo se conservan dos. A su vez, y de esta misma época mexicana, hemos encontrado algunas fotografías intervenidas y fechadas en 1972, como Zar desde el trono escatológico y La Verónica no se extrañaría de encontrar un Cristo en la azotea de su casa. Son obras que, al igual que las anteriores, muestran el interés de Garita en la experimentación plástica y la influencia que un medio artístico dinámico como el mexicano va a ejercer en él. 56


Disifredo Garita, sin título, de la serie Proceso de una delicia, transfer y dibujo, 24.50 x 17.50 cm, 1973. Colección particular.

Disifredo Garita, La verónica no se extrañaría de encontraar un cristo en la azotea de su casa si viviera en esta ciudad, fotografía intervenida, 18 x 12.50 cm, 1972. Colección particular.

Como hemos señalado, sus estudios en el Centro Nacional de Conservación de Obras Artísticas del Instituto de Bellas Artes de México, van a ser un giro decisivo en la obra de Garita, no sólo con respecto a su temática sino en el oficio que como pintor adquiere. En esta etapa modifica su estilo, su temática y, posiblemente, a raíz de sus estudios de conservación, también cambia la manera de trabajar el dibujo y el óleo. En el año 1973 expuso, en la Galería 452, una serie de dibujos que denotan una fina caligrafía. En 1975, muestra varias técnicas en la exposición llevada a cabo en el periódico Excélsior, entre ellas, unos diseños realizados en una técnica que él llama estampado, que más parece transferencia, pero, posiblemente, sean monotipias. Son obras de experimentación técnica muy interesante, en las que 57


mezcla el color y el dibujo sutil de línea fina y en los que el espacio blanco predomina. Los 10 estampados que expuso pertenecen a una serie que llamó Proceso de una delicia. De igual forma se mostraron algunas acuarelas en las cuales el dibujo es más importante que la mancha. En ellas restringe el color, no hace contrastes fuertes de clarooscuro y el color blanco del soporte es el que predomina. Realiza, una década después, óleos con temas similares pero con un colorido muy diferente.

Disifredo Garita, Portobelo mi amor, tiza pastel, 35.50 x27 cm, hacia 1977. Colección particular.

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Después de la década de los setenta, Garita dibuja mucho, generalmente a lápiz de grafito, algunas veces bocetos para sus obras, pero nos cuenta su familia que le gustaba hacer muchos dibujos desconectados de lo que estaba pintando. Su trazo es seguro y demuestra un gran dominio de la forma y la anatomía. Entre 1975 y 1976 viaja a Ciudad Panamá para realizar una exposición en la Galería de René Capriles con el que, posteriormente tuvo un desencuentro, ya que éste no cumplió con lo acordado. La muestra constaba de acuarelas, óleos y dibujos. Aprovecha el viaje –que duró seis meses– para preparar la exposición. Dibuja en Portobelo, pequeño poblado marítimo que fue un puerto muy importante en la época virreinal, ya que por él pasaban la mayoría de los barcos cargados de metales que debían pagar el quinto real. Son dibujos realizados in situ con lápiz de color, de trazos fuertes y buen manejo del claroscuro. Aunque no tienen fecha, suponemos que estos se mostraron en la exposición panameña o los utilizó como bocetos para realizarlos al óleo. También allí, realizó para esa exposición, una serie de acuarelas que él admite eran muy hermosas y acota: Siempre he hecho acuarela. La acuarela no está antes ni después del óleo como técnica, sino que ambas son pinturas. Las llamo serie porque hay en la realización de estas pinturas una continuidad dinámica, que no está dada por el tema, sino por el momento que el artista vive frente a ese tema. Es un momento interno, común, continuo, completo 60.

Hemos conocido un retrato de Disifredo Garita realizado por uno de sus amigos en Panamá, este es a lápiz de grafito y muestra al personaje de tres cuartos, con boina y en el que hace gala de trazos firmes, sueltos, con los cuales el artista logra una fuerza de carácter. El pintor Gerardo González nos comenta que Garita, al pintar, disfrutaba cada momento y no se complicaba en el proceso de realizar un cuadro. Preparaba e imprimaba las telas, dibujaba con fluidez y no sufría ningún atraso 59


en resolver la composición –ya que la tenía asumida– y mucho menos cuando cubría de óleo la tela. El artista relata a finales de los años 70, que pintar al óleo le resulta más sensual que la acuarela y que este es más consistente para la elaboración plástica, como materia. “Yo no creo en el arte más que como un goce. Amo por igual a la acuarela. He pensado que la pintura es primero agua. Es como nadar, mi propio signo es el agua”61. Terriblemente comprometido con su arte, Disifredo Garita exclama que no quiere volver a dar lecciones porque el arte le absorbe, “necesito más de 24 horas al día para dedicarse a ello”62. Sumamente importantes son los afiches y los catálogos de exposición de Disifredo Garita de finales de los años sesenta y setenta –algunos realizados por el pintor, otros de ellos por su amigo Orlando García–, pues marcan no sólo la personalidad del artista, sino el diseño gráfico de la época y que poco se ha estudiado en la historiografía costarricense. Ejemplo de estos son los catálogos de la exposición Disifredo Garita, en la Dirección General de Artes y Letras, que se llevó a cabo del 21 de agosto al 3 de setiembre de 1967 o el de la exposición de 1975 en el periódico Excélsior.

