1840 La Rosa Secreta 2

Page 37

ramas en un tétrico saludo. Daniels desea, por un instante, ser un álamo alto y desnudo, y poder estirar sus brazos hacia las inútiles estrellas, cada noche. Pero el vehículo se ha detenido y, al menos por el momento, debe

abandonar

sus

extrañas

meditaciones. Ante sus ojos, la gran casa gris se yergue impasible: la luz de la biblioteca como un mortecino faro que indica el camino. Hubo un tiempo en que John Daniels

no

era

tan

37

infeliz,

ni


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.