El Caleidoscópico. El último ciclo económico

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páramo haría innecesario ( excepto a efectos hemofílicos ) todo tipo de intercambio cultural con el exterior. Salchicharro freedom.

EL DESPEPITE Hoy he dado otro paseo por Salchicharro. Llevaba a mi bebé en la mochila con su cara hacia mi pecho. Para evitar el horror. Es sabido que en los primeros días de vida es cuando más fuerza tienen las asociaciones de fijación positiva, de modo que si un pato recién nacido , lo primero que ve , es una pelota naranja, la seguirá para siempre creyendo que es su madre. Por ello llevo a mi bebé contra mi pecho , pues temo que la grotesca visión de grúas y carteles la predispongan a un empepitamiento precoz. Como antropólogo de pastel he hecho varios descubrimientos. El más llamativo es la disociación esquizoide que están sufriendo los perros de Salchicharro. Creo que se debe a que, unido a la imposibilidad de marcar su territorio orinando en los árboles ( puesto que aquí no hay árboles, sólo zanjas, palés y toros mecánicos ) está la muy deficiente e inapropiada alimentación que reciben de las sobras de sus dueños, que básicamente se limitan a pizzas, hamburguesas, y todo tipo de suculentos productos de las estanterías del DIA. Ello ha degenerado en una variante del síndrome de Creutzfeld Jacob que , si ya volvió locas a las vacas, a los perros les ha vuelto gilipollas. A los hechos me remito. He visto a dos de ellos en Caja Madrid pidiendo información para hipotecarse a cuarenta años. Yo les he intentado disuadir explicándoles que los años perrunos son muchos más cortos y que era mejor que alquilasen. Como quien oye llover. El Director de la sucursal no cabe en sí de gozo , pues no había contado con la fauna canina para salir del atolladero. Si Calígula hizo ministro a un caballo, ¿ porqué un perro no va a firmar una hipoteca ?. Las letras las piensan ir pagando con lo que saquen de las pajuelas, como los toros, al ser todos de raza no tendrán problemas. Otra. Sherlock Holmes era capaz de descubrir el oficio de una persona observando las callosidades de sus manos , del mismo modo yo puedo saber el número de pisos que tiene un inversóh sólo fijándome en los garabatos que describe en el aire el palillo de su boca al cimbrearse de una comisura a otra como un críptico baile de abejas o una vomitiva batuta de Luis Cobos perpetrando una de sus consabidas profanaciones musicales. Pero es una vida de estudio. Cuando el inversóh, en lugar de palillo tiene una cerilla en la boca y un pitillo encendido a la vez… y mientras introduce los pulgares tras el estrecho cinto


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