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Sábado 2

EDITORIAL A9

Julio de 2011

BALANCE VICTOR REYNOSO

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esde el primer año del sexenio de Vicente Fox circuló una frase que resumía el estado de ánimo ante ese gobierno: el país flota, pero no avanza. El país no se hundió, como creían algunos que pasaría cuando el PRI dejara el poder, pero tampoco avanzó hacia algún rumbo definido. ¿Es la misma situación casi 11 años después de gobiernos panistas? Para algunos, los que consideran que hacer crítica es enlistar las malas noticias, el país está hundido. Argumentan con las estadísticas de homicidios violentos y dicen que estamos en el peor momento de nuestra historia. Sin negar la gravedad de los problemas, esta posición es demasiado simple, extremista: se va a uno de los extremos de la realidad y pierde el conjunto. Para otros el barco ha avanzado. Se viven en el país realidades que parecían imposibles hace unas décadas: federalismo, división de poderes, elecciones con alternancia, libertad de prensa. Ciertamente los peces son los

últimos en darse cuenta de que viven en el agua, y otros ven todas estas situaciones como algo natural, y no como logros que llevaron décadas. Con más razón se argumentará que esos logros son de muchos, no de los gobiernos panistas. Más allá de estas posiciones, es claro que los grandes cambios que se esperaban cuando el PRI dejara Los Pinos no se han dado. Los avances contra la pobreza y la desigualdad son mínimos. En otra cuestión fundamental, la seguridad, el retroceso es claro. Para algunos, la explicación está en la incapacidad para realizar los cambios estructurales necesarios. Por un lado, las mencionadas reformas laboral, fiscal y energética. Por otro la eliminación de los diversos y ominosos monopolios y oligopolios, públicos y privados: televisión, telefonía, petróleo, electricidad. En 11 años los gobiernos panistas no han podido o no han querido hacer esos cambios.

¿EL PRESIDENTE DE LA EDUCACION? MANUEL GIL ANTON

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tisba al futuro. El presidente Calderón imagina el trato que le dará la historia: “Ojalá me recordaran por lo que he hecho en educación y salud, y no nada más por los muertos en la lucha contra la delincuencia”. ¿Le convendría ser añorado por sus acciones en educación? Quién sabe. Las recientes declaraciones de Elba Esther Gordillo lo dejan mal parado. Desde el inicio de su mandato, aceptó un pacto político con la presidenta del SNTE y dirigente de una fuerza política considerable. A decir de la señora, el acuerdo fue en torno a transacciones políticas, votos por puestos, lo cual refuta lo dicho por el mandatario: “Con el SNTE hay una alianza, sí, pero es educativa, no política”. ¿Será? Gordillo, sin ambages, sale, ahora, al mercado para ofrecer sus servicios al mejor postor —al partido o candidato que le dé más puestos, dinero, ventajas, impunidad, gratitud e interlocución privilegiada. Hace cinco años pidió como contraparte a sus gestiones, puestos para su grupo reformador (sic). Lo grave del acuerdo es, justamente, lo que no dice. El centro del acuerdo era otro: concederle el control de la educación básica, la de todos los mexicanos por mandato constitucional. Esa era la factura importante o la hipoteca que Calderón aceptó, pagó y paga hoy, con toda puntualidad, a pesar de los intereses agiotistas que significa para el desarrollo cultural y económico del país. A los subsecretarios los nombra el Presidente. Fernando González fue nombrado responsable de la educación básica.

Frente a esta concesión, más bien cesión, el obsequio de la administración del ISSSTE o la Lotería fue lo de menos para el interés nacional. Nunca la renuncia de la autoridad educativa, facultad del Ejecutivo, había llegado a tal nivel: se diluyó. La SEP, en 2007, emite el Programa Sectorial Educativo: es el más pobre y mediocre del que se tenga memoria. En cambio, la Alianza por la Calidad Educativa, acordada con el SNTE, opera como faro en la conducción de la educación básica. Se negocia con la cúpula sindical la agenda a los Consejos de Participación Social, dando legitimidad a las supuestas “cuotas voluntarias”. La SEP dice que son virtuosas, a pesar de no ser constitucionales. Pacto mata Ley. Adicional a este “hecho histórico y sin precedentes”, se acumulan otros así calificados: apoyar fiscalmente a “las familias que hacen el gran esfuerzo de enviar a sus hijos a la educación privada”. Decisión éticamente impresentable. Acordar, de nuevo con el SNTE, los ajustes a la Carrera Magisterial; felicitar al sindicato por aceptar que la evaluación sea para todos. Un ejemplo de valor, señaló el Presidente. Un aspecto más es ineludible. Ha sido entronizada como piedra filosofal la prueba ENLACE, instrumento de evaluación que se emplea para reconocer escuelas buenas o dar paga adicional a profesores cuyos alumnos “saquen muchos aciertos”. El examen para evaluar nunca ha sido evaluado de manera independiente. Menuda contradicción. Hay que evaluar, aunque sea mal… Es un fetiche.

SEIS REFLEXIONES PARA EL PROXIMO GOBIERNO LUIS FONCERRADA

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o estamos resolviendo el bienestar de nuestra población de manera significativa, y es evidente que hay obstáculos que resolver. Comparto algunas reflexiones para las políticas públicas del próximo sexenio: 1. Tenemos un problema de actitud; pequeñez en el ánimo y en la perspectiva. Estamos agazapados, atrapados en los intereses parroquiales de muchos participantes en la definición de políticas. Sufrimos en la práctica una visión miope, oscura, que no permite ver ni entender el potencial de nuestro país. Es necesario eliminar el temor de actuar y aventurarnos a decidir el futuro con grandes pasos, con audacia. Ejemplos de lo que podemos hacer, cuando queremos, sobran. 2. La distribución del ingreso nos impide crecer. La concentración del ingreso representa una camisa de fuerza para la producción. Si no hay consumo amplio, diversificado, no se incrementará la producción y mantendremos una amplia economía de sobrevivencia en la informalidad. Seamos claros, la informalidad, la mayor parte de ella, es un efecto, no una causa de no crecer. El coeficiente de desigualdad en el ingreso, al modificarse por el gasto público y las transferencias, que redistribuyen el ingreso, mejora en México en dos puntos. En la mayoría de los países de la OCDE —

países capitalistas, con una distribución inicial similar a la nuestra, después del gasto público y transferencias— el coeficiente mejora en 20 puntos. Sí, un cambio de gran magnitud que incrementa notoriamente el mercado interno y el bienestar. 3. Otro ejemplo de nuestra miopía, y causa de la mala distribución, es el mantener los subsidios para los deciles de ingresos más altos (en la gasolina y en los alimentos a través del IVA), en lugar de hacer transferencias bien dirigidas a los deciles más bajos. Exenciones y subsidios distorsionan el uso de energía y benefician a quienes no lo requieren. Pequeñez y miopía. ¿Qué país seguiremos generando? ¿Cómo creceremos así? Mantener los monopolios públicos, Pemex y CFE, que imponen camisas de fuerza a la economía no está desvinculado de las distorsiones que causamos. 4. Inversión. O invertimos o no crecemos; o tenemos innovación tecnológica o no mejoramos la productividad. La productividad, hay que decirlo, es también, en gran parte y en muchos casos, un efecto, y no una causa del bajo crecimiento. La inversión requiere de financiamiento. Nuestro financiamiento al sector privado, tomando todas las diversas fuentes, no sólo el crédito bancario, es la quinta o sexta parte, como proporción del PIB, de otras economías del mundo.


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