Mono Ilustrado - Número 2 - Marzo 2013

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La obra de Kavan es breve en cuanto a títulos se refiere, sin embargo, los pocos textos que escribió durante su corta pero agitada existencia, guardan una correspondencia tonal con la dulce melancolía que aquejó desde la más tierna infancia, a la que fuera una de las voces más significativas en la literatura contemporánea. Los textos de Kavan en su conjunto se dividen, tal como lo señala Edmund Johnson Steven en su extenso y revelador ensayo El laberinto y su noche: Kavan, una escritora disidente2, en dos grandes periodos en los que la mujer de piel/palabra, morfinómana hechicera de las letras un caudal de silencio rojo, padeció, como guerrera de una batalla que se sabe perdida desde la entraña/lamento, una sangrante metamorfosis ennoblecida por el espanto de la belleza que no finge nostalgia; mar perfume de caníbales labios. La parte primera de su obra en la que firma con el nombre que adoptó de casada -Hellen Ferguson- (Anna se casó tres veces, concibió un hijo en su segundo matrimonio, vástago que perdería años más tarde en la guerra de principios del siglo XX), se compone de cinco relatos en los que se atisba el discreto germinar de un fuego donde las palabras musitan desde la otra orilla del lago que no existe: Un círculo mágico (1929), Que Me Alone (1930), Las Hermanas Oscuras (1930), Un extraño aún (1935), Ganso de la Cruz (1936), Rich Get Rich (1937), se refieren a ese primer momento en que Anna, bajo su rostro de princesa atribulada, musa agónica de ojos negro

continente, permanecía impávida ante el desafiante encanto de una inquietud que se sabe amorfa melancolía, inquietud de rostro transparente, incertidumbre réptil de infantiles párpados babeando voces entre las piernas de una escritura alucinada, más no alucinante. La segunda parcela de su obra literaria, concierne al momento del embrujo kafkiano, el encanto demiúrgico de una escritura habitada de sombras que sonríen con boca descarnada, “arrastrando su miseria entre la feria de los hombres”. Los textos correspondientes al cismático periodo de la revelación –la que devino tras la lectura de Kafka- destilan rabia, viento y gritos de anestésico olor a lepra/fiebre: Asilo Piece (1940), Cambié el nombre (1941), Soy Lázaro (1945), Sueño tiene su casa (también conocido como La Casa del Sueño,1948), El caballo Cuento (1949), Nido del águila (1957), Un Campo Verde Brillante y otras historias (1958), ¿Quién es usted? (1963), Hielo (1967), Julia y el Bazooka (1970), Mi alma en China (1975), My Madness: Selected Writings (1990), Mercury (1994), The Parson (1995), Guilty (2007). Estos quince textos, que en realidad son breves narraciones escritas desde un invernal bosque de pesadillas dantescas –Kavan padeció de prolongados periodos de postración y melancolía que le condujeron a un sin fin de internamientos en diversas instituciones psiquiátricas– son el subterráneo eco de una existencia lobuna, nerviosa, impasible; existencia

2 Edmund Johnson Steven fue un connotado especialista en literatura comparada. De nacionalidad inglesa, trabó amistad con personalidades de la talla de: Roland Barthes, Edmund Jobes, Jaques Lacan, Cesare Pavese, Constantin Kavafis. En el texto citado Steven explora las laberínticas narraciones de Anna Kavan a través del universo existencial de Hellen; su vida fue el principio de su caída como mujer escritora. Steven concibe una bifurcación ontológica en la obra de Kavan; dos momentos en que tiempo y creación renuncian desde la resistencia de la escritura siempre necesaria. 33


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