Revista fch 2014

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Grupo de Investigación y Acción Social

Dos momentos, un mismo espíritu La implementación de jornadas no aranceladas y la puesta en marcha de la Red Socio-alimentaria, experiencias claves en la historia del GIyAS. Desde 1994, año de su creación, el Grupo de Investigación y Acción Social (GIyAS) trabaja en el desarrollo de nuevos conocimientos en el campo de las Ciencias Sociales para realizar aportes a la intervención en Trabajo Social. Lleva adelante programas de intercambio y colaboración con distintas organizaciones sociales diseñando e implementando proyectos sociales. El grupo está compuesto por docentes-investigadores, graduados y alumnos del campo del Trabajo Social. Sus orígenes están vinculados a la puesta en marcha del sistema de prácticas integradas de la carrera de Trabajo Social de la FCH en 1988. En su largo andar, dos momentos puntuales sirven para explicar el espíritu de sus trabajadores: la lucha y la implementación de jornadas no aranceladas y la puesta en marcha de la Red Socio-alimentaria. Un espacio de difusión gratuito “Nosotras promovimos las jornadas locales no aranceladas de Trabajo Social que se realizan desde 1999”, explica Andrea Oliva, miembro de GIyAS, y destaca que era una reivindicación planteada desde el año 83, cuando eran estudiantes. Un reclamo que se daba a nivel nacional en el marco del movimiento estudiantil de recuperación del co-gobierno y la autonomía universitaria. “Participamos de la creación de la Federación Argentina de Estudiantes de Trabajo Social. En ese marco, se discutieron cuestiones que tenían que ver con defender la educación pública y gratuita, con una fuerte crítica a las jornadas aranceladas. El planteo era que la difusión del conocimiento no podía -ni puede- ser para una elite, ni estar determinada por el mercado, es decir, si alguien tiene o no la capacidad económica para pagar”, recuerda. Cuando obtuvieron su título y se convirtieron en docentes, le dieron continuidad a aquel reclamo, y la creación del GIyAS tuvo que ver también con esa lucha, “con romper cierto esquema que marcaba que los grupos de investigación se crean de arriba hacia abajo”. El grupo se creó, entonces, desde la inquietud de dos ayudantes y dos JTP -Virginia Gardey, Silvia Pagliaro, Analía La Banca y Andrea Oliva- que decidieron con-

formar el GIyAS. Desde ese espacio se promovieron las primeras jornadas locales de Trabajo Social, planteadas desde un primer momento como no aranceladas. “Fue importante ir mostrando que era posible hacerlas. Tanto al resto de las carreras como de cara a otras unidades académicas de Trabajo Social. Y fuimos pioneras en instalar la necesidad de hacer este tipo de jornadas”. Una experiencia enriquecedora Creada como proyecto del GIyAS y con financiamiento de Cooperación Internacional de la Regione Autónoma Friuli-Venezia- Giulia y la Universitá degli Studi de Trieste (Italia), en 2003 se puso en marcha la Red Socio-Alimentaria. Con el objetivo de reconocer el derecho a la alimentación y en el marco de las duras consecuencias de la crisis de 2001, el grupo, junto a alumnos de la carrera de Trabajo Social que desarrollaban sus prácticas pre-profesionales y docentes-investigadores del CEIPIL, motorizaron la creación de espacios de producción y consumo de alimentos en conjunto con distintos actores sociales. El trabajo del equipo versó sobre dos ejes principales: crear centros de promoción de huertas de producción orgánica para las familias e instituciones en base al programa Pro Huerta del INTA, para lo cual se realizaron capacitaciones, reuniones organizativas, se compraron herramientas de uso colectivo y se construyeron invernáculos, y trabajar con comedores comunitarios que habían surgido por la crisis alimentaria. “El proyecto articuló a quienes estaban dispersos en cada barrio para hacer gestiones comunes y capacitaciones”, cuenta Oliva, y ejemplifica con un curso sobre manipulación de los alimentos que se hizo con el Departamento de Tecnología de Alimentos de la Facultad de Veterinaria. “Con el financiamiento se hicieron compras conjuntas en base a lo que se necesitaba en cada comedor. También impulsamos emprendimientos productivos y se realizaron intercambios incluso con otras ciudades. Muchas fueron cuestiones para la emergencia que fueron importantes para dar una respuesta en ese momento de crisis”. La Red Socio Alimentaria fue una experiencia que marcó cómo desde la universidad pública es posible motorizar proyectos sociales en tiempos de crisis. “Yo rescato de aquella experiencia todo el potencial que hay desde la universidad y desde la sociedad civil para responder a las necesidades del pueblo, esa impronta en la gente de tender a organizarse para satisfacer las necesidades. Y ese es un potencial para cambiar esta sociedad, que en esos momentos de crisis no aparece más violencia como de pronto se quiere mostrar en los medios de comunicación. Lo que aparece en nuestro país es más organización de la gente. Y eso lo vimos en las asambleas populares, en los comedores, en las huertas comunitarias... en todos lados”.

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