Marxismo y filosofia

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sis, que, por lo contrario, remontarse, partiendo de las respectivas condiciones de vida reales, a sus formas etéreas. Este último es el único método materialista y por lo tanto científico”. 55 Una práctica revolucionaria que se limitara a una acción directa contra la esencia terrenal de las quimeras ideológicas y tratara de no ocuparse para nada de la transformación y abolición de las ideologías mismas, sería desde luego tan abstracta y poco dialéctica como un método de pensar teórico de este tipo que, a la manera de Feuerbach, se limite a reducir todas las representaciones ideológicas a su núcleo material, terrenal. Al adoptar esta actitud abstracta y negativa frente a la realidad de la ideología, el marxismo vulgar comete un error muy similar al que cometían aquellos teóricos del proletariado que, en tiempos pasados y recientes, han intentado derivar del conocimiento marxista del condicionamiento económico de las relaciones jurídicas, las formas de Estado y cualquier acción política, la enseñanza de que el proletariado podía y debía limitarse a la acción directa, económica. 56 Es de sobra conocido con qué mordacidad Marx se ha enfrentado a semejantes tendencias, especialmente en su polémica con Proudhon, pero en general a todas. Cada vez que, en diferentes épocas de su vida, encontró esa opinión (que sobrevive aún en el actual sindicalismo), subrayaba muy enérgicamente que este “menosprecio trascendental” del Estado y la acción política, no es materialista en absoluto y que, por lo tanto, es 55

Véase El Capital, ed. esp. cit., t. I, p. 303, nota 4 y la tesis IV sobre Feuerbach que coincide totalmente con lo dicho allí. Es fácil comprender que lo que Marx llama aquí único método materialista, y por lo tanto científico, es precisamente el dialéctico-materialista, en contraste con el defectuoso método abstracto-materialista. Véase además, a este respecto, las observaciones de Engels en su carta a Mehring, del 14 de julio de 1893, sobre el punto que falta en el método materialista que Mehring aplica en "La leyenda sobre Lessing" y en el que "tampoco ni Marx ni yo hemos hecho bastante hincapié en nuestros escritos". "En lo que nosotros más insistíamos y no podíamos dejar de hacerlo así era en derivar las ideas políticas, jurídicas, etc., y los actos originados por ellas, de los hechos económicos básicos. Y, al atender al contenido, hemos desatendido el aspecto formal; es decir, el proceso de formación de estas ideas, etc." Más adelante veremos que la crítica a que Engels somete aquí sus propios escritos y los de Marx sólo se aplica en realidad en un grado mínimo al método que ellos emplearon. La unilateralidad que aquí se critica se encuentra con mucho menos frecuencia en Marx que en Engels, y aun en éste no tantas veces como se podía suponer al leer esta severa autocrítica. Hay que señalar, además, que, en sus escritos ulteriores, movido por el temor de no haber tomado bastante en cuenta la forma, Engels cae a veces en considerarla de un modo erróneo, no dialéctico. Nos referimos a todos aquellos pasajes del Anti-Dühring, del Feuerbach y particularmente de sus últimas cartas recopiladas por Bernstein (en Dokumente des Sozialismus, t. u, p. 65 y ss.) que se ocupan del "campo de aplicación de la concepción materialista de la historia", pasajes en los que Engels tiende a cometer el mismo error que Hegel había caracterizado en el apéndice al párrafo 156 de su Enciclopedia, como un "comportamiento totalmente irracional". En términos hegelianos: desciende de las alturas del concepto al volver a las categorías de reacción, acción recíproca, etc 56 Esta opinión halla una expresión muy característica en los argumentos con los que Proudhon, en su conocida carta a Marx de mayo de 1846, trata de explicarle la forma cómo él se plantea ahora el problema: "Devolver a la sociedad, mediante una combinación económica, las riquezas que se le han extraído por otra combinación económica; es decir, volver la teoría de la propiedad en economía política contra la propiedad, y crear de esta manera lo que ustedes, los socialistas alemanes, llaman comunidad de bienes." Marx, por el contrario, aunque aún no había elaborado su ulterior punto de vista materialista, ya se había dado cuenta de la relación dialéctica que obliga a plantear y resolver los problemas económicos políticamente, tanto en la teoría como en la práctica. Véase al respecto, por ejemplo, la carta a Ruge de septiembre de 1843, en la que Marx contesta a los "socialistas extremistas", según los cuales las cuestiones políticas, como la diferencia entre el sistema estamental y el sistema representativo, "son indignas", observando dialécticamente que "esta cuestión, en definitiva, sólo expresa de un modo político la diferencia entre el reino del hombre y el reino de la propiedad privada". Karl Korsch

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