Historia de El Salvador Tomo I

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de oposición con relativo éxito en contra del mal gobierno, de los privilegios de los españoles peninsulares y de los criollos poderosos de la Intendencia y en contra del centralismo y dependencia extrema que tenían de la ciudad de Guatemala.4 Este grupo político fue adquiriendo en los albores de la independencia ideas políticas republicanas. A partir de 1821 se empecinó por declarar en la provincia una independencia absoluta, desligada de cualquier otro gobierno. En sus planteamientos retomaban ciertas quejas y peticiones de los sectores medios, de mestizos, ladinos e indios, quienes igual que los criollos guardaban resentimientos contra la aristocracia y autoridades españolas. Protestaban por el poco espacio que tenían en el ejercicio del poder político, pues los cargos públicos a los que tenían acceso eran mal remunerados y con poca o nula posibilidad para escalar a una mejor posición como burócratas. Asimismo, sentían tener pocas oportunidades para superarse profesionalmente.5 Esta pequeña élite contrastaba con la mayoría de la población de la Intendencia que, al igual que el resto del reino, estaba sumergida en el analfabetismo. Era mínimo el interés que manifestaban las autoridades por instalar escuelas en pueblos de indios y ladinos, así como poca la voluntad de la población para instruirse en la escasas escuelas de los pueblos.

vincias, menos San Salvador. Asimismo, demandaron la fundación de un Colegio Tridentino o Seminario para tener sus propios centros de formación e instrucción religiosa. Dicha solicitud había sido apoyada por los sectores medios y altos de la provincia influenciados por un espíritu autonomista y de ilustración. Estas y más peticiones continuaron siendo parte de las exigencias que planteaba el grupo político de los Independientes en los años cercanos a la independencia.7 Durante esos años, los políticos de las capas medias de la Intendencia mostraron con agudeza su deseo de autonomía religiosa, política y comercial. La petición de crear un obispado era expresión de ese sentimiento localista contrario al poder central que manifestaban todas las provincias. Mucho antes de las Reformas Borbónicas, por diferentes razones, los provincianos se habían mostrado opuestos al poder ejercicio desde la ciudad de Guatemala. Desde 1770 se quejaban de las prácticas de los codiciosos mediadores y monopolistas de la capital y reclamaban cambios. Protestaban porque los comerciantes y hacendados de Guatemala controlaban el comercio del añil. Este grupo era muy influyente en las autoridades españolas centrales. Si bien, después de las reformas las élites de las provincias habían logrado que hubiera algunos cambios, el monopolio guatemalteco permanecía inmune.8

Existían escuelas de primeras letras en las que se intentaba enseñar a leer y a escribir. Sin embargo eran un rotundo fracaso, debido a que los pocos niños que se inscribían abandonaban las aulas por falta de entusiasmo o por la constante migración con sus familias a otras zonas con fines laborales.6 Desde mediados del siglo XVIII, los criollos y los mestizos de clases medias demandaban derechos que consideraban que les correspondían. Por ejemplo, insistieron en la creación de un centro de formación intelectual en la Intendencia, con el fin de evitar el traslado obligado a la ciudad de Guatemala para obtener su preparación académica. Por su parte, el clero promovió la creación de un obispado, derecho del que gozaban las demás pro140

Manuela Antonia Arce y Fagoaga. Nació el 23 de junio de 1783 en San Salvador. Fue hermana de Manuel José Arce. Contrajo matrimonio con Domingo Antonio de Lara. Denunció a través de una carta enviada a las autoridades españolas, el maltrato que pasaban en la cárcel su hermano y su esposo.


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