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Su entorno social y familiar La personalidad de Disifredo Garita tiene varias vertientes, una de ellas es la del ser social, buen amigo y amoroso con los suyos. Otra, es la de un solitario que se apartaba de la sociedad. También era un seductor natural, culto, buen lector y amante de la música. “Garita era galante, usaba la mirada, la insinuación fina y elegante que probablemente estaba inspirada en formas literarias clásicas, pero lo hacía sin pedantería”63. También nos relata Orlando García, quien fue el diseñador de varios de los folletos de exposición del pintor, que este usaba términos clásicos del castellano, con ritmo de expresión lento, voz baja y suave; omitía las palabras obscenas o las expresiones vulgares. Todas las personas quienes estuvieron a su alrededor consideran que tenía un gran bagaje cultural, sabía mucho de literatura y de filosofía. En materia musical le gustaban los blues, los fados de Amalia Rodríguez y la música de Agustín Lara, además de la música clásica. Un miembro de su familia nos decía que sabía lo que quería decir y lo expresaba de una manera sintética y sin exceso de palabras. Era muy didáctico, hablaba de muchos temas de manera profunda y tenía un manejo extenso de otros tópicos fuera de la pintura. También comentan que sus modales eran impecables al igual que su léxico. Era pulcro y cuidaba su aseo personal, inclusive cuando pasaba largas horas trabajando en el taller. Cuando entraba en una habitación tenía una presencia física que se hacía sentir, aunque era de pequeña estatura, y de voz fuerte y grave. Sus amigos narran que era de verbo fácil pero excéntrico, también lo era en su forma de vestir e inclusive, algunas veces, confeccionaba sus propios trajes. En una época usaba bigotes puntiagudos, no como Dalí, sino hacia abajo. A muchos llamaba la atención que, en los dientes superiores de su boca, se había hecho incrustar un rubí y un diamante con un halo de oro.


Garita tenía una personalidad pintoresca y contaba historias imaginarias como que se perdió y mamá coneja lo cuidó en una cueva y después estas historias las reflejaba en su pintura. Él era en sí un mundo mágico. Era tal vez un poco ególatra. Le gustaba sentarse en la cabecera de la mesa siempre. Cuando se ponía un poco inspirado decía que quería ser jalado en una carroza por 100.000 caballos64.

Yolanda Mendoza, la esposa de Edwin Cantillo, y que fue anfitriona de Disifredo Garita cuando este instaló su estudiotaller en su casa, al lado del de su esposo, alrededor de 1974, cuenta que su personalidad era bondadosa y amistosa pero cuando se enojaba mucho o cuando sentía que los demás lo engañaban, se frustraba y hasta llegó a destruir sus propias obras. Precisamente, ella recuerda que, entre 1974 y 1980, una serie de personas venían a pintar y el estudio de su esposo se convirtió en una especie de centro de aprendizaje. Garita trabajó mucho con Cantillo, desde que éste vivía en San José, pero, también, cuando el pintor y su familia se fueron a vivir a la zona de Tres Ríos. De esta época es el retrato que Garita le hizo a su amigo, en el que lo sumerge en su mundo onírico y a su vez aprovecha para introducir en la obra un pigmento dorado que este último le había regalado. Los retratos van a surgir desde mediados de los años setenta; en ellos capta rostros de amigos y familiares como los de sus sobrinos Eduardo y Guillermo. Pinta a los jóvenes de frente, con un paisaje atrás, a la manera renacentista, en colores bastante tenues y sin mayores contrastes de claro-oscuro. Guido Goicoechea y Teresa Zavaleta se habían convertido, en la década de los años setenta, en una especie de mecenas para algunos artistas y en dos de los mayores coleccionistas privados de aquel entonces. Garita les había vendido varias obras y ella le encargó un retrato. Esta obra tiene una gran fuerza expresiva, con la particularidad de que el personaje está de frente, su pelo azul asemeja una medusa y el vestido pintado en verde intenso ciñe los hombros como si fuera una hoja de plátano. Los colores complementarios del fondo hacen resaltar el primer plano, sobre todo el amarillo que está realizado con pan de oro. 62


A Renzo Zingone, quien era una de las personas que lo ayudaba comprando sus obras y le prodigaba su amistad, Disifredo lo pinta en colores complementarios, con una mirada intensa, boina en la cabeza y con un cielo azul de fondo. Muchas de estas obras fueron expuestas en la Joyería Chez Vous, en Guadalupe y, cuando lo entrevistaron en esta ocasión, el autor dijo que esto “no debe interpretarse como una dedicación definitiva a ese tema, ya que ése es sólo uno de mi sentir artístico”65. Realiza, en 1977, un retrato de su hermana Gloria con boina; tanto el pelo como la vestimenta y el felino detrás de ella, son parte del paisaje. Vuelve a pintarla, dos años después, en una bella pose con cabeza flexionada y un vestido azul; de estos retratos existen dos versiones, una más cuidada que la otra. Floria con diadema de orégano, que los Museos del Banco Central llama Mujer del pájaro azul, es el retrato de otra de las hermanas; también en este el artista se esmera en los detalles, no sólo en la composición, sino utilizando una técnica depurada.

