Archipiélago patagónico la última frontera

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por ese tiemp0 25, bastaban para desalentar cualquier iniciativa, máxime si sobre una materia novedosa como era aquélla. Por esas y otras razones concurrentes no hubo entonces empresarios o gente común que quisieran invertir en esa clase de negocios. Pero las circunstancias parecieron darse de manera más propicia una vez que se interesaron en el asunto Doimo Cettineo y Emilio Swierczewski, ambos ingenieros de minas, quienes planearon desarrollar una explotación en forma. De partida, el primero compró a Ríspoli y a Enrique Bacigalupi, otro vecino de Punta Arenas, las pertenencias primeramente constituidas sobre la isla Cambridge. Con el objeto de poder demostrar la factibilidad de la iniciativa y las ventajas de la misma, organizaron una expedición de reconocimiento que tuvo lugar en setiembre de 1924. En el vapor Keel Row de la compañía Braun & Blanchard se embarcaron los profesionales nombrados, además de personeros de empresas interesadas, técnicos marmolistas y periodistas, y se realizó un viaje que fue calificado de exitoso por la prensa, considerando los propósitos tenidos en vista. Después de 36 horas de una navegación inmejorable, informó días después el diario La Unión, se llegaba a Cambridge, distante 300 millas de Punta Arenas, fondeando en una de las bahías, llamada Martín del Medio, sitio de aguas profundas, resguardado de todos los vientos. Ahí pudimos constatar cerros de masa compacta de mármoles de una altura de 300 a 400 metros. Imposible nos sería decir en cifras la cantidad enorme de yacimientos puros

que cubren desde la cima hasta la playa; cualquier cálculo que hiciéramos al respecto quedará siempre muy distante de la realidad. Se extrajeron algunas muestras de los enormes blocks que hay en la misma playa. Horas más tarde, el "Keel Row" fondeaba en el puerto de la isla distante sólo veinte minutos del anterior, al que por aclamación de los excursionistas se bautizó con el nombre de Puerto "Almirante Swett"26. Si fue espléndida la impresión que a todos nos produjera lo que habíamos visto en la primera bahía, el puerto ''Almirante Swett" nos causó una admiración difícil de describir. Aguas profundas y perfectamente limpias y tranquilas, donde pueden entrar los vapores de cualquier calado; bahía espaciosa y resguardada por los cerros y la isla Ploma, de todos los vientos y de un clima por demás benigno, con un pequeño dique y malecones naturales 26 En homenaje al contra-almirante Arturo E. Swell que por entonces se desempeñaba como comandante en jefe del Apostadero Naval de Magallanes.

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