Concurso de cuentos

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XI CERTAMEN DE CUENTOS CONMEMORACIÓN “DÍA DE ANDALUCÍA” ORGANIZA: III CICLO CURSO 2013/14


ÍNDICE Primer premio El duende del bosque.

Carlos Berenguer Galea

5º A

Irene Bernal Martínez

6º A

Mariana M-Arroyo Dore

5º B

Segundo premio Una amistad perdida. Tercer premio El pegamento especial. Accésit La superación de Luis.

Joaquín Infante Rodríguez 6º B

Accésit El león diferente.

Álvaro González Luna

5º A


EL DUENDE DEL BOSQUE

María dijo: - ¿Qué te ha pasado? ¿Cómo te has herido la pata?

Un día de primavera, Miguel, María, Antonio e Isabel fueron de paseo a un bosque de pinos. Vieron que el paisaje era muy bonito pero había mucha basura y eso lo perjudicaba mucho, así que se lo comentaron a sus padres y decidieron ir a recoger la basura el siguiente fin de semana. El sábado, los cuatro fueron con sus padres a recoger la basura que había en el bosque de pinos. Miguel vio una seta y una especie de hombrecillo pequeño que se escondía detrás de ella y llamó a sus amigos: - María, Antonio, Isabel, venid a ver esto. Cuando llegaron, el hombrecillo se mostró. Iba con un gorro rojo, una blusa verde, unos pantalones anchos sujetos con una correa con una gran hebilla y unos zapatos grandes negros. Dijo:

El ratón le contestó: - Me he cortado con una botella de cristal rota. María le curó la pata y enseguida se recuperó. Agradecido le dijo: - Ya estoy mejor, muchas gracias. Siguieron andando y se encontraron con un pájaro carpintero picoteando un árbol. - Estoy construyendo una nueva casa en este árbol –dijo el pájaro-. Alguien tiró una colilla encendida en la zona donde vivía y se quemó. Por suerte toda mi familia pudo escapar.

- Soy un duende, sólo nos mostramos a los que respetan la naturaleza. En este bosque hay mucha basura. Venid conmigo.

El pájaro los condujo a una zona donde todo era gris y negro, sin ningún signo de vida. Daba mucha tristeza ver los árboles quemados que ya no volverían a dar más sombra.

El duende los llevó por el bosque hasta una flor que no podía respirar porque tenía un plástico por encima. Miguel se lo quitó y pudo oír en su mente la voz de la flor:

A lo lejos, se escuchó la voz de los padres llamar a los niños que se despidieron del duende, dándole las gracias por todo lo que les había enseñado.

- Gracias, me estaba asfixiando con la bolsa. Como agradecimiento, la flor le mostró sus colores más bonitos. Luego el duende los llevó a una madriguera tapada por un mueble viejo. Entre todos lo quitaron y un conejo se lo agradeció: - Gracias, me estaba muriendo de hambre porque no podía salir con el mueble. El duende los adentró más en el bosque y vieron un ratón con una pata herida.

El duende cogió cuatro ramitas del suelo y dijo a los niños que eran cuatro batutas mágicas. Al agitarlas podrían escuchar sonidos de la naturaleza como el crujir de las ramas, el sonido de la lluvia al caer, el canto de los pájaros… así recordaréis siempre del magnífico día que pasaron limpiando el bosque y ayudando a la naturaleza. Carlos Berenguer Galea 5º A


UNA AMISTAD PERDIDA Hace ya unos cinco años, en el Puerto, conocí a un chico en clases de geografía. Se llamaba Jorge, era un niño amable y respetuoso, además de divertido y amistoso. Tenía habilidades para todo, deporte, dibujo…

situación y, acabé por rendirme. Lo mismo pasó a la mañana siguiente, al terminar el colegio, teníamos que hacer un trabajo para el próximo día y el profesor nos había dicho que nos podíamos poner solos o en pareja, y le pregunté si quería hacerlo conmigo, pero él se negó diciendo que lo iba a hacer con su IPod y que yo

Pronto me hice su mejor amigo y pasábamos grandes momentos juntos. Creía que nuestra amistad nunca llegaría a romperse, pero

no podía tocarlo. Me quedé con cara de asombro, no era el mismo chico que había conocido, estaba cambiando.

me equivocaba. Todos los días iba a su casa, pero siempre era lo mismo, que no El 18 de junio del año siguiente fue su cumpleaños, lo celebró en su casa, tenía una gran piscina y un patio de alucine, una canasta de baloncesto y una portería de fútbol. Llegaba la hora de los

podía porque estaba ocupado; pero yo sabía que lo que estaba haciendo era jugar con su Ipad. Pronto me cansé y dejé de acudir a su casa, no le hablaba en el cole y apenas le veía por la calle.

