El discipulo y la economia

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Lo anterior provee a cada uno con la oportunidad den emprender la actividad que se correcta para él, y aún más, es una ayuda positiva hacia el descubrimiento y aceptación por cada uno de aquella actividad en la que puede funcionar mejor. La correcta elección del propio campo de actividad, y de la parte que mejor puede desempeñar en ese campo, se convertirán en una manifestación común en vez de la rara ocasión que es ahora. 2. El Principio oculto de Igualdad que se basa sobre el hecho de cada hombre, en su correcta y específica relación con y dentro de la Vida Una, es de vital importancia para esa Vida. Por ello, cada hombre porta en si mismo la semilla y el patrón de la grandeza. Cada uno está dotado de un potencial particular que es esencial para la elaboración del Plan Divino para la humanidad; por ello la importancia para el Todo de uno, a pesar de las apariencias externas, es tan grande como la importancia de otro. Todos los hombres comparten por igual la belleza, la armonía y la perfección de la Vida Una según esa Vida Una manifiesta Su Plan mediante la evolución de la hermandad humana en si misma. El impacto de este gran principio oculto sobre el cuerpo de la humanidad ha creado mucha confusión en la conciencia de la mente racial; porque ¿dónde se hace evidente en la apariencia externa la igualdad entre los hombres? Hombres y mujeres no parecen haber nacido iguales. Las condiciones de su nacimiento varían grandemente, y demasiado a menudo las oportunidades que se les ofrecen se limitan a esas condiciones durante toda su vida. El mismo hecho de la evolución parecería desmentir el concepto de igualdad, porque algunos están más evolucionados que otros; de ahí que su desarrollo natural tendería a poner a los menos evolucionados en un posición mucho menos igual dentro de los asuntos de la Vida Una. El estudiante debe elevar su conciencia por encima del pequeño cuadro que contempla en el momento y lugar actual para comprender con claridad el concepto de igualdad. Los menos evolucionados proveen para aquellos que van por delante con su oportunidad de crecimiento, mientras que los más evolucionados hacen lo mismo para los que les siguen. Aún aquí se produce un dar y tomar cooperativo, porque el discípulo no podría progresar si no fuera por sus hermanos. Su evolución se logra a través de su servicio a la humanidad, su guía sabia, y el cuidado de aquellos cuya conciencia es menor que la propia. De este modo, la manifestación del Plan Divino depende tanto de unos como de otros. Han oído el dicho “los primeros serán los últimos, y los últimos serán los primeros”. El significado que subyace a esto se relaciona con el concepto de igualdad. Sin importar lo avanzado en el sendero que el individuo pueda estar, no puede tomar la iniciación final a la Vida Una hasta que todos sus hermanos estén listos junto a él; por ello el primero en llegar a este punto de desarrollo debe esperar y servir hasta que llegue el último. Hablando ocultamente, el iniciado que sirve mantiene abierta la puerta por la que su hermano más joven debe pasar. 3. El Principio oculto de Gracia que se basa en el Amor de Dios en el acto sacrificial del Cristo. El acto sacrificial del Cristo significa simplemente que este aspecto de la vida Una, esta conciencia superior de la Deidad, deliberadamente y a costa de un gran sacrificio, se identifica con cada ser humano en toda condición y circunstancia. Esta gran conciencia de Amor deliberadamente da su conciencia a la violación y negación del hombre a ese Amor. No existe estado o condición demasiado baja o demasiado degenerada para que el Cristo la habite. El toma, mediante tal identificación, los pecados, las culpas, los horrores de la acción humana para asegurar el crecimiento del hombre fuera de los mismos hacia la Luz y la Vida Divina. Esta gran conciencia, agudamente perceptiva, que podría en un momento de decisión sintonizar con las frecuencias de aquello que es tan ajeno a su naturaleza, nunca duda sino que toma sobre si mismo el sufrimiento de la inhumanidad del hombre para el hombre. Por ello, ningún ser humano, a pesar de su acción, es dejado fuera del corazón y la mente del Cristo. A través del Principio de Gracia, a cada hombre se le asegura su lugar divino en la Vida Una. El principio es un reconocimiento de que toda conciencia se arraiga por igual en los llamados bien y mal y evolucionará a lo largo de un sendero u otro de acuerdo a: a. la tendencia de la masa; b. la oportunidad actual, y c. la elección individual.


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