Beautiful burn

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La silla de Tyler cayó hacia adelante, apuntalando la mesa mientras él la empujaba y caminaba hacia el bar. Se inclinó con su codo sobre el bar, charlando con la barman, Annie. Ella soltó una risotada y sacudió la cabeza, pestañeando justo como Tyler necesitaba. —No sé qué pasa entre ustedes dos— dijo Zeke—, pero no me metas en ello. —Hombre sabio—dijo Azúcar, palmeando a Zeke en el hombro. —Bien —dije, volviéndome hacia Paige— ¿Tú qué vas a hacer después? —¿A ti? —dijo con una sonrisa maliciosa. No le importaba ser el plan B, ni el plan C. —Buena respuesta —sonreí. La barbilla de Zeke se elevó, quedándosele viendo a alguien alto detrás de mí. —Hey, Todd, Creí que ya no se te permitía entrar aquí —preguntó Zeke. Todd cambió su peso de un pie a otro, luciendo una mancha amarillenta en su pómulo. —Maddox ha sido echado de aquí tantas veces como yo. Y sin embargo, están aquí con él. Zeke asintió. —Tienes razón. No sé por qué me sigo haciendo esto. Azúcar palmeó la espalda de su amigo. —Deberíamos irnos. Todd se inclinó hacia mí, tocando su sien con la mía. Estaba más intrigada que ofendida, así que esperé, inmóvil. Azúcar se inclinó hacia adelante, listo para saltar. Su abotonada azul escondía su aliento monstruoso. Era una pared de ladrillos, tal vez más que Tyler, e igual de alto. Ambos tenían un rapado, pero Azúcar era menos bulldog suelto y más soldado entrenado. —Tal vez nos les unamos —dijo Todd, mirándome. Sonrió demasiado cerca de mi cara, pero no me retracté. Era despiadado, pero necesitaba estar en primera fila si quería atestiguar lo que fuera que pasara después. —Todd —advirtió Azúcar—, Maddox ha estado bebiendo. —También yo —dijo Todd, sonriéndome—, ¿Cuál es tu nombre, preciosa? —Eso —dije, espejeando su expresión—, ese es mi nombre. —¿Preciosa? —preguntó, entretenido. —Mercer —dijo Tyler, su voz resonando más fuerte que la música. Se paró justo detrás de Todd., insultándolo con el poco espacio personal que ofrecía. Azúcar se levantó. —Maddox, nos vamos. Un lado de la boca de Tyler se levantó, pero le quitó los ojos de encima a los de Todd. —No con todas las chicas lindas que están aquí. Paige tocó mi mano y la apreté, no porque tuviera miedo sino porque el pico de la testosterona estaba haciendo que mis partes de dama chillaran en la mejor forma de dolor. Zeke se levantó, también, y las baristas lo notaron. Todd y Tyler se miraron el uno al otro por veinte segundos cerrados hasta que Todd finalmente rompió el silencio. —Tengo curiosidad. —Estoy seguro que puedo aclararla —dijo Tyler. —Si no vales ni un carajo sin tu hermano cerca… Los ojos de Tyler chispearon con excitación. —No solo me des esperanzas, Mercer. Golpea o cállate de una puta vez.


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