REVISTA PRISMA 5

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POR EL BIEN DE NUESTROS OIDOS

¿

No querer al mp3? Imposible. Ese formato ha traído demasiada felicidad a nuestras vidas como para denostarlo. Pero, como a todo lo que se quiere de verdad, hay que aprender a ponerlo en su lugar, sin endiosarlo. Pocas cosas resultan más ridículas que aquellas cuyo absurdo se resume en escasas palabras. Y bajo esa lógica, hay un problema inherente al clásico archivo de audio en el disco duro: su calidad. No es mala, pero sí incompleta y por eso nunca podrá parecerse a un original, ni de cerca, y la experiencia auditiva jamás será total. Así de simple. No hay mp3 que se asemeje a una copia fidedigna y jamás un scanneo en .jpg tendrá el aura de un arte de tapa en papel. Es fácil pensar que son frases de un purista o que son argumentos obvios, pero entonces, ¿por qué no se habla al respecto? Bajar un álbum al computador no es “tenerlo”. Una botellita de jugo Traverso jamás será igual que una bolsa de limones. En un excelente ensayo sobre el tema, para la revista Side Line, el ex Depeche Mode, Alan Wilder, se refería al sonido de Arctic Monkeys como “ruido unidimensional”. En pocas palabras, hijos de los precarios 128 kilobits por segundo, sin mayor interés en la definición ni en los matices. Gusten o no, las ideas del músico poseen sustento. Lo peor que nos puede pasar con la era digital es volvernos conformistas y caer de rodillas ante la primera novedad que se avecine, sin razonar ni cuestionar lo que estamos haciendo, mientras esperamos con la boca abierta que nos metan el dedo hasta la garganta. Ser la clase de juventud a la que representa Nicolás Copano, con una falsa rebeldía y una inofensiva irreverencia que sólo alcanza atacar a para peces chicos. Es necesario que nosotros,


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