academia de vampiros 1

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…Vampire Academy…

…Richelle Mead…

Por desgracia, algún estudiante de segundo año se hallaba en la enfermería para ser asistido de un ataque de asma y había visto a Liss con Dimitri y Alberta. Desconocía la causa de su ingreso, pero no se había cortado ni un pelo a la hora de decir en los pasillos todo cuanto había visto. Ésos se lo contaron a otros en el desayuno y a la hora del almuerzo hasta el último alumno de clase social superior estaba al tanto de la visita médica a medianoche. Y lo más importante de todo: todos sabían que Liss no me dirigía la palabra. Cualquier posible avance social hecho hasta ese momento se hundió como si tal cosa. Ella no me había condenado al ostracismo de forma directa, pero su silencio era evidente y la gente se comportaba en consecuencia. Me pasé todo el día andando por el centro como un espectro. La gente me miraba y me dirigía la palabra de vez en cuando, pero pocos hicieron un esfuerzo superior a ése. Siguieron a Lissa, e imitaron su silencio. Nadie me daba caña abiertamente para no arrastrar las consecuencias de una posible reconciliación entre Lissa y yo, pero de forma ocasional, cuando creían que no les oía, me llamaban «prostituta de sangre». Mason no habría tenido inconveniente en que me sentara con él durante el almuerzo, pero algunos de sus amigos no habrían sido tan agradables y yo no deseaba ser el motivo de ninguna pelea entre él y sus colegas. Por eso, elegí la compañía de Natalie. - He oído que Lissa intentó escaparse otra vez y que tú la detuviste -comentó ella. Nadie tenía la menor pista de la razón de su ingreso en la enfermería y yo esperaba que las cosas siguieran así, pero ¿escaparse? ¿De dónde había salido esa tontería? - ¿y por qué iba a hacer eso? - No lo sé -bajó la voz-. Tal vez por haberse fugado ya una vez, ¿no? Es lo que he oído. Esa historia fue a más conforme transcurría el día, al igual que toda clase de rumores sobre las razones por las cuales Lissa podía haber necesitado asistencia en el centro médico. El embarazo y el aborto eras las dos más populares. Algunos decían con la boca chica que tal vez se había contagiado de la enfermedad de Victor. Nadie se había acercado a la verdad ni por equivocación. Salí de la última clase lo más rapidito posible, pero me quedé a cuadros cuando Mia caminó hacia mí. -¿Qué quieres? -inquirí-. No puedo salir a jugar contigo, chiquitina.

…Por Ncullen & Jen…


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