Disifredo Garita Retrato de doña Teresa Técnica mixta sobre madera 122 x 82 cm 1976 Colección particular

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Igualmente, en 1979, realiza un retrato colectivo en el que incluye a varios miembros de su familia y a algunos amigos en un paisaje poblado de hongos como árboles gigantes. Las cabezas de los retratados de cuellos muy largos como tallos, surgen de la tierra o del agua. En esta obra, y en otra del año siguiente el artista empieza a incluir imágenes de hongos con formas arbóreas como parte del paisaje. Sólo hay una excepción en un cuadro realizado en 1973 y en el que el artista pinta un paisaje con una especie de hongos que él llama, en ese momento, Paraguas insensatos. En las obras de Disifredo hay numerosas alusiones al amor que prodigaba a su madre Ángela; ella es parte de ese universo pictórico. También, le realiza algunos retratos formales, como el óleo que le hace en 1994, el cual reviste un especial interés ya que la pinta con tocado en el pelo aludiendo a una dama renacenstista. Los aretes y el pendentif, con un ojo turco como amuleto, son un regalo de Fredi para ella y los luce en el retrato. El escote del vestido elaborado con setos verdes y un ramillete de pensamientos colocado en forma de corsage sobre el hombro, la incorporan al paisaje circundante. Es interesante destacar que el medio natural en el que el pintor pasó su juventud incide en toda su obra, parte o mucha de la cual es autobiográfica. Garita estimaba que las experiencias infantiles lo marcaron y le conmovían. Cuenta, en una entrevista de 1982, cómo, el hecho de el vivir él en Guanacaste y que su padre se dedicara a la siembra de arroz, lo marcó sobremanera y es, por esa razón, que, en numerosas ocasiones, lo pinta en la lejanía arando la tierra y, en algunas otras, pinta la capa vegetal que se levanta con el arado como si fuera una alfombra. Su padre aparece, también, en otras obras autobiográficas como Mi padre prepara la tierra, de 1987, o en Papá va al trabajo, que expone, en la muestra del periódico Excélsior. En esta, su padre es un pequeño personaje rodeado de una flora y fauna que parece encerrarlo. A su vez, nos recuerda que su madre, quien era de Nicoya, iba a lavar con las mujeres del pueblo, en una 64


Disifredo Garita, Retratos de la familia, óleo, 74.20 x 66.20 cm, 1979. Colección particular.

naciente de agua, en la población de Salitral. Explica que el lugar era una reserva intocable con diversidad de monos, aves y una exuberante vegetación y, además, que los muchachos se bañaban en la naciente una vez que las mujeres hubiesen partido. Desde ese entonces, el agua será relevante en su universo pictórico. La familia Garita se trasladó de Nicoya hacia Limón, porque tuvieron que vender las tierras que cultivaban, y se vieron forzados a entregar la única vaca que tenían. Como niño y adolecente, este hecho lo marcó de tal manera, que pinta, una y otra vez, la vaca sola y lejana. Su amigo mexicano, Luis de la Torre, dice que su manera de actuar era la de un espíritu sensible e inteligente y lo califica como discreto y le sorprendía el respeto con el 65


que trataba a los demás. Precisamente, un galerista que le vendió obras por muchos años comentaba que le llamaba la atención el respeto con que Garita hablaba de las obras de los otros artistas y lo generoso que era. Además, le enseñó que había que ser compasivo hacia la humanidad: ya que todos, en realidad, somos uno solo y que para ser feliz hay que hacer feliz a los demás porque no se existe sin los demás, sino que todo es uno solo. Precisamente una de las grandes experiencias de mi vivir en Costa Rica fue encontrarme con él66.

“Era amable, feliz y misterioso. Amaba el campo. Lo que tenía que decir lo decía en sus pinturas que son mágicas y luminosas. Él irradiaba luz”67 nos dice Fabio Herrera. A su vez, su amigo, el galerista Amir Selseleh, indicó que había algo muy misterioso en las obras de Disifredo que atraían a la gente y que, cada vez que exponía uno de sus cuadros, se vendía casi de inmediato68. La artista Sonia Romero conoció a Disifredo en el tiempo que este estuvo de paso en la Facultad de Bellas Artes y realizó un retrato al óleo y un dibujo de él. El óleo, de 1968, lo muestra posando para sus compañeros, de brazos cruzados y en actitud relajada. El apunte rápido realizado a lápiz conté lo hizo la artista un año antes. Hemos querido incluir, en esta exposición y en un texto aparte, los relatos de algunos de sus amigos: Carlos Barboza, Otto Apuy y Gerardo González, quienes lo conocieron, lo apreciaron y vieron en él un pintor determinado y capaz. En lo que Carlos Barboza escribió acerca del pintor, en el 2019, comenta que, cuando los muchachos del Grupo TOTEM expusieron en la Caja Costarricense de Seguro Social junto a Garita, este era el único que tenía, a su haber, varias exposiciones individuales y que, cuando hicieron otra muestra en la Dirección de Artes y Letras, a su director, Felo García, le llamaba mucho la atención la pintura de Disifredo. Fredi –lo llamaban todos en la familia y algunas amistades–, era muy cercano a los suyos pero, también, era solitario. 66


