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Editorial

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ólo quedan cuatro semanas hasta las elecciones. La coyuntura aparece en gran medida “congelada” a la espera de los resultados que arroje la jornada del 27. No se están dando grandes luchas de trabajadores, aunque sí estudiantiles y democráticas, con algunos aires de rebeldía que podrían preanunciar lo que venga después. El gobierno se ha anticipado a lograr la votación parlamentaria de algunos de los instrumentos que necesita para el 2014, como el presupuesto y la postergación de la ley de “emergencia económica”. También acaba de ampliar por tres meses el blanqueo de capitales, con el cual aspira a obtener 4.000 millones de dólares y hasta ahora sólo logró 400...

Año XII - Nº 264 - 03/10/13

Socialismo o Barbarie 3

ELECCIONES DEL 27 DE OCTUBRE

La clave es una campaña revolucionaria de la izquierda

¿POLARIZACIÓN ELECTORAL? Siendo que la coyuntura está a la espera de las elecciones, veamos cómo vienen. Decíamos en el editorial anterior que todavía era muy difícil hacer previsiones. En las PASO hubo elementos de “festival electoral” en el sentido de que muchas listas sacaron votos y la elección no se polarizó. A esto ayudó que muchos no las vieron como las elecciones “en serio” (donde pesa más el “voto útil”), y además, las parlamentarias de todos modos siempre distribuyen más los votos que las presidenciales. Sin embargo, en la medida en que de manera creciente se perciben como la “previa” para el 2015, no es de descartar que las cosas estén algo más polarizadas el 27. Esto es lo que estaría comenzando a reflejarse en las encuestas, sobre todo en provincia y Capital. Si en Buenos Aires la polarización se está estableciendo entre Massa e Insaurralde, en la Capital Federal se daría una suerte de juego a tres bandas entre el PRO, UNEN y el Frente para la Victoria; en ambos distritos se quedarían con cerca del 70% de los votos.1 Mucho más importante para el análisis es la naturaleza política de esta posible polarización; si expresa algo real o no. Hay dos elementos que apuntan a que de ninguna manera y uno parcialmente a que sí. Los dos primeros son los siguientes: primero, que toda polarización burguesa, y ni hablar si es electoral, tiene mucho de ficticio ya que se trata de opciones dentro del mismo campo de clase capitalista, y, por lo tanto, encubre una falsedad políticosocial.2 Segundo, es un hecho que el gobierno ha pegado un giro categórico hacia la derecha, asumiendo parte importantísima de la agenda de los candidatos patronales opositores, razón por la cual los matices políticos entre las distintas candidaturas burguesas se han adelgazado mucho. Sin embargo, subsiste un elemento que da a la polarización algún matiz real y pueda tener expresión electoral en alguna leve recuperación del voto del oficialismo.3 No por nada el grueso de la patronal apuesta al recambio del kirchnerismo, harta ya de las veleidades “progresistas”. Es que los K fueron un refracción nacional atenuada de un fenómeno regional que dio lugar a gobiernos capitalistas que hicieron determinadas concesiones a las masas cuando el apogeo de las rebeliones populares. Pasada una década, la mayo-

Manuela Castañeira en la Nac &Rock con Carla Conte.

Es un hecho que el gobierno ha pegado un giro categórico hacia la derecha, asumiendo parte importantísima de la agenda de los candidatos patronales opositores, razón por la cual los matices políticos entre las distintas candidaturas burguesas se han adelgazado mucho.

ría de estos gobiernos, empezando por el chavismo en Venezuela, en plena y estruendosa decadencia, están iniciando su retirada, y la burguesía y el imperialismo pugnan reemplazarlos por gestiones burguesas más conservadoras. Romper esta, en esencia, falsa polarización que intentan establecer electoralmente el oficialismo, la oposición patronal y los multimedios es una tarea central de una campaña de la izquierda revolucionaria.4 Es justamente ahí donde se ubican las tareas inmediatas del FIT y el Nuevo MAS. Porque en la Argentina se da un fenómeno inédito en el resto de

Latinoamérica: que dos fuerzas del socialismo revolucionario hayamos obtenido un millón de votos desbordando por la izquierda a un oficialismo “progresista” y colocándonos como un actor de peso creciente, aunque todavía incipiente, en la vida política nacional. Si este fenómeno electoral se repetirá de manera corregida y aumentada el 27 de octubre es muy difícil de saber. Es probable porque el piso del que se parte es muy alto, y ha generado una justa simpatía y entusiasmo en vastos sectores. Además, el giro derechista del gobierno ha dejado un espacio político que podría ser ocupado por la izquierda revolucionaria. SUPERAR EL OPORTUNISMO Pero esto no puede depender solamente de las circunstancias objetivas. Cómo talle la política será fundamental. El FIT quedó cerca de obtener parlamentarios nacionales. Pero lo que haga o deje de hacer no es de menor importancia. En estas páginas criticamos que se haya negado a aceptar nuestro llamado a reunirnos y sacar una declaración común que sirviera como cemento para el millón de votos obtenidos; una plataforma que dejaría a la izquierda al borde de obtener parlamentarios. Pero aquí nos queremos referir a otro aspecto que también podría jugar en contra de ese objetivo: el hecho que el FIT siga teniendo como casi único mensaje “la izquierda al Congreso” (falta conocer el contenido de los spots de radio y TV). Dicha consigna, de tan limitada, podría jugar una mala pasada. Es que muchos trabajadores y estudiantes se pueden preguntar, lícitamente: la izquierda al Congreso ¿para qué? El problema aquí es que el FIT se ha cuidado como de la peste de hacer una campaña que se pelee con alguien. En

