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«El Mensajero Diocesano» 16 de mayo de 2010

Beato Trinidad.. Continuación de la pág 4 padre Solá, que ya tenía un año allí escondido, cuando Calles decretó la expulsión de los sacerdotes extranjeros; el día lo pasaban leyendo, rezando, platicaban y atendían su ministerio de manera clandestina. Uno de sus hermanos le sugirió salir del país, pero él le decía «Vamos a esperar a ver si se arregla». Con él estuvo desde el 8 de febrero, hasta el 14 de abril, cuando fue enviado por el Vicario General a San Francisco del Rincón a renovar el Santísimo y celebrar la semana santa con las religiosas, no como mandato, sino como petición; y viendo su disponibilidad, le sugirió que si lo prefería, podía allí permanecer indefinidamente; «Para mí los deseos de mis superiores son órdenes», dijo, externando que lo hacía por obediencia al Señor. Es muy probable que llegara antes, pero es seguro que ya el 11 de abril de 1927, lunes santo, el padre Rangel estaba en San Francisco del Rincón, una población limítrofe con el estado de Jalisco y muy peligrosa por ser ruta de aprovisionamiento de armas para los cristeros de Los Altos. Se instaló en la casa de la señorita María Muñoz Segovia, en Madero 32; allí vivían también hermanas y sobrinas de la dueña. Es posible que celebrara los oficios en esa casa, o tal vez con las Religiosas Mínimas. Cuenta María Muñoz que rezaban juntos el rosario, y que el jueves santo el padre les hizo una lectura sobre el lavatorio y la coronación durante la cual se le hizo un nudo en la garganta al sacerdote, que interrumpió la lectura y salió del cuarto. El viernes de la octava de Pascua, 22 de abril como a las 3:00pm, fue detenido el padre Rangel. Los soldados estaban revisando varias casas que consideraban sospechosas de apoyar a los rebeldes, o de ocultar al padre Ignacio González. La señorita María Muñoz quiso esconderlo detrás de un ropero, pero el padre le dijo: «Mire señorita, esto no puede hacerse cuando llega la hora de mi martirio, porque yo quiero estar con Nuestro Señor, y me tocaba en este momento»; y se quedó sentado ante el escritorio. Los militares revisaron todo, el mismo padre abrió los cajones para que vieran que no había armas; pero su actitud pacífica llamó la atención del oficial, que le preguntó a la señorita quién era, y luego le hizo la misma pregunta al sacerdote, que respondió sin turbarse diciendo que era sacerdote, dando su nombre, domicilio y cargos que tenía. Ese día fue trasladado a León en camión, junto con Diódoro Valdivia, Julio Orozco y José Quezada; los alojaron en el seminario incautado; luego los recibió entre insultos el general Sánchez, y lo envió con los presos. Dos días más tarde sería acusado, junto con el padre Solá

SOBRE VIVIR De una vida llamada «deseo» o en contra de la «auto-estima». P. Juan José Saldaña Valadez juanjosesaldanaval@hotmail.com

Para una querida y valiente amiga de Arandas, Jalisco.

Un corazón desorientado es una fábrica de fantasmas. Fantasmas veloces que espantan de día y de noche con sus ruidos de disco rayado. Uno de esos fantasmas muy de moda es el de la «auto-estima». Entiendo que se trata de una palabra de buena voluntad, de un término de psicología de superación personal. Tennessee Williams convirtió un tranvía que cubría siempre el mismo trayecto en símbolo de la vida: Un tranvía llamado deseo. La parada final se llama «cementerio». La obra se ocupa de las personas que, atrapadas en un torbellino de deseos y ambiciones, anhelos e impulsos, terminan destruyéndose a sí mismas. Una forma de acabar con uno mismo es perseguir la sombra de lo que uno cree que debe ser uno mismo. Allí aparecen los fantasmas: debes ser más bello, más inteligente, más aceptado; debes tener otro carácter, otras emociones, otra historia, otra familia, otros ojos. Pero allí no terminan los deseos, aparecen otros más sutiles y delicados: acéptate a ti mismo, eleva tu auto-estima, toma cursos d e s u p e r a c i ó n p e r s o n a l , a p re n d e a pintar...etc. Todo eso está bien, de hecho muy bien. Sólo que antes de emprender una obra semejante de aceptación personal es preciso comenzar un aprendizaje previo: aprender a ver. Decía Stanislaw Jerzy que algunas pery Leonardo Pérez, de haber descarrilado el tren del general Amarillas la noche del 23 al 24. Así que los llevaron a Lagos y luego a Encarnación de Díaz, donde el general José Amarillas confirmó su decisión de martirizarlos, conduciéndolos de regreso al rancho San Joaquín (km 491); allí los hicieron descender del tren y caminar unos 60m; Leonardo volteó con sus otros acompañantes (a quienes luego dejarían en libertad) y les sonrió; siguieron avanzando y lue-

sonas llevan una vida tan asombrosamente rutinaria que parece que ya hayan vivido en otra vida y todo y todos le fueran muy conocidos; es como si se dijeran a sí mismos: ¡qué aburrido es vivir otra vez, yo ya me sé la vida de memoria!. Ya no ven la vida con asombro, nada les conmueve, ni las estrellas, ni los atardeceres, ni el mal; todo les parece fastidio y cosa vista y conocida: piedras con piernas. Ya no tiene la capacidad de verse a sí mismas con admiración creciente. ¿Qué es lo que debemos aprender a ver? Una sola realidad: el milagro de ser. Antes de buscar los privilegios de tener, (belleza, dinero, paz, felicidad, simpatía) es justo y es necesario que nos veamos y nos digamos ¡SOY!. Cuando alguien es capaz de decir: ¡Yo Soy!, no le hace falta añadir más adornos que una sonrisa y una esperanza al corazón. Por tanto, no creo que sea necesario aceptarse a uno mismo o buscar afanosamente la auto-estima. Basta con vivir cada día el milagro de ser, de estar vivo, de tener un sueño por pequeñito y ridículo que sea, y de no caer en la rutina. Los hombres y las mujeres por extraordinarios y bellos que sean, por simpáticos y necesarios que resulten para el mundo, se van a morir; a veces muy jóvenes y de manera absolutamente inútil o injusta. Estar vivo es suficiente milagro para sentirse bien uno mismo, para sentir felicidad bajo nuestra piel. Quien busca con afán y cansancio aceptarse a sí mismo, está enfermo de sí mismo. Descansen ya, sólo es necesario saber que soy, que estoy vivo. Si puedes ver estos milagros, lo demás se te dará por añadidura.

go les dispararon por la espalda para que cayeran sobre el chapopote; era el 25 de abril de 1927, las 9:05am. El padre Rangel se llevó las manos a la cara, mientras el padre Solá, habiendo quedado herido, prolongó su agonía durante la mañana, y todavía pudo hablar a los trabajadores que llegaron después que el tren se alejara precipitadamente. El 1 de mayo sus restos fueron trasladados a Lagos de Moreno, y a Silao el 28 de abril de 1932.

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Allende Nº. 284 Tel. 3-09-99 Tel. y Fax 3-13-71 Arandas, Jal.


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