Cuentan que instaló un taller y vivió años en Puriscal, en donde se quedaba por varios meses pintando, leyendo y meditando sin salir; al cabo de ese tiempo, regresaba con 15 o 20 obras y, cuando las vendía, regresaba a Puriscal. En una entrevista que le hiciera Renato Cajas en 1976, comenta algunas particularidas del estudio del pintor: “un amplio, ordenado y reluciente taller en donde se encontraban distribuidas las pinturas de su próxima esposición”69. En una entrevista con Luis Giménez de Galería L´Atelier en 1967 y, refiriéndose a los críticos de arte, Garita opina que: “No me afecta ni me intereso por la crítica ajena, ya que soy un convencido de la capacidad de autocrítica del artista”70. Ya en 1966, en un reportaje que le hiciera La Prensa Libre, el pintor señala que no le preocupa la crítica. Asimismo, explicando la razón de las exposiciones, el artista considera que éstas constituyen una forma de acercar las obras a todas aquellas personas quienes no pueden adquirir un cuadro y, por eso, esa motivación para exponer es constante en él. Al preguntársele sobre su compromiso social, el artista responde: “ Yo creo en la sensibilidad. Ese maravilloso don que maneja el artista que es la sensibilidad le permite estar siempre de cara a las cuestiones que afectan a la humanidad”71. Podríamos asegurar que Garita se mantuvo coherente y fiel a lo que buscaba hacer desde el principio, ya que se abocó a la resolución de los problemas pictóricos y conceptuales en sus obras y desarrolló un estilo distintivo muy personal. De 1980 a 1997, Disifredo vivió aislado –primero en una finca en Batán de Limón y, posteriormente, en Puriscal– pintando, meditando y practicando la alquimia, tratando siempre de modificar su ser interior para alcanzar un estado espiritual más elevado. “Amo la naturaleza, el silencio y la paz”72. Disifredo Garita traspasa el umbral a los 53 años, jalado por una carroza de 100.000 caballos.

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Notas 1 *Disifredo Garita. Pintor y poeta expone en “Excélsior”. Periódico Excélsior. Viernes 4 abril de 1975, s.p. Olga Espinach. En la exposición de Garita, circa 1967. La Nación. 2 Manuel de la Cruz González. La exposición de Sigifredo (sic) Garita. La Nación. Sin fecha exacta, 1965, página 54. 3 Ricardo Ulloa Barrenechea. (1975). Pintores de Costa Rica. Editorial Costa Rica. 4 Pedro Merino. (1976). El mundo surrealista de Disifredo Garita. Lo Máximo. (Periódico desconocido). 5 Actual exposición en Artes y Letras: Disifredo Garita, comentario de Garita del 22 de marzo de 1965. 6 Exposición Disifredo Garita R. Centro Cultural Costarricense Norteamericano. Arte y Literatura. La Prensa Libre. 11 de octubre 1966. Pág. 7. 7 Marjorie Ross. 30 de setiembre de 1966. Próxima Exposición de Garita. Azulejos, Prensa Libre. 8 Manuel de la Cruz González. La exposición de Sigifredo (sic) Garita. La Nación, pág. 54. Sin fecha exacta, 1965. 9 Venegas. (1979) Disifredo Garita presenta retrospectiva de su trabajo. Sala Julián Marchena. La Nación. Sin página. 10 “Alquimista Plástico”. La Nación, 2 febrero 1997. Directorio, Sección A. Entrevista Juan Fernando Lara. 11 Mariamalia Sotela de Berrocal. (2 de junio de 1975). “Disifredo Garita promoviendo el diálogo entre el color y la palabra”. La Prensa Libre “Forja”. Páginas 10 y 11. 12 La Prensa Libre, Sociales. Marjorie Ross. Instantáneas. Cuatro preguntas para un tema. 1967.

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13 G. González Álvarez. “El fantástico mundo de Disifredo Garita”. Tapantí, C.R. Febrero 2019. 14 Luis Delatorre, M.E. Guardia Yglesias. (13 abril 2019, 16 abril 2019, 17 abril 2019 y 20 abril 2019). Correos con Luis Delatorre. 15 Luis Delatorre, M.E. Guardia Yglesias. (13 abril 2019, 16 abril 2019, 17 abril 2019 y 20 abril 2019). Correos con Luis Delatorre. 16 “Disifredo Garita exhibe óleo, acuarela y estampados en el periódico Excélsior de Costa Rica”, del 7 de abril al 14, en oficinas Centrales, Curridabat, y del 15 al 30 en las oficinas de San José. Texto de Manuel de la Cruz González, 1975, y dibujo de Carrasco. 17 “Disifredo Garita. Pintor y poeta expone en el Excélsior”, viernes 4 de abril 1975. Excélsior (sin página). 18 Texto sobre Disifredo Garita. Revista Troquel-Banco Central de Costa Rica. Arte y Ciencia N.° 14, setiembre 1977. 19 Entrevista a Sylvia Mora por María Enriqueta Guardia. 7 febrero 2020. Su casa de habitación. Mi amistad con Disifredo. 20 Garita expondrá en Bogotá: Invitado a exhibición “Nuevos nombres en la plástica”. Excélsior. 1977. Tercera sección, pág. 3. 21 Garita expondrá en Bogotá. Invitado a exhibición “Nuevos nombres en la plástica”. Excélsior. 1977. Tercera sección, pág. 3. 22 Pedro Merino. (1976). “El mundo surrealista de Disifredo Garita”. Lo Máximo. (Periódico desconocido). 23 Manuel de la Cruz González. Pinturas de Disifredo Garita. Catálogo de la exposición. Banco de la Construcción (15 de mayo al 30 de junio 1975). Dirección General de Artes y Letras. (Texto tomado de Manuel de la Cruz González, febrero de 1975).


