Revista Kerygma, vol 2, no. 1 (2012)

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Kerygma, volumen 2, número 1, 2012

y dirigentes. Éstos “eran responsables principalmente de preparar a la congregación para el servicio productivo y para dar testimonio ante la gente con quien se relacionaban”.1 Carlos Martín puntualiza esto como una forma efectiva de retener miembros en la iglesia: el adiestramiento para que trabajen a favor de otros.2 El rol del pastor en el Nuevo Testamento consistía en la educación de los miembros y el establecimiento de células para atender la iglesia local. Dice Russell Burril que sólo cuando esto se aplique a la iglesia actual, estaremos recobrando el modelo de la iglesia del Nuevo Testamento.3 Un testimonio es la experiencia de Juan Wesley. En 1739, a pesar de que muchas congregaciones no tenían un edificio para adorar, Juan Wesley inició un programa para discipular a sus convertidos. Con muchas limitaciones y escasez de materiales formó un ejército de predicadores laicos y de cristianos fervorosos Rex D. Edwards, Cada creyente, un ministro (Silver Spring: Asociación Ministerial, Asociación General de la Iglesia Adventista, 1999), 8.

Praxis

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que se convirtieron en la fuerza moral más grande de su tiempo. Como resultado de este trabajo las iglesias cristianas revivieron.4 Melvin Steinborn, basado en el Nuevo Testamento, dice que existen tres equipadores disponibles para la iglesia. Los pastores-maestros con la tarea de “perfeccionar a los santos para la edificación del cuerpo de Cristo” (Ef. 11:12). El Espíritu Santo proporciona el poder (Hch. 1:8). 3) y guía a toda verdad (Jn. 16:13). Las Escrituras para “instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Ti. 2:16-17). 5 La iglesia fue establecida para preparar a los santos para la obra del ministerio (Ef. 4:12). Los pastores tienen esta responsabilidad: “preparar y adiestrar a las tropas para la batalla que pelean”.6 Luego que los miembros son instruidos para el evangelismo, deben ser enviados a trabajar. Rick Warren ha descubierto que “la salud o la fuerza de una iglesia se mide por la cantidad de personas que envía y no por la canti G. William Schweer, La evangelización personal para hoy (El Paso, TX.: Casa Bautista de Publicaciones, 1992), 250.

Carlos Martín, Cómo trastornar al mundo (trad. Rolando A. Itin; Buenos Aires: Casa Editora Sudamericana, 2000), 138.

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Russell C. Burrill, Recovering an Adventist Approach to the Life and Mission of the Local Church (Fallbrook: Hart Research Center, 1998), 254.

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Melvin J. Steinbron, Can the Pastor Do It Alone? A Model for Preparing Lay People for Lay Pastoring (Ventura: Regal, 1987), 93, 94. Edwards, Cada creyente, un ministro,14.

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