Dos es compañia

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DOS ES COMPAÑÍA tocara con modales de actriz porno. A mí me sorprende mi éxito, le digo, y le susurro palabras al oído. –¿Tuviste celos? –¿Tú qué crees? Me daban vértigos. –Pero... –... –¿No te excitó verme con otro? –No, francamente espantoso. Mejor si puedo evitarlo el resto de mi vida. Yo le diré lo de siempre: verlo con otra me excita tanto como me duele. Sin querer nos comportamos como unos swingers: nos han estimulado extramaritalmente y procedemos a consumar el sexo conyugalmente. Entramos en receso. Nos damos una ducha fría y volvemos a salir. En la sala conocemos a una pareja muy simpática. J me dice que la mujer le recuerda a su profesora de matemáticas. Tiene gafas y unas tetas enormes. Me parece una bonita fantasía hacerlo con tu profe de mate. Ya dije que no soy celosa, pero su marido se parece al Hombre Galleta. Los cuatro nos hemos sumergido en el jacuzzi. Tercera vacilación de la noche: hacerlo con la primera pareja que te dirige la palabra. Estamos ante un caso muy común dentro de este mundillo: uno de los miembros de una pareja (J) se interesa por un in-

Caso típico: uno de los miembros de la pareja (J) se interesa por un integrante de otra pareja (profesora de matemáticas con tetas), mientras el otro elemento (yo) sigue pensando en que mejor sería ir a buscar al calvo 44 LING

tegrante de la otra pareja (profesora de matemáticas con tetas), mientras el otro elemento (yo) sigue pensando en que mejor sería volver a encontrar al calvo y a la loca desorbitada y acabar lo empezado. En estos casos es mejor abandonar el plan: un club swinger podría convertirse en el Club de la Pelea. Ni lo sueñes, le digo a J cuando al fin nos quedamos solos. La pareja se ha ido al cuarto oscuro, seguro creyendo que iríamos tras ellos. No me gusta el Hombre Galleta, qué puedo hacer, aunque me decepciona no ser tan democrática como pensaba. Huimos de manera cobarde hacia la habitación de las orgías, un buen lugar para esconderse. Hay unos espejos frente a una cama y allí se distinguen varios cuerpos. En este punto sería muy complicado tratar de saber de quién es qué. El eufemismo pareja ya no tiene sentido. Son una gran entidad. Intentamos participar. Cuarta vacilación de la noche: quizá sea una fiesta privada a la que no estamos invitados. Una mujer a la que podríamos llamar la Yegua –poseedora de una gran energía erótica, según mi Kamasutra de bolsillo– está con dos tipos hermosos que la han puesto contra la pared. Hay un componente bestial en todo esto. La Yegua grita. Nosotros somos mudos observadores de las maravillas de la naturaleza.


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