regalos y tocó mi turno. Le di el mío, él lo abrió y me miró con una sonrisa. Le regalé el último ejemplar de la colección de “Gerónimo

Dos meses después fue a mi casa, quería hablar conmigo. No

Stilton”. Lo dejó sobre la mesa y continuó. El siguiente era de sus

sabía si hacerlo, pues no se lo merecía. Al final me decidí a hablarle

padres, pesaba bastante y era grande, un poco mayor de tamaño que mi regalo. Lo abrió y se quedó con la boca abierta, yo no sabía lo que era hasta que me lo enseñó… ¡era un IPod! Se levantó y lo sacó de la caja mientras su padre le enseñaba cómo funcionaba. El resto del cumpleaños se lo pasó descargándose aplicaciones y juegos; entre tanto yo estaba aburrido chapoteando en la piscina.

y él comenzó con cara triste. Me dijo que se mudaba a Nueva York porque a su padre le habían trasladado, y que sus padres y su hermana le esperaban en el coche. En ese momento se me escapó una lágrima y Jorge me dio un abrazo diciendo que había sido todo culpa suya por no haberme prestado atención, y me preguntó si le perdonaba. Yo le respondí que sí con la cabeza y nos dimos la mano. Entonces él se montó en su coche y se fue. Ese fue el último momento en que le vi, y así fue como una máquina arruinó la

Al día siguiente, por la mañana, fui a su casa y lo llamé para salir

amistad con mi mejor amigo.

a jugar un rato, pero él me contestó que estaba muy ocupado con su nueva “tablet” y que viniera en otro momento, quizá por la tarde, me dijo. Me pasé después pero me encontré en la misma

Irene Bernal Martínez 6º A


EL PEGAMENTO ESPECIAL Ayer estaba en el cole haciendo manualidades con mis amigos. Estaba esperando que el pegamento se secara cuando vino Luis y resbaló. - ¡Au! Mi pierna, me duele mucho –dijo Luis. Mis amigos y yo le acompañamos a la enfermería mientras él cojeaba. - Luis, te has hecho un esguince en la pierna derecha –dijo la enfermera. Le vendó la pierna, le dio unas muletas y volvimos a clase. Cuando Luis pasó por mi mesa, le dio un golpe con una muleta, se le cayó el pegamento en la pierna donde tenía la venda y se paró en seco con cara de extrañado. - ¡La pierna no me duele! –dijo muy alto. Se quitó la venda y empezó a dar saltos por la clase diciendo que no le dolía. - Tu pegamento es mágico –me dijo-, ya no me duele nada. Fuimos de nuevo a la enfermería a preguntarle a la doctora si ya se le había pasado y, efectivamente, se le había pasado. Recorrimos Luis y yo todo el colegio buscando a niños lastimados o heridos y les echamos el pegamento para ver si se les pasaba. Primero fuimos a primer ciclo donde había una niña llamada Julieta. Se había roto la muñeca izquierda. - Julieta, te vamos a echar un pegamento que te curará la muñeca y podrás volver a moverla –le dije muy segura. - Vale, pero no me hagáis daño –dijo con timidez. Se la curamos y nos fuimos de nuevo a clase.

Al día siguiente estaba lloviendo mucho y se hicieron varias goteras en nuestra clase. -¡Atención! Tengo una mala noticia –dijo el profesor con mala cara- no tenemos suficiente dinero para pagar un tejado nuevo. - ¡Ohh! –dijimos todos los niños a la vez. De repente se me ocurrió una brillante idea. -¿Por qué no vamos al centro del pueblo, cobramos dinero a la gente y nosotros le arreglamos cualquier herida con mi pegamento especial? –dije. - Es una magnífica idea –me dijo el profesor muy orgulloso. Dos días después montamos un puesto en el que había un cartel que ponía:

Curamos cualquier herida por solo 5 € Cada vez se acercaba más gente y la hucha cada vez estaba más llena. Finalmente, cinco días después pudimos alcanzar el dinero que necesitábamos: 4500€. Todos nos alegramos muchísimo y pudimos arreglar el tejado.

