Angulo Íñiguez, Diego - Historia del Arte (Tomo I)

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FRANCIA

tas a la misma altura. En el Poitou, además, se suelen decorar tanto los muros interiores como los exteriores con numerosas arquerías. Tal vez el monumento más representativo de esa estructura y de esa decoración es Nuestra Señora la Grande, de Poitiers, cuya fachada se encuentra materialmente cubierta de temas geométricos, vegetales y figurados (fig. 533). El aspecto más interesante de la escuela borgoñona es el de sus monasterios de benedictinos, en los que, como hemos visto, se crea un tipo de arquitectura monástica que se difunde por toda Europa con el nombre de cluniacense. El monasterio de Cluny, gracias a varios abades excepcionales, después de reformar las relajadas costumbres de sus monjes, logra imponer la reforma en una serie de monasterios de él dependientes. Pero, además de esta reforma de tipo religioso, al reconstruir su nueva casa (1088-1131), fija las principales normas monumentales para los monasterios de la Orden. La iglesia de Cluny (figs. 534, 535), destruida, por desgracia, durante la Revolución francesa, era de cinco naves, la central de cañón apuntado y las colaterales de arista, todas ellas de altura decreciente, más dos transversales de crucero con capillas. Tenía giróla, a la que se abrían cinco capillas. Ante su fachada principal levantábase un pequeño cuerpo anterior de tres naves, con sus torres, que constituía como una iglesia secundaria. El exterior se caracterizaba por el gran número de torres, pues además de las dos de los pies, destinada la una a archivo y la otra a prisión, existían en el centro del crucero principal la gran torre cuadrada llamada de las lámparas, dos octogonales de análoga altura a los lados y otras pequeñas en los ángulos. Completaba el conjunto una torrecilla o cimborrio en el crucero inmediato a la capilla mayor. En cuanto a la organización del monasterio, respondía a las características generales ya descritas. El gran poderío y riqueza de los cluniacenses que hemos visto reflejarse en las numerosas torres que coronaban su casa matriz, no tarda en manifestarse en una riqueza decorativa cada vez más exuberante y fantástica. En Provenza, la tierra más romanizada, el románico se distingue por la simplicidad de sus estructuras. No suelen sus iglesias tener giróla y las azoteas de sus cubiertas y sus gruesas torres cuadradas prestan al conjunto un aspecto de grandes masas cúbicas. Algunos de sus templos principales son de una sola nave, con bóveda de cañón contrarrestada por otras menores de escasa profundidad dispuestas transversalmente. En San Trófimo de Arles, la nave central, muy elevada, se cubre con bóveda de cañón apuntado, contrarrestada en las laterales por las


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