UN Periodico No. 139

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Política exterior

Especial cien días de gobierno

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Santos le apostó

a un viraje en la diplomacia Pragmatismo El Gobierno nacional ha venido desmarcándose de la concepción de la política internacional que divide al mundo entre “amigos y enemigos”. De aquel “el que no está con nosotros está en contra”, se ha pasado a una posición pragmática que si bien reconoce las diferencias, se centra en los intereses comunes y en la manera de lograr acuerdos razonables que permitan la convivencia. Desde la campaña presidencial, Santos anunció que una de sus prioridades sería el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y comerciales con los países vecinos. Ello se ha visto reflejado en su disposición a disminuir las tensiones con el Gobierno de Chávez y a buscar un acercamiento directo, sin apelar a la mediación internacional. Asimismo, el calendario de reuniones con Ecuador muestra el avance en la normalización de los vínculos y la superación de la ruptura que se generó desde el 2008.

en uno de los puestos no permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU por el periodo 2011– 2012 es un espacio que puede ser aprovechado tanto para mejorar su posicionamiento internacional como para avanzar en el debate sobre algunos de los temas que le interesan al país como el de drogas. Asimismo, el fortalecimiento de los vínculos con Europa y Asia aparece dentro de los objetivos de la agenda oficial. La relación con Estados Unidos seguirá siendo preponderante, y tal como se prevé, se mantendrá más o menos en los términos en los que se ha venido dando, solo que sin los énfasis de afinidad ideológica que en su momento se establecieron entre Uribe y Bush. El Gobierno parece atento a los vientos de cambio de la política estadounidense y, por ejemplo, ha dejado de plantear la ratificación del TLC por parte del congreso estadounidense como una prioridad en su agenda.

Del dicho al hecho

El clientelismo, el bajo perfil de la Cancillería y el excesivo protagonismo del presidente Uribe en el manejo de la política exterior dieron lugar a una desinstitucionalización del dispositivo diplomático; Santos se ha comprometido a fortalecer el papel del Ministerio de Relaciones Exteriores y a mejorar la eficacia de la diplomacia colombiana. El nombramiento de la ministra María Ángela Holguín se orienta en esta dirección; rápidamente, la nueva Canciller ha anunciado reformas y solicitado mayores recursos para responder a las necesidades de modernización del sector. Este cambio en el estilo de gestión también se ha evidenciado en los primeros acercamientos con los vecinos. Desde la perspectiva del nuevo Gobierno, la seguridad en la frontera depende de la normalización de las relaciones, y no viceversa; en este sentido, la conformación de comisiones para tratar de manera diferenciada los temas de la agenda, así como las reuniones periódicas entre los cancilleres, son una tentativa por “despresidencializar” el manejo de las relaciones y darles un carácter más institucional.

Diversificación Durante la primera década del nuevo siglo, la política exterior del país estuvo centrada en el tema de seguridad y enfocada en la búsqueda de apoyos políticos, económicos y militares para llevar a cabo la guerra contrainsurgente

AFP

Reinstitucionalización

La designación de Colombia en uno de los puestos no permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (2011-2012) mejorará el posicionamiento

internacional del país y le permitirá avanzar en debates sobre temas como el de las drogas. que requería enfrentar el desafío de las guerrillas y el narcotráfico, así como lograr la desarticulación de los grupos paramilitares como fuerza política. Ello se tradujo en un alineamiento más estrecho con Estados Unidos y en una concentración de los esfuerzos diplomáticos en los potenciales donantes a los programas gubernamentales de desarrollo alternativo, atención a la población desplazada, reinserción y desmovilización. A su vez, en un escenario regional polarizado, Colombia mantuvo una actitud más bien distante, y en ocasiones defensiva, sobre todo frente a la reacción que se presentó por la firma del acuerdo de cooperación militar con los norteamericanos. El Gobierno de Santos ha de-

clarado su disposición a recuperar espacios internacionales tanto en el ámbito regional como en el multilateral. Así, recién electo, emprendió una gira por las principales capitales europeas y luego por América Latina; una vez posesionado, su primer viaje oficial fue a Brasil, lo cual revela el interés por estrechar vínculos tanto políticos como comerciales con ese país y respaldar su liderazgo regional. De igual forma, la rápida reacción de Colombia frente a la reciente crisis política en Ecuador y la voluntad de respaldar a Unasur como instancia de diálogo y solución de conflictos en la subregión, muestran la relevancia que le empieza a dar el Gobierno a los asuntos regionales y la integración. La designación de Colombia

Los primeros cien días de gestión del Presidente muestran que la política exterior tiene un papel central en el proyecto político del Gobierno. Santos recoge ahora los frutos del mejoramiento de las condiciones de seguridad, la estabilidad política y el clima de confianza entre los inversionistas extranjeros, que aunque todavía falta consolidarlos, le dan margen de maniobra y credibilidad en el ámbito internacional para implementar las medidas propuestas; además, y a diferencia de los temas álgidos de la política doméstica, los de política exterior no suscitan grandes polémicas ni generan polarización política interna. En este sentido, el Gobierno cuenta con un apoyo y una capacidad de acción que puede capitalizar a su favor. Pero esta mayor actividad internacional conlleva también compromisos en materia de derechos humanos, democratización, superación de la pobreza y mejora de los niveles de bienestar de la población. En un mundo globalizado, la seguridad y la prosperidad no llegan a ser realmente democráticas si no van acompañadas de equidad y justicia social. En ello, la política exterior podría abrir espacios y generar condiciones favorables para alcanzar los objetivos nacionales trazados. Aparecen, pues, en el horizonte signos de optimismo que hacen pensar que Colombia, por fin, podría tener una política exterior más activa y propositiva que reactiva. No es una tarea fácil, no solo porque se requiere de voluntad política, gran capacidad de gestión y cuantiosos recursos, sino porque, además, dependemos de los vientos que soplen en el escenario internacional, los cuales, como lo mostró la década que termina, pueden ser muy inciertos.

14 de noviembre de 2010

Investigadora y docente Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales, Iepri. Universidad Nacional de Colombia

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Diana Marcela Rojas,

Desde su discurso de posesión, el presidente Santos ha anunciado el propósito de lograr que el país “juegue un papel relevante en los nuevos espacios globales” y “asuma el liderazgo que le corresponde en los escenarios internacionales”. Una apuesta muy alta y la búsqueda de una reorientación del manejo de la política exterior, que en estos meses ha presentado tres rasgos: pragmatismo, reinstitucionalización y diversificación.


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