24 Mariamalia Sotela de Berrocal. (2 de junio de 1975). “Disifredo Garita promoviendo el diálogo entre el color y la palabra”. Forja. Semanario Universidad. Págs. 10 y 11. 25 Disifredo Garita: un pintor medievalista que viene del campo. Exposición del Centro Internacional Colón. La Nación, Sección B, página 1B (lunes 22 de febrero de 1982). 26 Disifredo Garita. Pintor y poeta expone en Excélsior. (Viernes 4 de abril 1975). Excélsior. (sin página). 27 Manuel de la Cruz González. Pinturas de Disifredo Garita. Catálogo de la exposición. Banco de la Construcción (15 de mayo al 30 de junio 1975). Dirección General de Artes y Letras. (Texto de Manuel de la Cruz González de febrero de 1975). 28 Luis Delatorre y M.E. Guardia Yglesias. (13 abril 2019, 16 abril 2019, 17 abril 2019 y 20 abril 2019). Correos con Luis Delatorre.29 María Enriqueta Guardia Yglesias. (14 de mayo 2019). Entrevista con Guillermo Garita. Los Yoses, San José, Costa Rica. 30 Disifredo Garita. tu sol es mi sol (sic), Sección 3, sin fecha, circa 1971. 31 Luis Ruiz (1967) “Disifredo Adam Garita”. Sin nombre de revista. Sección Pintura, sin pagina.

35 Otto Apuy. 1973. La pintura alucinante de Disifredo Garita. Sin nombre del periódico y sin número de página. 36 G. González Álvarez. El fantástico mundo de Disifredo Garita. Tapantí, C.R. Febrero 2019. 37 M.E. Guardia Yglesias. (14 de mayo 2019). Entrevista con Guillermo Garita. Los Yoses, San José, Costa Rica. 38 Renato Cajas Corsi. (sf ). “Expuso en el periódico Excélsior Garita: bienvenido a la pintura costarricense”. Excélsior. Segunda Sección. P. 4. 39 Renato Cajas. “Disifredo Garita: pintar es como amar”. Excélsior, lunes 27 de setiembre 1976. Pág. 3. 40 Renato Cajas. “Disifredo Garita: pintar es como amar”. Excélsior, lunes 27 de setiembre 1976. Pág. 3. 41 M.E. Guardia Yglesias. (2 mayo 2019). Entrevista con Orlando García. San José, Costa Rica. 42 Mariamalia Sotela de Berrocal. (domingo 21 de enero de 1973). “Tu sol es mi sol un libro sorprendente”. Página 2, ABANICO N.° 204, La Prensa Libre.

32 Manuel de la Cruz González. Pinturas de Disifredo Garita. Catálogo de la exposición. Banco de la Construcción (15 de mayo al 30 de junio 1975). Dirección General de Artes y Letras. (Texto tomado de Manuel de la Cruz González, febrero de 1975).

43 Garita documento (DocDG-037) tarjeta a la madre. Postal dirigida a su madre desde México, sin fecha, circa 1969.

33 William Montero Sáenz. (sf ). Reflexiones con Disifredo Garita. Entrevista realizada en relación con la Exposición en Galería Andrómeda.

45 Mariamalia Sotela de Berrocal. (domingo 21 de enero de 1973). “Tu sol es mi sol, un libro sorprendente”. Página 2, ABANICO N.° 204, La Prensa Libre.

34 Venegas. Circa 1979. “Disifredo Garita presenta retrospectiva de su trabajo”. “Sala Julián Marchena”. 1979. La Nación.

46 Mariamalia Sotela de Berrocal. (domingo 21 de enero de 1973). “Tu sol es mi sol, un libro sorprendente”. Página 2, ABANICO N.° 204, La Prensa Libre.

44 M.E. Guardia Yglesias, Luis Delatorre. Correo electrónico. Sábado 13 abril 2019, 4:25 p.m.

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47 Mariamalia Sotela de Berrocal. (domingo 21 de enero de 1973). “Tu sol es mi sol, un libro sorprendente”. Página 2, ABANICO N.° 204, La Prensa Libre.

59 Gerardo González Álvarez. (2019). “El fantástico Mundo de Disifredo Garita”. Texto escrito para la exposición “Traspasando el umbral”. Tapantí, Costa Rica.

48 Otto Apuy. Disifredo Garita. Texto escrito para la exposición “Traspasando el umbral”. Sabanilla de Montes de Oca. Junio 2019.

60 Renato Cajas. “Disifredo Garita: pintar es como amar”. Excélsior (lunes 27 de setiembre 1976. Pág. 3.

49 Alfonso Chase. Recital de Poesía del Monte y del Leopardo, Disifredo Garita. (Folleto). Escuela García Monge. Jueves 10 de abril. En honor a la dedicación al arte del Sr. Guido Sáenz Circa 1975.

61 Renato Cajas Corsi. (sf ). “Expuso en el periódico Excélsior. Garita: bienvenido a la pintura costarricense”. Excélsior. Segunda Sección. P. 4.

