Divina comedia

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http://www.librear.com Pero la usura tanto no se alza contra el placer de Dios, cuanto aquel fruto que hace tan loco el pecho de los monjes;

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que aquello que la Iglesia guarda, todo es de la gente que por Dios lo pierde; no de parientes ni otros más indignos.

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Es tan blanda la carne en los mortales, que allá abajo no basta un buen principio para que den bellotas las encinas.

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Sin el oro y la plata empezó Pedro, y con ayunos yo y con oraciones, y su orden Francisco humildemente;

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y si el principio ves de cada uno, y miras luego el sitio al que han llegado, podrás ver que del blanco han hecho negro.

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En verdad el Jordán retrocediendo, más fue, y el mar huyendo, al Dios mandarlo, admirable de ver, que aquí el remedio.»

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Así me dijo, y luego fue a reunirse con su grupo, y el grupo se juntó; después, como un turbión, voló hacia arriba.

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Mi dulce dama me impulsó tras ellos por la escalera sólo con un gesto, venciendo su virtud a mi natura;

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y nunca aquí donde se baja y sube por medios naturales, hubo un vuelo tan raudo que a mis alas se igualase.

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Así vuelva, lector, a aquel devoto triunfo por el cual lloro con frecuencia mis pecados y el pecho me golpeo,

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puesto y quitado en tanto tú no habrías del fuego el dedo, en cuanto vi aquel signo que al Toro sigue y dentro de él estuve.

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Oh gloriosas estrellas, luz preñada de gran poder, al cual yo reconozco


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