La lucha por la vida III. Aurora roja
hecho un zarandillo de un lado a otro. Tras de muchas dilaciones y contratiempos, pudo trasladar la máquina y las cajas, y notó que le habían robado casi la mitad de la letra. El motor eléctrico hubo que componerlo. Por fin, se arregló todo; pero no había trabajo. La Ignacia se lamentaba de que su hermano hubiese perdido su buen jornal; la Salvadora, siempre animosa, confiaba que vendría trabajo, y Manuel se pasaba las horas en la imprenta, flaco, triste, irritado. Hizo anuncios, que repartió por todas partes, pero los encargos no venían.