Si su hijo cambia sus hábitos y comportamientos de manera repentina: no se quiere levantar, se orina en la cama, tiene miedo, no quiere comer o come de manera excesiva, se vuelve violento o poco social, tiene problemas de conducta, ansiedad, se autolesiona, muerde sus uñas o va con frecuencia al baño; es momento de pedir ayuda.