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Sacerdotes
29 de enero de 2012
Vo z d e l o s s a c e r d o t e s d i o c e s a n o s f u e r a d e l a d i ó c e s i s
Misión y estudio
Hola, soy el padre Juan José Castellanos Jiménez, originario de una pequeña comunidad de nombre San José del Cuarto en el municipio de San Miguel el Alto. Pertenezco a la diócesis de San Juan de los lagos a la que Quiero mucho, ya que en ella me he formado y la que me vio nacer como sacerdote. Recibí mi ordenación diaconal el 5 de mayo del 2001 y la presbiteral el 28 de mayo del 2002. Los primeros años de mi ministerio los llevé a cabo por Gracia de Dios y voluntad de mi Obispo en la parroquia de San José de San Juan de los lagos (3 años) y en el seminario menor, Lagos de Moreno, acompañando a los seminaristas en su formación espiritual (4 años). El 20 de febrero del 2009 mi Obispo me ha pedido estudiar en la UPM, la licenciatura en Derecho Canónico, esto significó para mí un gran reto, pero a la vez una oportunidad de crecer en mi formación que nunca termina. Llegué a la ciudad de México para iniciar mis estudios los primeros días del mes de agosto del año 2009. Todo fue diferente, el lugar, las personas, fue volver a empezar otra experiencia en mi vida, la cuál no estaba contemplada en mis planes, pero sí en los de Dios y en los de mi Obispo. Llegué a un lugar donde encontré varios sacerdotes y seminarista de las diferentes diócesis de México, en medio de una ciudad tan plural y llena de incertidumbres demás de los prejuicios que yo traía. Me di cuenta que los retos siempre hacen crecer, por ello todo lo nuevo siempre trae experiencias interesantes, lo que se va presentando en el camino no hay que dejarlo ir, porque tal vez no se vuelva a repetir, por eso en mi interior un tanto aturdido, me decía: “Debo aprovechar y sacar fruto de esto”. Vivo en la residencia de alumnos de la Universidad Pontifica, ubicada en la delegación Tlalpan, al sur de la ciudad. Esta es una casa planeada por los Obispos de México, con el fin de acoger a algunos sacerdotes y seminaristas que llevan a cabo alguna especialidad eclesiástica. Mi experiencia en este lugar ha sido muy rica y
Estudiando en México el padre Juan José Castellanos
Salir de la diócesis: una oportunidad para crecer.
variada, pues sigue predominando la vida comunitaria, la cual me parece importante, ya que el ser humano ha sido creado para vivir en comunidad a imagen de la Trinidad, que por Gracia de Dios he experimentado desde mis primeros años, ya que en mi familia crecí con otros diez hermanos y mis papás. Es desde la familia donde se va aprendiendo a vivir en comunidad y a compartir. La vida del seminario también está muy marcada por el arte de saber vivir en comunidad, esto implica tener mucha paciencia, tolerancia, respeto y sobre todo amor. En la vida sacerdotal se experimenta aún más la necesidad de compartir la experiencia ministerial y personal con quienes están con nosotros, sin importar lugares o personas. Así que he disfrutado la alegría de personas de diferentes lugares de la república Mexicana, compartiendo cada uno su experiencia muy personal, esto enriquece y hace más llevadera la estancia. La Universidad Pontificia de México se ha preocupado por capacitar de la mejor manera a quienes a ella acuden. Me agrada el ambiente que aquí vivimos, las buenas relaciones entre maestros y alumnos, la atención de calidad cuando se les solicita algún servicio e información. Descubro una preocupación por renovarse cada día en el orden académico, formando e informando a los sacerdotes que cada una de las diócesis envía. Aquí tenemos espacios muy privilegiados para los momentos de oración, especialmente la Eucaristía, que es fuente y culmen en la vida del cristiano y aún más en la vida de los sacerdotes. Y descubrir que es Cristo quien da sentido a lo que somos y a lo que hacemos. Estoy convencido de que el estar fuera de la diócesis, en mi caso estudiando, es necesario tener un objetivo muy claro, y el mío es realizar con responsabilidad mis estudios con el fin de ser mejor persona-sacerdote y que esto debe evaluarse en el servicio a lo demás. Concretamente en el campo del Derecho Canónico, que de por sí me apasiona por la razón de que conduce a dar un orden a la vida de cada bautizado y esto trae como consecuencia la felicidad y santificación de
las almas, que es el fin último de las leyes de la Iglesia: la salvación de las almas (c. 1752). Este es ya mi último año de estudio y he aprendido a no tener miedo. Cuando llegué a esta ciudad venía con algunos prejuicios, pero me he dado cuenta de que la experiencia de cada persona, es así, muy personal, única. La ciudad de México tiene de todo y cada uno elige lo que quiere y yo he elegido aceptar con gusto donde debo de estar, y si se me dio la oportunidad de estudiar, debo sacarle provecho y capacitarme, además he podido conocer lugares interesantes que de una u otra forma conocía solo de oídas y ahora he podido estar ahí donde se contempla con Fe a la Reina del cielo y madre de todos los mexicanos en su hermosa casa, donde Ella acoge a cada peregrino. He aprendido a caminar con prisa aunque no se tenga, junto con los demás entre empujones de entradas y salidas del metro. He admirado el gran zócalo de la ciudad con su catedral y palacio de gobierno que despiden un olor a historia como identidad de nuestra patria. Chapultepec y otros monumentos históricos que hablan de heroicidad, libertad, independencia y paz. Otros tantos lugares que invitan al descanso y a la convivencia, como el tomar un buen café, disfrutar un bue encuentro de fut bol, etc. “Volver a casa”, esto que puede sonar a titulo de libro o de película, es una realidad que se añora. Volver a estar con quien me siento identificado, con quienes puedo decir “mi familia diocesana” porque ahí es donde nací, crecí y donde están mis raíces. Pero por el momento quiero estar donde tengo que estar, es decir, concluir mis estudios, dedicando este tiempo tan preciado que paso a paso aplicaré. Finalmente quiero agradecer a Dios la vida y la salud, a mi Obispo la oportunidad de continuar mi formación sacerdotal, a mi familia que no me ha dejado solo y a tantos sacerdotes y amigos que no hemos perdido la comunicación y que son fundamento sólido para que mi estancia acá sea más llevadera.