agosto no hicieron responsable al gobierno ni a nadie por los males que sufren los explotados y oprimidos; llevaron adelante una campaña estrictamente por la “positiva”, que renunció a toda educación política. Es verdad que entre amplios sectores se sabe que cuando se habla de la izquierda, se refiere a luchadores, a gente que está a favor de las reivindicaciones de los trabajadores. Es decir, hay una apreciación general correcta acerca de qué significa y en qué lugar político está la izquierda.5 Pero de todas maneras, al hacer una campaña “abstracta” y que no explica mucho las razones para votarla, se tiene mayores peligros que una parte de los votantes de las PASO emigren, por el mecanismo del voto útil, hacia otras opciones. Es significativo que en las encuestas aparecidas el último fin de semana, la retención del voto del FIT no sea de las más elevadas. El PO parece reflejar algo de esta preocupación en su último periódico, cuando señalan que el FIT necesita “elevar el contenido político de su campaña”, como reconociendo que su espesor actual no es suficiente. También señalan la aparición de un Manifiesto electoral del frente “con propuestas de conjunto”. Pero, como hemos señalado en varias oportunidades, los periódicos o manifiestos que se entregan en mano no son los principales instrumentos cuando se habla de una campaña electoral que llega a millones. La clave son los carteles y los spots de campaña, incluso más que los programas televisivos en los que se habla de todo pero las palabras no quedan “fijadas”. POR MANUELA CASTAÑEIRA LEGISLADORA PORTEÑA

El FIT tiene la obligación de levantar la puntería política. Esto está plan-

teado no solamente para superar las graves inercias oportunistas que siempre arrastró, sino por los propios rasgos de la coyuntura política, marcada por la transición que se abrirá hasta el 2015 a partir del 27 de octubre. Esta transición estará marcada por una doble incertidumbre. Primero, por una economía que ha acumulado fuertes elementos de deterioro, y que reclama un ajuste económico en regla que se hará más dramático cuanto más se postergue. Segundo, por una transición en lo político que no luce tan fácil, porque hasta el momento la fuerza política nacional más importante del país sigue siendo el kirchnerismo. En estas circunstancias, la izquierda revolucionaria debe avanzar en su construcción orgánica transformándose en una fuerza histórica. Y debe hacerlo sosteniendo de manera intransigente las banderas de la independencia de clase de todo sector patronal y levantando una salida global, desde la clase obrera, a la creciente crisis nacional. Parte de esta tarea la llevaremos adelante desde la Capital Federal, dónde ya estamos saliendo a las calles para lograr que Manuela Castañeira llegue a la Legislatura porteña. Pero la mayor responsabilidad le cabe al FIT, que pasó las internas y se presenta en todo el país. Para jugarse por la campaña del Nuevo MAS y Las Rojas en la Capital Federal, por el derecho al aborto y una salida desde los trabajadores a la crisis nacional, y para dar la batalla por un llamado conjunto entre el FIT y nuestro partido al millón de votos obtenidos en agosto, es necesario seguir fortaleciendo al Nuevo MAS. NOTAS 1 De todas maneras, a favor de la izquierda juega en provincia de Buenos Aires que hay sólo seis listas. En la Capital Federal hay más competencia, pero con mucha disparidad entre las candidaturas, lo que podría indicar un fuerte corte de boleta. También hay candidaturas que corren con “boleta corta”, como la de nuestro partido. 2 Claro que si se trata de una división entre la democracia y el fascismo, por ejemplo, la diferencia política es inmensa, y a pesar de que socialmente reflejan dos alternativas de la burguesía, ese factor político es imposible de despreciar, salvo por ultraizquierdistas irresponsables o idiotas políticos. 3 Decimos leve recuperación porque no hay ningún dato objetivo de que el gobierno esté creciendo. Lo que sí parece evitar es seguir cayendo, a partir de su giro a la derecha, de la millonaria campaña publicitaria de Insaurralde y de maniobras como las colectoras de Pablo Ferreyra en Capital. 4 Altamira ha salido a denunciar que los medios intentan “excluirlos” de los debates mediante una maniobra “proscriptiva”. Respaldamos ese reclamo, pero señalamos el doble estándar del PO y el FIT, que sólo reclaman contra la “exclusión” y la “proscripción” cuando les toca a ellos; ¡una posición que no es de principios, sino una simple moneda de cambio! 5 Se trata de una suerte de “buen sentido” al que se refería en su análisis sobre la conciencia de clase Antonio Gramsci, por oposición al superficial sentido común.


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