Revista Gestión y Tecnología Nº12

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El año 2006 es una fecha muy significativa en la historia de KWS. En él, la empresa, celebra 150 años desde su fundación en Kleinwanzleben, cerca de Magdeburgo, en el Este de Alemania. Sus socios fundadores, Matthias Cristian Rabbethge y Julius Giesecke, son los ancestros de la familia que hasta hoy mantiene una participación mayoritaria y un rol activo en la dirección de la empresa. En su larga trayectoria, KWS ha debido soportar situaciones extremadamente difíciles, de las que, sin embargo, siempre ha logrado salir adelante. Entre las más impactantes se cuentan la pérdida de su filial en Ucrania, como consecuencia de la Revolución Bolchevique, zona que en esa época tenía la mayor superficie remolachera del mundo. Posteriormente, la división de Alemania que siguió a la Segunda Guerra Mundial le significó perder todas sus propiedades y activos, que pasaron a manos del Estado de Alemania Oriental. En 1945 la empresa recomenzó, prácticamente desde cero, en Einbeck, Baja Sajonia, donde hasta hoy está la casa matriz. KWS, una de las principales empresas de semilla del mundo, es la cabeza de un grupo independiente, integrado exclusivamente por compañías del mismo rubro. Desde sus inicios, que se remontan a la época de los primeros descubrimientos de Mendel (1856), su trayectoria ha representado una curiosa combinación de tradición e innovación. La primera, manifestada en su historia más que centenaria, en la permanencia de la familia fundadora y en la recuperación de su sede original tras la reunificación de Alemania. Y la innovación, reflejada en el esfuerzo permanente por responder a nuevos desafíos y situarse a la vanguardia de los avances científicos y tecnológicos. Ya en 1972 KWS inició el uso de la biotecnología en sus proyectos de mejoramiento genético. En 1984 fundó PLANTA, empresa especializada en el área de la biotecnología y en 1999 dio un paso adicional, con la inauguración del “Biotechnikum”, centro de investigación en biotecnología.

KWS,150 años Sobreponiéndose a desafíos que llegaron a incluir la pérdida de todas sus propiedades después de la II Guerra Mundial, KWS está presente hoy en 65 países, trabajando a la vanguardia de los desarrollos tecnológicos en semilla de remolacha.

Sus esfuerzos en mejoramiento genético han permitido a KWS desarrollar no sólo variedades estándar y tolerantes a enfermedades sino también variedades de remolacha genéticamente modificadas, tolerantes a herbicidas totales, las que ya se están ensayando en distintas regiones de Estados Unidos con miras a una eventual introducción en siembras comerciales en 2007. Asimismo, lleva adelante proyectos en el área de materiales vegetales con el propósito generar biomasa que sirva de materia prima renovable para la obtención de biocombustibles. Entre los 65 países en que KWS está presente, Chile fue uno de los primeros en que se estableció después de 1945. Fue en 1956 -cuando celebraba 100 años de vida- que fundó su filial local, Segenta Ltda., Productora de Semillas Genéticas, nombre que fue cambiado a Semillas KWS Chile Ltda. en 1996, con ocasión de su 40º aniversario. Ello da al año 2006 un doble significado para nuestra empresa en Chile. Como KWS Chile sentimos gran satisfacción de haber apoyado ininterrumpidamente el desarrollo del cultivo de la remolacha en el país desde sus inicios, aportando, con nuestra genética y tecnología de semillas, a la obtención de los rendimientos récord que han logrado los remolacheros chilenos en los últimos años y que han hecho posible la continuidad del cultivo en el país. Nuestro programa de Investigación y Desarrollo en Chile colabora permanentemente con Iansagro y ha estado presente en los hitos más importantes del desarrollo del cultivo, tales como la introducción masiva de la semilla monogermen, la evaluación e introducción del insecticida Gaucho, que resolvió el problema de la amarillez virosa, la selección de variedades tolerantes a Rhizoctonia solani, y otros. Ya en 1998, KWS participó en los primeros ensayos de variedades genéticamente modificadas, los que se retomaron en 2005/06, junto con iniciarse la selección de materiales tolerantes a esclerocio. Todo ello nos hace mirar con optimismo el desafío de alcanzar las 20 toneladas de azúcar por hectárea que se ha propuesto Iansagro como meta para la remolacha chilena.


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