Reunión Nacional por el Buen Vivir

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EL POPULISMO Y LA NUEVA ESPERANZA POR EL BUEN VIVIR

corrupción, violación a derechos humanos, elecciones fraudulentas, etcétera. Por donde se le vea, los gobiernos de derecha de casi cuatros décadas son un absoluto fracaso. ¿Y así se arma la ultraderecha de valor para construir su narrativa ideológica contra el populismo? Entonces, hay que generar el fantasma de la peligrosidad de las pasiones para, justamente, decir que por ahí no hay nada. ¿Por qué? Porque no conviene que se evidencie que lo que hay ahí en juego, justamente, es político. Es lo político en su expresión más, digamos, desnuda. Sin ir más lejos. Hay que jugar con el enemigo con las armas del enemigo y el enemigo. Mostrar la politicidad que hay detrás del supuesto tecnicismo o procedimiento meramente económico. (Cadahia, 2015). ¿Cómo se presenta la ultraderecha? Como opción de futuro. ¿Qué son en realidad? Un puente al pasado. A ese pasado pernicioso que se inauguró en la década de los ochenta con el llamado Consenso de Washington: privatización de lo público y desregulación extrema. Pero algo en la construcción ideológica de la derecha no cuadra. En estas casi cuatro décadas de neoliberalismo, evolucionó en la región un capitalismo de cuates y de cuotas. Un capitalismo concentrado, con bienes y servicios caros para toda la sociedad. Un capitalismo concentrado, con bienes y servicios caros para toda la sociedad. Pero la construcción ideológica en torno al populismo va más allá de la dimensión económica. Hace alusión esencialmente a una cuestión inmaterial. Es decir, a los afectos. Entonces considero, y esto es algo que muchos otros teóricos están haciendo, es necesario que desde esta teoría populista se piense en la dimensión estética de los afectos a mediano plazo. Sin ir más lejos, estoy pensando otra vez en Gramsci, como todos los que han pensado la cuestión del populismo, cuando Gramsci decía lo siguiente: en lo popular, en lo nacional-popular hay fuerzas reactivas y fuerzas emancipatorias. Tenemos que considerar una pedagogía estética para que las fuerzas populares reactivas se neutralicen, puedan ser problematizadas y dar paso a las fuerzas populares emancipatorias. (Cadahia, 2015). ¿Frente a qué disyuntiva estamos? Ante un electorado que tiene que elegir entre el pueblo o las élites. La izquierda democrática está ante una oportunidad histórica para replantear lo que queremos en América Latina. Pero hay que elaborar un relato propio de las cosas y apuntalar una agenda básica de transición política hacia la construcción de un nuevo orden. Y la segunda cuestión a pensar es que lo nacional-popular del populismo tiene que dar un paso hacia una problematización internacionalista de lo nacional-popular. Porque estamos en un momento histórico donde es necesario generar articulaciones. Y eso no supone caer en la vieja utopía de un gran proyecto socialista que una vez que se imponga en el mundo

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