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LITERATURA

JACK PARSONS. EL HECHICERO QUE CREÓ LA ERA ESPACIAL Jack Parsons está destinado a formar parte de esos científicos que, como tantos otros visionarios (Willhem Reich, Buckminster Fuller, Tesla...) no reciben una atención acorde a sus contribuciones o que, en el mejor de los casos, su nombre se empiezan a reivindicar de manera tardía. Por el contrario, Parsons ha quedado inevitablemente asociado al del científico alucinado de tebeo, y, en honor a la verdad, sobran razones para que así sea, pues la vida de quien con sus innovaciones en el campo del combustible solido para cohetes fueron fundamentales para la carrera espacial, está plagada de anécdotas y personajes que servirían para crear el mejor relato de revista pulp. Su temprana muerte en 1952 a la edad de 37 fruto de una misteriosa explosión, junto a su conocida afición por el ocultismo y la magia, fueron suficiente para que la prensa comenzase a especular sobre su vida y su muerte, dando lugar a retorcidas elucubraciones. Lo que no sabían es que su propia vida era todavía más extravagante y bizarra. Gracias a la traducción de su biografía "Sexo y cohetes" a cargo de John Carter podemos descubrir su historia (la

otra biografía es "Strange Angel" de George Pendle todavía sin traducir y que ha servido como base para la serie para la CBS del mismo título). Una breve existencia en la que su conjunción de elementos y extravagantes personalidades se da en muy contadas ocasiones. Rebelde, hiperactivo, diletante, durante la adolescencia Parsons desarrolló una verdadera pasión por la Ciencia y la Ciencia Ficción, campos estos en los que se metería de lleno, acorde a la visión de que el segundo es fuente de inspiración para el primero. En la Pasadena de aquella década de los años 30 empezó a relacionarse con escritores como A.E. Van Vogt, Ray Bradbury, o Robert Heinlein. Por otro lado, encontraba trabajo en el laboratorio aeronáutico GALCIT a la búsqueda de un combustible para cohetes que iniciase la era espacial. Luego, su obsesión por el ocultismo le haría recalar en la Logia Ágape, brazo californiano de la OTO de Aleister Crowley con el que se cartearía. Su devoción por la Magia le ocuparía, ante todo, en la invocación de una entidad astral llamada Babalon, un trabajo que el propio Crowley había intentado sin éxito.

\ por ÁLEX REAL

Un flirteo con lo oculto que se volvía peligroso, y fue a peor cuando en su camino se cruzó con L. Ron Hubbard, escritor de Ciencia Ficción y futuro padre de la Cienciología que le animaría a seguir con las invocaciones y el "Trabajo de Babalon" para, haciendo honor a su fama de estafador, escaparse con su novia y parte de su dinero. Se dice que aquellas invocaciones dieron lugar a la entrada en este plano astral de alguna especie de homúnculo (imposible evitar pensar en Hellboy). Quizás éste fuese el origen de la explosión en el laboratorio que acabó con nuestro protagonista; o puede que fuese un atentado por parte de algún servicio secreto para eliminar los valiosos conocimientos científicos; incluso, según otra extendida versión, pudo haber sido el propio Hubbard, quien se acercaría a Parsons a fin de sabotear los planes de lo que consideraba un nido de satanistas... En fin, que como decía de la muerte de JFK "el tipo de las cejas raras" en la peli de Oliver Stone: "Es un misterio, un misterio envuelto en un acertijo dentro de un enigma!".

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