REVISTA DE LA BIBLIOTECA

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Su consumo excesivo (más de 120 ml. al día) parece estar relacionado con algunos problemas de salud tales como: dolor abdominal (acumulación de gases), caries dentales (por los azúcares que contienen), inapetencia (porque facilitan la sensación de saciedad y puede conducir a desequilibrios nutricionales) y obesidad (porque aportan calorías extra). Conviene saber que las bebidas dulces no alivian la sed, sino que incitan a beber más. Una situación diferente se observa en el consumo de frutos secos. Los alumnos aunque no conocen demasiados variedades de ellos, más del 80% los consumen habitualmente, siendo conscientes de las necesidades de consumo a lo largo de toda su vida. No obstante, la cuarta parte de los entrevistados entiende que el consumo de frutos secos como un complemento a la dieta y no como una necesidad nutricional.

La adolescencia es una etapa de nuestra vida en la que se experimenta una transición, un cambio: el paso de la niñez a la edad adulta. Este cambio se lleva a cabo, no en un momento puntual, sino en un proceso que dura algunos años, aproximadamente desde los 13 a los 19 años. Es un momento crítico, ya que muchos de los hábitos que se adquieran en la adolescencia permanecerán en la edad adulta. Por eso es importante que intentemos educar a los adolescentes con el fin de que desarrollen adecuadamente su cuerpo y su mente. En la adolescencia las necesidades de vitaminas son elevadas, sobre todo las del grupo B que es imprescindible para el correcto funcionamiento del sistema nervioso. Se encuentran ampliamente distribuidas entre las frutas frescas y los frutos secos. De estos resultados se deduce la necesidad de aumentar el consumo diario de frutos secos y frutas frescas entre el alumnado para mejorar su desarrollo físico y su rendimiento escolar. Mª Isabel Campos Lucas


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