Huellas de Tinta Octubre 2018

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sta nota no tiene otro sentido más que ayudar al que lo necesite. No son reglas de oro ni consejos definitivos para escribir un cuento de terror. Cuando uno arranca con este sueño por cumplir, llega un momento donde tiene dos opciones: primero pedir ayuda, —ya sea buscando un curso de literatura, una opinión, enviando textos a diferentes certámenes para recibir la gloria de ser seleccionado o el trabajo de corregir, etc—, y la segunda sería el que no le gusta o no puede pedir ayuda y busca las herramientas en otro lado: las que están al alcance de todos.

dianas. ¿Cuán largo debe ser el cuento? Acá depende del proyecto que nos hayan pedido, el concurso al que deseemos participar o simplemente cuanto tiempo tenemos para hacerlo. En un microrelato, por ejemplo, es muy difícil demostrar un sentimiento por el simple hecho de que el lector no siente nada por el personaje, no lo conoce, es un objeto más. Si tenemos la posibilidad de contar cómo es el protagonista, de qué vive, que tiene, de

Bueno, yo fui un poco con cada opción y por eso acá dejo algunas herramientas que a mí me ayudaron. Si algo me dio la literatura fue encontrar mucha gente dispuesta a ayudar y, muchas de esas personas hoy son grandes amigos. Así que no puede salir mal. Empecemos: ¿Dónde quedan los sentimientos? Generar sentimientos cuando se escribe es muy difícil, ni siquiera hablo del TERROR, sino algo que modifique el comportamiento del lector. Piensen que la persona que estará leyendo su cuento va a estar muy cómoda, sentada en su mejor lugar, con la temperatura que quiere, quizás tomando algo, en su casa y disfrutando de la lectura; cuántas veces se escucha la frase “disfruto de la lectura”; bueno, ese tiene que ser tú punto de fuga. Una vez que sabemos eso y otros detalles como por ejemplo hacia qué publico apuntará la historia, podemos ponernos a diagramar lo que vamos a hacer o simplemente dejar que la historia nos guíe. El miedo, ese posible primer sentimiento, está más cerca de lo que uno piensa. Ahora, en este preciso momento, ¿qué es lo que te genera miedo? Yo, por ejemplo, les puedo contar que mi hija está jugando en el patio delantero con mi sobrina y lo primero que se me cruza es que alguien la rapte, o la ataque un perro o directamente pase algo fantástico —se meta adentro de una mancha de humedad—, bueno, ahí tenemos un buen punto de partida. El miedo está en lo conocido, en el día a día, sino miren los informativos y díganme si no es así. Si pensamos en crear un monstruo, un mundo, nuevas reglas y recién ahí, maltratamos algunos personajes, lo más seguro es que la cosa quede a medio hacer. No digo que no se pueda realizar, pero, a mi parecer, las mejores sensaciones que podemos transmitirle a los lectores es la que compartimos con ellos. Los miedos pueden variar en cada persona, pero siempre es más factible empatizar con cosas coti42

dónde salió y varios datos más, se nos va a hacer más fácil jugar con él para sorprender al lector, el cimbronazo va a ser certero. Un ejemplo fácil es: te cuentan algo que le pasó al hijo del vecino y a vos no te genera nada; ahora, te cuentan algo que le pasó a un amigo, que sabés por las que pasó o los problemas que tuvo de chico, o lo valioso que es como persona y… ¿ a vos cómo te llega eso? Es obvio que el sentimiento es distinto, bueno, acá pasa lo mismo. Hay que preparar el terreno para que las emociones del lector fluyan al igual que los párrafos del cuento. Personajes verdaderos Siguiendo un poco con el tema del punto anterior: hay límites en todos los géneros, y cuando hablamos de terror, esta delgada línea de encuadre se convierte en nuestra enemiga. En una novela los límites autoimpuestos son más generosos, en lo acotado del cuento no, hay que ser prácticos. Por ejemplo, si escribimos un cuento donde la sangre, la carne y el gore —que me encanta y si se aprende a usarlo correctamente pueden generarse muy buenas escenas— son el foco principal, el personaje queda de lado, pero lo peor de todo es que el lector,