Conceptos básicos de economía - En busca de un enfoque ético, social y ambiental por F. Alburquerque

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Recuadro 5.2.  La crítica de Keynes a la economía clásica y neoclásica John Maynard Keynes (1883-1946) es, sin duda, el economista más influyente del siglo xx. Su obra principal «Teoría General de la Ocupación, el Interés y el Dinero» (1936), vino a legitimar la intervención del Estado en la economía así como la aplicación de políticas económicas de carácter expansivo para sustentar el crecimiento económico y el empleo. Durante la crisis económica de los años treinta del siglo xx, Keynes hizo una crítica demoledora a la interpretación de la teoría económica predominante en su época. Hay que recordar que el tipo de políticas públicas que Keynes propugnaba habían sido ya puestas en práctica en la década de 1930 y eran incluso respaldadas por algunos economistas ortodoxos, que reconocían la inadecuación de la teoría económica predominante. Las políticas del «New Deal» en EE.UU. desde 1933, impulsadas por el presidente Franklin D. Roosevelt, son políticas de carácter expansivo, que preceden al año de publicación de la citada obra de Keynes. Ante los cambios profundos que, a principios del siglo xx modificaron sustancialmente las características del sistema capitalista, Keynes señaló que la teoría ortodoxa predominante (esto es, la teoría clásica y la teoría neoclásica) daba respuestas anacrónicas a los problemas que enfrentaba (inflación, deflación y desocupación). El enfoque tradicional de la teoría ortodoxa adjudicaba la causa de los problemas a dos fuerzas que impedían la ocupación plena y el funcionamiento de los mecanismos auto-reguladores de los mercados: la intervención del Estado y la fuerte organización de los trabajadores (sindicatos). De este modo, el recetario ortodoxo defendía políticas contractivas encaminadas a reducir el gasto público y la liquidez monetaria, presionando para que se llevara a cabo una reducción generalizada de los salarios. Para Keynes, por el contrario, la renovada capacidad del Estado para intervenir resultaba necesaria. Para Keynes, la fase del «capitalismo individualista» sobre la cual se construyó la teoría económica neoclásica se encontraba ya agotada en la segunda década del siglo xx. De ese modo, el esfuerzo de Keynes no fue otro que el de tratar de reflejar con fidelidad los cambios sociales y económicos de su tiempo, a fin de ofrecer una nueva manera de exponer la teoría económica, superando el anacronismo de la teoría ortodoxa predominante. Hoy nos encontramos en una situación que muestra paralelismos sorprendentes con aquella época de crisis que vivió Keynes. En uno de sus discursos contenidos en su obra «Ensayos de Persuasión» (1925), Keynes señalaba que «la mitad de la sabiduría de los estadistas se basa en supuestos que fueron ciertos, o parcialmente ciertos en su momento, pero que ahora son cada vez menos ciertos a medida que pasan los días». Así pues, la teoría ortodoxa predominante mantenía los rasgos de la sociedad del siglo xix como base de sus reflexiones y premisas doctrinarias acerca del funcionamiento de una realidad que, a comienzos del siglo xx, ya había cambiado sustancialmente. El supuesto de que la economía logra encontrar su ruta de crecimiento sólo dejada al libre funcionamiento de los mercados, consiguiendo con ello la plena ocupación de la mano de obra del sistema era una premisa que, al igual que hoy día, encontramos en el pensamiento neoliberal hegemónico. Igualmente, ello suele acompañarse de argumentos sobre la necesidad del esfuerzo de austeridad y contención del gasto público y control de los salarios. Es evidente que el estancamiento actual de la economía mundial no puede comprenderse a partir de estos supuestos doctrinarios. Se necesita, al igual que señalaba Keynes en su época, una regeneración de los fundamentos básicos de la teoría económica predominante. Fuente:  Francisco Alburquerque (2015): Apuntes sobre la Economía del Desarrollo y el Desarrollo Territorial. www. delalburquerque.es

La visión del liberalismo surgida en la Europa del siglo xvii, representaba un alegato contra el Antiguo Régimen y los derechos que mantenía el Estado Absoluto bajo el control de la nobleza y la Iglesia. En ese momento, la propuesta del liberalismo pretendía derrocar el orden político absolutista y facilitar el ascenso de la nueva clase social, la burguesía comercial y manufacturera. En dicho contexto, según propugnaba el liberalismo, el papel del Estado 128 © Instituto Vasco de Competitividad - Fundación Deusto ISBN 978-84-16982-60-8


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