50 Alfonso Chase. Recital de Poesía del Monte y del Leopardo, Disifredo Garita. (Folleto). Escuela García Monge. Jueves 10 de abril. En honor a la dedicación al arte del Sr. Guido Sáenz Circa 1975. 51 Alfonso Chase. Recital de Poesía del Monte y del Leopardo, Disifredo Garita. (Folleto). Escuela García Monge. Jueves 10 de abril. En honor a la dedicación al arte del Sr. Guido Sáenz. Circa 1975.

63 M.E. Guardia Yglesias. (6 de febrero del 2019). Orlando García-Valverde. Correo electrónico 9:24 p.m. 64 M.E. Guardia Yglesias. (10 de enero 2019). Entrevista con Yolanda Mendoza. Sabanilla de Montes de Oca.

52 M.E. Guardia Yglesias. (junio 2019). Entrevista a Otto Apuy acerca de Disifredo Garita. Los Yoses, San José, Costa Rica.

65 Exposición en la joyería Chez Vouz de Guadalupe. Excélsior. SECCIÓN ¿A DÓNDE IR? Sin fecha, circa 1976.

53 Disifredo Garita. Pintor y poeta expone en “Excélsior”. Periódico Excélsior. Viernes 4 abril de 1975, s.p.

66 Amir Selseleh y M.E. Guardia Yglesias, 8 y 9 de diciembre de 2019. Correos electrónicos con Amir Selseleh.

54 Renato Cajas. “Disifredo Garita: pintar es como amar”. Excélsior. (lunes 27 de setiembre 1976). Pág. 3.

67 M.E. Guardia Yglesias. Intercambio correo electrónico correo con Fabio Herrera, 2019.

55 Renato Cajas.“Disifredo Garita: pintar es como amar”. Excélsior. (lunes 27 de setiembre 1976). Pág. 3. 56 Luis Ruiz. (1967). “Disifredo Adam Garita”. Sin nombre de revista. Sección Pintura, sin página. 57 “Exposición Disifredo Garita R., Centro Cultural Costarricense Norteamericano”. Arte y Literatura. La Prensa Libre. Octubre 11 de 1966. Pág. 7. 58 Venegas. Circa 1979. “Disifredo Garita presenta retrospectiva de su trabajo”. “Sala Julián Marchena”. La Nación.

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62 Disifredo Garita: un pintor medievalista que viene del campo. Exposición del Centro Internacional Colón. La Nación, Sección B, página 1 B (lunes 22 de febrero de 1982).

68 Amir Selseleh y M.E. Guardia Yglesias, 8 y 9 de diciembre de 2019. Correos electrónicos con Amir Selseleh. 69 Renato Cajas. “Disifredo Garita: pintar es como amar”. Excélsior, lunes 27 de setiembre de 1976. Pág. 3. 70 Luis Giménez. (abril 1967). “Disifredo Garita”. Entrevista en Galería L’ATELIER. 71 Renato Cajas. “Disifredo Garita: pintar es como amar”. Excélsior. Lunes 27 de setiembre 1976. Pág. 3.


72 Disifredo Garita: un pintor medievalista que viene del campo. Exposición del Centro Internacional Colón. La Nación, Sección B, página 1 B (lunes 22 de febrero de 1982).

Disifredo Garita, sin título, óleo, 81 x 104 cm, 1993. Colección particular. Disifredo Garita, La Isla, óleo, 60 x 50 cm, 1973. Colección particular.

Lista de obras Disifredo Garita, Lavandera, óleo sobre lienzo, 51.50 x 34.50 cm, 1960. Colección particular. Disifredo Garita, el engaño (sic), óleo y collage, 100 x 150 cm, hacia 1967. Colección particular. Disifredo Garita, Mujer que se siente observada por los monos, óleo, 93.50 x 133 cm, 1967. Colección particular. Disifredo Garita, Recogiendo Caraos, óleo sobre yute, 36 x 42 cm, hacia 1967. Colección particular. Disifredo Garita, Figura y gato, óleo, 97.50 x 98 cm, 1967. Museo de Arte Costarricense. Disifredo Garita, La Jaula, técnica mixta y collage, 79 x 157.50 cm, 1967. Colección particular. Disifredo Garita, Lavanderas, óleo, 38 x 45 cm, hacia 1965. Colección particular. Disifredo Garita, Dos mujeres después del baño, óleo, 65 x 65 cm, 1967. Colección particular. Disifredo Garita, Muchacha que se siente observada, óleo sobre tela tensada sobre tabla, 94 x 140 cm, 1966. Colección particular. Disifredo Garita, Muchacha que se siente observada, técnica mixta sobre papel, 26 x 33.50 cm, hacia 1966. Museos del Banco Central de Costa Rica.

Disifredo Garita, Gato, técnica mixta sobre manta, 49 x 39 cm, 1974. Colección particular. Disifredo Garita, Paraguas insensatos (mitad derecha), óleo sobre madera, 70.50 x 81 cm, 1973. Colección particular. Disifredo Garita, La ventana, óleo sobre tela, 72.50 X 62 cm, 1977. Museos del Banco Central de Costa Rica Disifredo Garita, Gloria vuelve a casa, óleo, 61 x 40 cm, 1977. Colección particular. Disifredo Garita, Mi escuela, óleo, 76 x 56 cm, 1977. Museos del Banco Central de Costa Rica. Disifredo Garita, La alfombra rota, óleo, 81 x 51.20 cm, 1977. Colección particular. Disifredo Garita, Entrada de hotel, óleo, 78.50 x 71 cm, 1979. Colección particular. Disifredo Garita, La patria tuanis, técnica mixta, 177 x 104 cm, 1988. Colección particular. Disifredo Garita, sin título, óleo, 55.88 x 45.72 cm, hacia 1988. Colección particular. Disifredo Garita, Caldure, óleo, 200 x 100 cm, 1989. Colección particular. Disifredo Garita, Mujer con pañuelo, óleo sobre tela, 65 x 49 cm, 1973. Museo de Arte Costarricense.

