OSAL #31

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Mina Alejandra Navarro

Memoria latinoamericana

intensidad sobre la Revolución Rusa de 1917, permitió ir perfilando esperanzados horizontes de renovación como fundamento de proyectos alternativos a los regímenes políticos y a las estructuras culturales hegemónicas. Estas perspectivas de regeneración no se acotaron al país del Plata, sino que se multiplicaron en otros centros de irradiación intelectual en diversos puntos de América Latina: además de a Córdoba, Buenos Aires y La Plata, podemos mencionar a Lima, Santiago, La Habana y México, entre otros.

El estallido del movimiento sucedió en Córdoba y no en Buenos Aires

La “ciudad mediterránea”, “la docta”, “llave del interior”3 –algunas de las elocuciones que han identificado a la ciudad de Córdoba en la historiografía argentina– se perfiló como el centro cultural para todos los jóvenes de las provincias del interior y también de Chile, Perú y Bolivia, debido a su actividad, tanto en el Colegio Monserrat como en su Universidad4. Esa Córdoba, anatematizada por Sarmiento en el Facundo, adormecida desde hacía siglos por un pesado sopor hispánico y clerical; representó la versión más difundida sobre la reforma universitaria, que parte de una matriz ideológica liberal progresista, trabajada con un marcado tono de historicismo, perfilando así a la ciudad de Córdoba únicamente como adalid de clericalismo y conservadurismo. Sin embargo, tan sólo las acciones que emprendieron los jóvenes reformistas, apelando al discurso anticlerical, dan la pauta de la existencia de otra Córdoba, nos refieren a una ciudad que está en la lucha por preservar su hegemonía como centro cultural desde finales del siglo XVI, en la condición, que acertadamente caracterizó Raúl Orgaz (otro de los dirigentes históricos de la Reforma), de bifacialidad cordobesa, al hacer referencia a esas dos Córdobas, la clerical y la liberal, cuyos discursos han estado anudados históricamente. A la luz de lo anterior cabe señalar que, mientras que la confrontación ideológica en Buenos Aires fue representada por la oposición entre liberales y conservadores, en Córdoba lo fue entre laicos y clericales. El nacionalismo católico en la docta ciudad representó la fuerza de resistencia de cara a las fuerzas liberales, distintas a las suscitadas en Buenos Aires5. La gestación del movimiento reformista se articuló sobre la base de una confrontación ideológica entre el clericalismo y el laicismo. El elemento religioso jugó un papel determinante, en cuanto que la primera bandera del movimiento reformista fue el anticlericalismo, sumándose inmediatamente después la causa antiimperialista.

El arielismo en el Manifiesto Liminar

En tanto discurso americanista, el Manifiesto definió un factor de identificación, en el sentido de una comunidad imaginada (Anderson, 1993), que trabaja en el plano ideológico sobre aquellos que se sientan reconocidos con ella. Según Clifford Geertz, la acción de pensar, la conceptualización, la formulación, la comprensión consiste no en un espectral proceso que se desarrolla en la cabeza de alguien, sino en un cotejo de los estados y procesos de modelos simbólicos con los estados y procesos del mundo exterior (Geertz, 1991: 187). Sumemos a este análisis el método antropológico de Robert Darnton, que en su opinión consiste en leer

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