La Congregación de los Muertos

Page 164

gracia recordar que a Alfonso le decían La Quinceañera, por la juventud que tenía, cuando formaba parte del equipo de las Águilas Blancas. Una vez fue a verlo en uno de esos encuentros. Decía, en son de chiste, que parecían marcianos con sus cascos y equipo de protección.) Alfonso recordó, como algo notable, que Ubaldo le obsequió El Príncipe de Nicolás Maquiavelo, autor que desconocía entonces. No podía faltar el recuerdo de aquellas reuniones por la tarde, iniciadas por Ubaldo, en la esquina de Bolívar y Efrén Rebolledo, en las que se discutía sobre toros, box, que eran los espectáculos del momento, pero también de libros, de películas mexicanas y extranjeras y hasta de la belleza de algunas jóvenes vecinas que pasaban a esas horas rumbo a su casa, o iban por el pan. Pero, en esto fue enfático Alfonso, todo con rectitud. Lo creí. Ellos dos y otros pertenecían a una elite del barrio que deseaba sacar la cabeza. Al hablar de Ubaldo, no podía dejar de citarse a Roberto Ocaranza, un amigo suyo de cuando ambos eran niños en Morelia. Mis hermanas decían que Ocaranza parecía “Niño Dios” por lo bonito. Era alto, delgado, muy blanco, de facciones finas y de pelo castaño ondulado. Graciela, otra de mis hermanas, decía que creía que tenía tela de cebolla en los labios por tan finos y rojos. Alfonso aclaró que conoció a Ocaranza por El Cejas, como se refería Ubaldo a José Hernández, otro estudiante de ingeniería del Poli de aquellos tiempos y amigo de Alfonso. Aquí recordé que una vez Ubaldo platicó a mi madre que José había logrado irse a estudiar un postgrado a Italia. Cuando regresó, en la primera oportunidad fue a buscar a Ubaldo a sus oficinas, en la esquina de Rebolledo y Bolívar. Y le preguntó a boca de jarro, oye, ¿tú conoces a Juan Rulfo? Pues, claro, es el que escribió Pedro Páramo. Háblame de él. Porque allá, en Italia, cuando supieron que yo era mexicano -primero creyeron que era marroquí; a otros paisanos los confundían con japoneses; de Ocaranza hubieran dicho que era super español-, me interrogaron sobre Rulfo, ¿tú crees? Cómo era, cómo vivía, cómo hablaba, querían saberlo todo, y yo no les supe decir nada, por la sencilla razón de que ni sabía que existía.

165


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.