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Disifredo Garita, Potrero Villanueva, [El niño del papelote], técnica mixta, 61 x 46 cm, 1977. Colección particular.

Disifredo Garita, Doña Ángela va a la pulpería, óleo sobre tela, 66 x 50.50 cm, 1979. Colección particular.

Disifredo Garita, Sueño, homenaje a Escher, óleo sobre tela, 49 x 60 cm, 1979. Colección particular.

Disifredo Garita, Naturaleza muerta, óleo, 53 x 44 cm, 1975. Colección particular.

Disifredo Garita, sin título, técnica mixta, 49 x 69.50 cm, 1982. Colección particular.

Disifredo Garita, Limón, óleo sobre tela, 50 x 65 cm, hacia 1980. Colección particular.

Disifredo Garita, Auxilio todo, esta bien, óleo, 34.90 x 53.30 cm, 1986. Colección particular.

Disifredo Garita, El pájaro que habla, óleo sobre tela, 100 x 150 cm, 1978. Colección particular.

Disifredo Garita, sin título, óleo, 55 x 45 cm, hacia 1987. Colección particular.

Disifredo Garita, Autorretrato, fotografía, 12.50 x 9 cm, hacia 1980. Colección particular.

Disifredo Garita, Amiga Guacamaya, óleo, 56 x 45 cm, 1987. Colección particular.

Disifredo Garita, sin título, óleo sobre tela, 76 x 65.30 cm, 1981. Museos del Banco Central de Costa Rica.

Disifredo Garita, La flor solitaria, técnica mixta, 46.40 x 38.80 cm, 1987. Colección particular.

Disifredo Garita, sin título, óleo, 112 x 89 cm, 1990. Colección particular.

Disifredo Garita, sin título, óleo, 50 x 40.50 cm, 1978. Colección particular.

Disifredo Garita, sin título, óleo, 83 x 107.50 cm, 1994. Colección particular.

Disifredo Garita, Gato amarillo, óleo, 54.50 x 45.20 cm, 1989. Colección particular.

Disifredo Garita, sin título, óleo, 107 x 87 cm, 1994. Colección particular.

Disifredo Garita, sin título, óleo, 54.50 x 45.20 cm, 1989. Colección particular.

Disifredo Garita, Mujer en el río, óleo, 50 x 80 cm, hacia 1977. Colección particular.

Disifredo Garita, sin título, técnica mixta sobre madera, 80 x 50 cm, 1976. Colección particular.

Disifredo Garita, Muchacha en el río, óleo sobre tela, 63 x 52 cm,1979. Museos del Banco Central de Costa Rica.

Disifredo Garita, sin título, óleo, 76 x 56 cm, 1987. Colección particular.

Disifredo Garita, sin título, óleo, 51 x 60 cm, 1987. Colección particular.

Disifredo Garita, sin título, [Doña Ángela va a la pulpería], acuarela, 28 x 20 cm, 1974. Colección particular.

Disifredo Garita, sin título, óleo, 66.50 x 57 cm, 1990. Colección particular.


Disifredo Garita, sin título, óleo sobre tela, 107 x 82 cm, 1993. Colección particular.

Disifredo Garita, sin título, de la serie Proceso de una delicia, transfer y dibujo, 24.50 x 17.50 cm, 1973. Colección particular.

Disifredo Garita, sin título, óleo, 104.14 x 80 cm, hacia 1994. Colección particular.

Disifredo Garita, Donde menos se liebre salto la espera, de la serie Proceso de una delicia, transfer y dibujo, 16.50 x 12.80 cm, 1973. Colección particular.

Disifredo Garita, Zorro y las gallinas, óleo sobre tela, 57.50 x 48 cm, 1989. Colección particular. Disifredo Garita, Autorretrato, collage, 57 x 40 cm, S.f. Colección particular. Disifredo Garita, Boceto, tiza pastel, 35.50 x27 cm, S.f. Colección particular. Disifredo Garita, sin título, témpera, 34 x 21.50 cm, 1968. Colección particular. Disifredo Garita, sin título, plumilla, 22 x 17 cm, 1970. Colección particular. Disifredo Garita, Naturaleza viva con las siete peras de la vida, plumilla, 19 x 17 cm, 1971. Colección particular. Disifredo Garita, La verónica no se extrañaría de encontrar un cristo en la azotea de su casa si viviera en esta ciudad, fotografía intervenida, 18 x 12.50 cm, 1972. Colección particular. Disifredo Garita, Se podría gobernar aquí como un zar desde el trono escatológico, fotografía intervenida, 18 x 12.50 cm, 1972. Colección particular. Disifredo Garita, sin título, técnica mixta, 24 x 19.50 cm, 1973. Colección particular. Disifredo Garita, sin título, de la serie Proceso de una delicia, transfer y dibujo, 24.50 x 17.50 cm, 1973. Colección particular.