Mariana Martín-Arroyo Dore 5º B


LA SUPERACIÓN DE LUIS Érase una vez, hace unos pocos años, concretamente en el año 1993, había un niño que era tan normal como tantos otros, aunque en su caso tenía algo especial, su habilidad para la práctica del fútbol. Era una promesa que empezó jugando en el equipo de su pueblo, pero luego creció y parecía que cada día se hacía más bueno. Este niño se llamaba Luis, lo fichó el Betis para su cantera, pero era tal su calidad que luego fichó por el Madrid y al año siguiente por el Barça. En su primera temporada en el Barça marcó 20 goles y dio 10 asistencias y, en su segunda temporada marcó 25 goles dando 17 asistencias. Se había convertido en una de las mayores promesas del fútbol nacional. Un triste día, jugando un partido, un rival le hizo una entrada y, por desgracia, le causó una grave lesión por la que, al principio, parecía que iba a perderse toda la temporada, pero que luego se complicó y un médico le diagnosticó que ya no podría volver a jugar al fútbol nunca y tendría que estar un mes sin salir de casa. Se quedó muy abatido y deprimido, pasaba el tiempo viendo la tele y llorando. Un día viendo un programa de televisión descubrió el deporte del ajedrez, que le llamó mucho la atención y quedó sorprendido de este nuevo deporte para él. Vendió sus equipaciones de fútbol y sus botas y con el dinero que obtuvo se pagó un profesor que fuera a su casa a enseñarle a practicar el ajedrez; también se compró libros para profundizar más en la práctica de esta nueva distracción. Pasado un año se había convertido en un gran ajedrecista. No era tan bueno como en el fútbol, pero con trabajo y dedicación

llegó a ser campeón de España, subcampeón de Europa y décimo del mundo. Descubrió que para divertirse no hacía falta moverse, se podía divertir sentado en una silla y desarrollando su mente. Había conseguido reponerse a una situación de la que nunca creyó poder salir, pero sus ganas de triunfar le habían ayudado a sobreponerse.

Joaquín Infante Rodríguez

6º B


EL LEÓN DIFERENTE Luna era una leona que vivía en la sabana del centro de África. Iba a ser madre y esperaba ansiosa ese momento. Cuando llegó el gran día, su sorpresa fue que uno de sus cachorros era diferente a los demás, tenía muchos colores: amarillo, azul, rojo…¡era un león multicolor! Cuando los cachorros empezaron a incorporarse en las manadas, Milo, que así se llamaba, notaba como sus hermanos y amiguitos lo miraban raro, e incluso algunos se atrevieron a reírse de él. Sus hermanos se enfrentaban a esos leoncitos que se burlaban de él y trataban de animarlo para que no se sintiera diferente. Aún así, Milo siempre corría a los brazos de su madre, la cual solo tenía palabras de consuelo y solo le podía decir que era un león especial y que por eso era diferente. Pasaron los meses y Milo se fue incorporando a la manada, aunque todavía algunos seguían riéndose de él. Un día, al amanecer, los leones pequeños salieron a jugar entre ellos y Milo quiso unirse al grupo para jugar. Ellos le dijeron que no podía ya que no era uno de ellos. Milo corrió, corrió y corrió, llorando decepcionado. Cuando se vino a dar cuenta ya estaba muy alejado de la manada y quiso volver, pero no pudo. Llegó la noche y Milo seguía vagando solo. Entonces cayó al suelo cansado y agotado. El sueño se apoderó de él. Abrió los ojos y su sorpresa fue que unos cazadores estaban perplejos mirándolo y cuando fue a levantarse ya esos cazadores le habían lanzado una red que lo inmovilizó al momento. - ¡Qué suerte! -exclamó uno de los cazadores. - ¡Con este ejemplar nos forramos! –contestó otro de ellos.

Milo estaba asustado. No sabía qué le iba a pasar. Al llegar la mañana, Milo vio que los cazadores se acercaban a un sitio muy extraño, había animales pero... ¡estaban entre rejas! ¿Qué ocurre? ¿Por qué están ahí? –se preguntaba Milo. Escuchó decir a uno de los cazadores, que se trataba de un circo ambulante. Luego vio como uno de los hombres del circo le dio a uno de los cazadores un fajo de billetes y lo enjaularon junto a los demás animales: tigres, monos, elefantes… Esa misma noche había espectáculo. Todos los animales estaban preparados para salir y Milo no entendía lo que estaba ocurriendo. Luego observó cómo un hombre se acercaba a su jaula. La reacción de Milo fue la de salir corriendo cuando la abrió, y no se paró ni un segundo en mirar atrás. Cuando paró y dirigió la mirada hacia atrás, solo vio oscuridad y nadie que lo siguiera. Milo siguió su camino. Pasaron dos días y su cuerpo se estaba debilitando por el hambre y el cansancio. Hasta que se desvaneció. Cuando abrió los ojos, creía haber vivido un sueño ya que se encontraba junto a su manada y junto a su madre. Los demás leoncitos aprendieron a no reírse más de nadie, porque fueron conscientes del daño que podían causar. A los demás hay que aceptarlos tal como son. Álvaro González Luna

5º A



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