El milagro del perdon kimball spencer

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se hallan en las Santas Escrituras sobre este asunto. En esta revelación no sólo se manda a los hombres amar a su esposa y "alleg,3rse a ella y a ninguna otra", sino que también se condena al que "mirare a una mujer para codiciarla". Se recalcan los pecados de adulterio y fornicación y se exponen los principios de confesión y perdón.

Posiblemente la confesión sea uno de los más, difíciles de todos los obstáculos que tiene por delante el pecador arrepentido. Su vergüenza a menudo le impide revelar su culpabilidad y reconocer su error. En ocasiones, su supuesta falta de confianza en las personas a quienes debe confesar su pecado justifica en su mente el hecho de conservar el secreto encerrado dentro de su propio corazón. No obstante la dificultad con que tropiece el pecador arrepentido, el requisito permanece en pie, como lo ha recalcado el Señor a su Iglesia en esta época: Y traeréis ante la Iglesia al que no se arrepienta de sus pecados, ni los confiese, y haréis con él según lo que las escrituras os dicen, ya sea por mandamiento o por revelación (D. y C. 64:12. Cursiva del autor).

Así ha sido en todas las dispensaciones del evangelio. El Libro de Mormón nos proporciona ejemplos concretos y particulares. Alma recibió instrucciones directamente de Dios sobre la manera de proceder con el pecador arrepentido en la Iglesia, respecto de lo cual más tarde se escribió: Y a quienes se arrepintieron de sus pecados y los confesaron, él [Alma] contó entre el pueblo de la Iglesia; y los que no quisieron confesar sus pecados, ni arrepentirse de su iniquidad, no fueron contados entre los de la iglesia; y sus nombres fueron borrados (Mosíah 26:35,36. Cursiva del autor).

Además, de acuerdo con el sistema establecido a raíz del ministerio personal del Salvador sobre el continente americano, prevalecía la misma pauta de disciplina en la Iglesia: Y vigilaban con cuidado, a fin de que no hubiese iniquidad entre ellos; y al que hallaban que había cometido iniquidad, y era condenado ante los élderes por tres testigos de la iglesia, y no se arrepentía ni confesaba, su nombre era borrado, y no era contado entre el pueblo de Cristo (Moroni 6:7. Cursiva del autor).


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