Disifredo Garita, sin título, de la serie Proceso de una delicia, transfer y dibujo, 24.50 x 17 cm, 1973. Colección particular. Disifredo Garita, sin título, acuarela, 22.20 x 17.70 cm, hacia 1974. Colección particular. Disifredo Garita, Retrato, carboncillo, 35 x 25 cm, 1978. Colección particular. Disifredo Garita, sin título, óleo, 104 x 81 cm, 1994. Colección particular. Disifredo Garita, Boceto, grafito, 28 x 21.50 cm, S.f. Colección particular. Disifredo Garita, Boceto, grafito, 29 x 21.50 cm, S.f. Colección particular. Disifredo Garita, Boceto, grafito, 29 x 21.50 cm, S.f. Colección particular. Disifredo Garita, Boceto, grafito, 35 x 25 cm, 1973. Colección particular Disifredo Garita, Portobelo mi amor, grafito, 35.50 x 27 cm, 1977. Colección particular Disifredo Garita, Boceto, grafito, 16.50 x 32 cm, hacia 1980. Colección particular Disifredo Garita, Boceto, grafito, 35.50 x 27 cm, hacia 1977. Colección particular

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Disifredo Garita, Portobelo mi amor, tiza pastel, 35.50 x 27 cm, hacia 1977. Colección particular

Disifredo Garita, Gloria, óleo, 64 x 47.50 cm, 1979. Colección particular.

Disifredo Garita, Boceto, tiza pastel, 35.50 x 27 cm, hacia 1977. Colección particular.

Disifredo Garita, Retratos de la familia, óleo, 74.20 x 66.20 cm, 1979. Colección particular.

Disifredo Garita, Portobelo mi amor, tiza pastel, 35.50 x 27 cm, hacia 1977. Colección particular.

Disifredo Garita, Retrato, óleo, 46 x 35 cm, 1980. Colección particular.

Disifredo Garita, Boceto, tiza pastel, 35.50 x 27 cm, hacia 1977. Colección particular.

Disifredo Garita, Bailando el trompo en la uña, óleo, 104 x 81 cm, 1993. Colección particular.

Disifredo Garita, Boceto, tiza pastel, 35 x 22 cm, S.f. Colección particular.

Disifredo Garita, Autorretrato como Quirón, óleo, 39 x 46 cm, 1983. Colección particular.

Disifredo Garita, Boceto, tiza pastel, 32.50 x 25 cm, 1987. Colección particular.

Disifredo Garita, sin título, óleo, 50 x 33 cm, 1986. Colección particular.

Disifredo Garita, Retrato de Edwin Cantillo, óleo sobre tela adosado a madera, 50 x 40 cm, 1975. Colección particular.

Sonia Romero, Retrato de Disifredo Garita, óleo sobre tela, 90.50 x 60 cm, 1968. Colección de la artista.

Disifredo Garita, Retrato de doña Teresa, técnica mixta sobre manta, 122 x 82 xm, 1976. Colección particular.

Sonia Romero, Retrato de Disifredo Garita, dibujo, 61.50 x 48 cm, S.f. Colección de la artista.

Disifredo Garita, Eduardo, óleo sobre tela, 67 x 52 cm, 1976. Museos del Banco Central de Costa Rica.

Autor desconocido, Retrato de Disifredo Garita, grafito, 35.50 x 27 cm, 1975. Colección particular.

Disifredo Garita, Guillermo, óleo sobre tela, 67 x 52 cm, 1976. Museos del Banco Central de Costa Rica.

Disifredo Garita, sin título, óleo, 70 x 50 cm, 1982. Colección particular.

Disifredo Garita, Gloria, óleo sobre tela, 51 x 40 cm, 1977. Colección particular. Disifredo Garita, Flora con diadema de orégano, óleo sobre tela, 67 x 51 cm, 1978. Museos del Banco Central de Costa Rica.

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Agradecimientos Agradecemos a los coleccionistas y a los Museos del Banco Central de Costa Rica que de manera desinteresada prestaron sus obras y documentos para esta exhibición en el Museo de Arte Costarricense. A los artistas amigos quienes escribieron sobre él Otto Apuy Carlos Barboza Gerardo González

Asistente M.E. Guardia Mariela Soto

Entrevistados Luis Delatorre Orlando García Gloria Garita Guillermo Garita Rosi Garita Yolanda Mendoza Sylvia Mora Sonia Romero Osvaldo Sauma Amir Selseleh Mariamalia Sotela

Estudio matemático Valeria Grant

Créditos de la exposición

Sobre esta publicación

Curaduría María Enriqueta Guardia Yglesias Asistencia a la curaduría Mariela Soto Amen Videos educativos y QR César Cordero Fernández. Estudio matemático Valeria Grant Coordinación de préstamos Ericka Solano Brizuela Insumos didácticos en sala María Enriqueta Guardia Yglesias Insumos didácticos para redes sociales Vivian Solano Brenes Diseño gráfico Gabriel González Chavarría Museografía María Lourdes Robert Montes de Oca Montaje Olman Carvajal Ulloa Adner Castro Cerdas

Textos María Enriqueta Guardia Yglesias Diseño gráfico Gabriel González Chavarría Portada Disifredo Garita, sin título (detalle), técnica mixta sobre madera, 80 x 50 cm, 1976. Colección particular.

Videos educativos y QR César Cordero

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Diciembre 2020


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