Desde un inicio este proyecto me daba mucha esperanza, sobre todo porque quienes estaban en él es gente
muy comprometida, sensible, ninguno cómplice de la corrupción, ni del poder tradicional, incluso críticos, con
una gran voluntad y vocación de servir como una oportunidad de vinculación con la gente de Guerrero, sobre
todo con los más necesitados, y con esa curiosidad de conocer al pueblo de Guerrero, sobre todo en momentos
difíciles. Pero también tuve temores por el problema de la violencia que producen los grupo criminales, que
se estuvieran exponiendo quienes fueron los encargados de llevar las Caravanas a todo el estado. Sabemos
de los grupos delincuenciales que se disputan los territorios, cómo han penetrado el tejido social, cómo
han reclutado a familias enteras. Llegar a esos territorios invadidos, llevando un mensaje de esperanza, de
construcción de un proyecto de vida alternativo, no deja de ser peligroso, y esa era una de mis más grande
preocupaciones.