MOSCAS VOLANTES
Para BelĂŠn
No me imagino de quĂŠ herramientas me valdrĂa para hacerte sentir el aroma de una rosa o el sabor del chocolate.
Segundo grado a cargo de la Señorita Ana María. A la niña le es asignado un banco en la segunda fila. En la primera semana de iniciadas las clases la señorita envía una nota de llamado de atención a sus padres. En casa, incrédulos, el papá practica una prueba piloto: sentados a la mesa del comedor el padre abre un libro y le pide a su hija que lea, la mamá sentada a la misma distancia oficia de parámetro de medición. La niña pasa la prueba. No hay duda, la maestra está equivocada. En el consultorio del Dr. Byrnes las primeras pruebas son contundentes. La niña es miope. “Dr. Usted sin duda se equivoca, mi hija no puede tener miopía!”
Cuarto grado de la escuela primaria. La niña trata de hablar con sus compañeras sobre el tema de los microbios, que después de todo no son tan chicos como les cuenta la maestra. Ella los ve, son esas cositas negras con sombras luminosas que se mueven rápido y se pueden ver cuando se mira al cielo diáfano o la hoja en blanco. También esas especies de pelusas negras con sombras luminosas, que se agrupan de una manera u otra, se las ve flotar libremente, las sigue con la mirada, sin poder alcanzarlas “porque se escapan, porque no quieren ser cazados, esos son familias de microbios, que se juntan”.
Imaginá una enorme burbuja, plana. Imaginá una enorme raya, sin cola. Ahora imaginá una burbuja en forma de raya, esta burbuja no nada, porque no es de las que se mueven en el agua, aunque sí lo hagan las rayas. O mejor imaginá una raya transparente como una burbuja, y sin cola, porque las burbujas son transparentes y no tienen cola. Le tenemos que dar un nombre, llamémosla rabuja o mejor Buraya: burbuja en forma de raya. Ahora que la tenemos ahí delante y está claro que es una Buraya la vemos moverse en el cielo. Pasa cerca, o no tanto, es decir está un poco más alta que la copa de los arboles grandes. Pasa cerca, pero no tanto como para extender el brazo y tocarla. Pasa lejos, pero no tanto como para poder verla, burbuja transparente en cielo nocturno. Pasa lejos, lo suficiente como para no temer. La veo desplazarse no como lo haría una burbuja, sino como lo haría una raya en el fondo del mar, así como la hemos visto en los documentales de la NatGeo. Pero esta burbuja, que es plana como una raya sin cola, en lugar de flotar a la deriva, se desplaza en el cielo en una dirección determinada, a cierta velocidad. Va rápido, pero no tanto. La velocidad que lleva nos permite descubrirla transparente en el cielo nocturno y seguir su trayectoria. Va despacio, pero no tanto, la velocidad necesaria para avanzar por el cielo y no perder altura. Y el tamaño? Es tan grande como… treinta metros de envergadura, o tres cientos, no puedo precisar su dimensión. Es traslucida, transparente, brilla como una burbuja, en sus pliegues refleja una tenue luz cálida, etérea, va desplazándose por el cielo sin volar. Es grande, pasa cerca, es sigilosa, no hace ruido, tampoco emite olor. Creéme que la noche del 20 de enero de 2019 a las 23:43:37, mientras estaba en mi terraza esperando ver el eclipse ví pasar una Buraya.
La vida me atraviesa. Soy el río que nace de una fuente de agua clara y tranquila. Recorro el paisaje de la llanura bajo un cielo luminoso. Sigo mi curso sin pausa y sin prisas. No hay desbordes ni sequías. La vida me atraviesa. Me adentro en bosques oscuros. La muerte canta presente, no me detengo, el cauce me contiene y me guía. Sigo a la espera de rápidos y cascadas. tengo la certeza de que al final del recorrido, completaré mi viaje en un mar magnífico. Sin serlo, seguiré siendo aquel río, Infinito lleno de vida.
Este libro podría haberse llamado “Compendio de imágenes distorsionadas por afecciones oculares”. La miopía, las moscas volantes, el astigmatismo, la presbicia, las cataratas, los halos, destellos y flashes nocturnos me llevan a ver el mundo a mi manera. La fotografía me acerca a ese mundo inalcanzable para mí aún con anteojos, cirugías y lentes intraoculares. Lidia Otero
Gracias a Marite Malaspina por su guĂa.
Buenos Aires, Octubre de 2019 El papel elegido es Chambrill 120 y para la tapa Ilustraciรณn mate 300 laminado. Impreso en El Zรณcalo
Lidia Otero