A fines del siglo XIX se destacaron como guitarristas: Pablo Céspedes, Rodolfo Mo n t e n e g ro, César Ma c a rio Oc h a vez y José Manuel Dávalos. Entre 1910 y 1920 “aparece Adolfo Padilla, costumb rista del ra s g u e o, en el que m u e s t ra su notable digitación con balanceado estilo de ambas manos. Y Ernesto Matienzo, recio y fuerte; David Paz Méndez, puro y dulce y Pedro Butrón, más compositor que ejecutante y autor con brillo del vals hondamente boliviano titulado “La Kantuta”. Y más tard e, Valentín Clavijo, Teodolindo Tri g o, Alfonso Mo ra l e s, Gerardo López, David Milán y Armando Mo n t e n e g ro. Oc a m p o : “Es uno de los más eximios guita-
Don Luis Felipe Guzmán Araujo en uni forme de soldado. Siendo Alcalde, abrió la Avenida Salamanca.
rristas bolivianos con soltura y señorío. Su admirable digitación, su fina sensibilidad y su personalidad artística cautivan al auditorio.” También Humberto Pol, Jorge Talamaz (oriental) y Hugo Barrancos (vallegrandino).De 17 a 7 años, “Pichones de fino plumón”: Sarita Milán, Gonzalo Peinado Terán, Ro b e rto Moscoso Bl a n c o, Germán Gamarra, Ricardo Terán, Silvia Vi l l a r roel Va rg a s, Si l va n a Roth, Marlene Fernandez, Margarita Blanco, Gloria Pascheider Estrada, Vilma Grandiller Morales y Alberto Sanjinés Unzueta “7 años, pequeño genio y una esperanza artística para Bolivia.” (1970). El Capitán Desiderio Rocha fue uno de 4 hermanos, todos muertos en combate durante la Guerra del Chaco. Murió el 20 de mayo de 1934. Tuvo honrosa participación en la batalla de Co n c h i t a s, donde las ametralladoras bolivianas dispararon casi 2 millones de cart u c h o s. Dicen que Desiderio tocaba la Llamada de ordenanza de los Co l o rados de Bolivia en ametralladora pesada. Su ayudante o asistente, cliceño Au relio Crespo se quejó alguna vez: ¿Cuándo retornaremos a Cochabamba? ¿Cuándo saldremos de este infierno? El capitán Rocha le contestó: No te preocupes, vivo o muerto te voy a sacar del Chaco. Y murió a poco. Un avión trasladó sus restos a Cochabamba. Lo acompañó Au relio Cre s p o. Así “muerto” lo sacó a Crespo del infierno de la guerra. Un chiste corriente en 1910 decía lo siguiente: le preguntaron a una bella señorita si había visto el Cometa Halley, que pasó ese año por el firmamento, y la niña contestó: “No lo vi porque estaba en Oruro.” Las chicherías tenían armonio y tablado para el zapateo, como la Chichería La Parisién. El taller Las Tullerías. La herrería del Sasca-
Miércoles 14 de septiembre • 2011
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rrucho, frente al antiguo Cine Rex (calle General Achá, primera cuadra). En 1917, el aviador chileno Page hizo piruetas aéreas sobre la Laguna Alalay. El legendario piloto Juan Mendoza solía planear y aterrizar en las pampas de Jayhuayco. Lo acompañaban Luis Castel Qu i roga o la intrépida Ad e l a Etienne. En 1914, la Policía tenía una mascota. Era un cóndor que deambulaba por la Plaza 14 de Septiembre. Un día se encaramó junto al cóndor de la Columna de la Independencia. Quizá el Turista To r rico sacó una foto de ese acontecimiento. Tenía la penosa costumbre de echar de un empellón a los niños a la calzada. Fue sentenciado a muerte y fusilado en el canchón de la Policía como un camarada. Cumplió su último d e s e o, un generoso bocado de carne. El Go rdo Sanjinés era el viejo maquinista del tren al Valle y a Quillacollo (1916-20). La locomotora funcionaba a leña, pero en 1918 hubo tal plaga de langostas que se usaron millones de ellas como combustible. El Pre f e c t o Ge n e ral Zenón Cossío envió una circular por telegrama: “Ante pelig rosa invasión langostas tome medidas e informe”. Y le contestaron: “Medidas fueron tomadas. St o p. Unas langostas miden 6 centímetros y otras 8”. Ot ro persona en 1915 era el Tata Lui, don Luis Osinaga, conductor del carro fúnebre municipal. Dicen que solía saludar ruidosamente a sus conocidos por más que encabez a ra un entierro. Era agente de una vieja prestamista, y una de las víctimas era empleado municipal y se llamaba Raúl. Se toparon en la Calle Comercio y el Tata Lui, que asistía a un entierro, le dijo: Don Raúl, ya no se preocupe. ¡La estoy llevando!