Sobre un concepto histórico de ciencia. De la epistemologia actual a la Dialectica

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producen universidades, se producen leyes, se producen poemas, se producen hijos, se produce el sentido de la vida, todo eso es producción. Con la división social del trabajo ocurre que hay expertos en esta producción, expertos en la otra. Pero, en general, ya se produce al objeto en el acto de percibirlo, el acto de la percepción es un acto de producción históricamente caracterizado. No estoy seguro de los azules, los amarillos y los violetas que veían los griegos. No hay nada de objetivo en la longitud de onda del azul, o en la longitud de onda del amarillo. Sostengo que el acto de percepción debe ser entendido como un acto de producción. El acto del lenguaje debe ser entendido como un acto de producción. Y cuando se usa entonces este concepto especulativo de producción, ideología y producción resultan la misma cosa. Somos nosotros, en el análisis, en la teoría, los que podemos hacer la diferencia. Toda sociedad humana se ha desarrollado en medio y a través de racionalidades características. Ha entendido la realidad, al hombre, al conocimiento, a la técnica, de maneras autoconsistentes y completas que les son propias. La forma de la racionalidad que anima a un conjunto social determina las formas que adquieren sus diversas creencias y acciones. La idea que los hombres tienen de la realidad está enmarcada en la racionalidad en que viven, la que no expresa, en último término, sino la manera en que producen y reproducen sus vidas. La idea de la realidad no es más, como idea, de lo que la realidad misma es de manera efectiva. Pero también al revés : los límites de la realidad efectiva están definidos por las especiales ideas a los que su ejercicio de hecho ha dado lugar. Esta es la forma de la conciencia que una época tiene de sí. Pero la conciencia que una época tiene de sí no es un lugar inocente en que todas las claves quedan al descubierto. Las sociedades humanas reales no son, prácticamente, transparentes. No hay en ellas ni la justicia, ni el reconocimiento, ni el grado de realización universal suficientes como para que puedan mirarse de manera simple y directa a la cara. Los hombres han encubierto y encubren en la idea que forman de sí y de lo real, el carácter incompleto y dramático de sus existencias. Una manera simplista de decir esto sería decir que cada sociedad tiene un cuento que contarse, en que sus contradicciones quedan armonizadas. Sin embargo lo esencial de la racionalidad que cada sociedad se otorga a sí misma no es la falsedad o el engaño. Si se examina cuidadosamente el problema se descubrirá que realmente no hay, en sentido absoluto, una realidad respecto de la cual develar ese supuesto engaño.

b. Un concepto histórico de ciencia Considerada desde ese punto de vista la ideología no sólo es verdad sino que es la verdad. Para la mentalidad cartesiana existe el objeto y la verdad sobre el objeto, de tal manera que el reino de la verdad es uno y el reino del objeto es otro. En la lógica que estoy usando, en cambio, el objeto y la verdad coinciden o, también, la verdad es un hecho práctico. Para decirlo más enfáticamente : la verdad es un hecho no un enunciado. No es una propiedad de los enunciados, no es una categoría lógica. Y si es así, ideología y ciencia no son lo contrario, como en el caso de Althusser, sino que ocurre que la ciencia es una forma ideológica. Es la forma ideológica de la modernidad. Que la ciencia tenga historia no significa lo mismo que el que tenga tiempo. La diferencia entre historicidad y temporalidad no tiene mucho sentido para la racionalidad científica clásica, con sus modelos newtonianos y cartesianos. En ese universo la historia no es sino algo que ocurre en el tiempo. Es, por así decirlo, el contenido material y contingente de un tiempo que fluye de manera independiente y homogénea. Pero esta historia, con su carácter material, tiene una racionalidad subyacente estricta que, en último término, resultará análoga a la de la temporalidad. La historia, como veremos más adelante, no es sino la redistribución permanente de unos cuantos patrones racionales fijos. A este concepto de historia, como mera redistribución de lo constante, es lo que llamaré temporalidad. A la idea de una historia viva, emergente, que no es sino el reino de la libertad, que está completamente llena por el esfuerzo y la creatividad del trabajo humano, es lo que llamaré historicidad. ( 8 ) El sostener que la racionalidad científica es una forma ideológica no alude al carácter de su posible temporalidad, sino a su historicidad real.

Me entero por una página de Esteban Peicovich, (Introducción al Camelo, Ed. Jorge Alvarez, Bs. Aires, 1967, pág. 25) que en Argentina existe la costumbre de preguntar "¿Qué tiempo tiene?" para referirse a la edad de los niños. Me gusta pensar que esta pregunta sólo es parcialmente correcta. Para los adultos es indudable que la pregunta sería "¿Qué historia tiene?". 8

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