ANTOLOGIA

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ANTOLOGIA

Guillermo Lopetegui

compañías circunstanciales, de las conversaciones engañosamente filosóficas acerca de los vericuetos de la vida, pero donde cierta voz muy lejana, muy dentro de ella misma, le hablaba de que lo único que se rondaba era el borde de un abismo que se podía llamar internación, encarcelamiento, tumba. Pero acababa por no querer o no saber a veces escuchar esa voz, en el continuo alzar de las copas que entrechocaban quienes se daban cita en las barras, en los mostradores, hasta que al otro día, desde un lugar sólo ubicable por su propia soledad, oprimía las teclas del celular y llamaba a la casa, sabiendo que a esa hora el marido se hallaba ausente pero la niñera estaría inquieta y el niño balbuciendo por su madre, hasta que conforme llegó a la adolescencia fue preguntando cada vez menos y para los veinte años le interesó más hablar con la novia; la misma novia que increíblemente se había convertido en una compañía mucho más estable que la de la madre, quien un buen día resolvió no molestar más e intentó con algunos tubos de barbitúricos lo que no pasó de quedar en un gran susto para todos, si bien al otro día aceptó la internación en una clínica por orden de ese psiquiatra que tiempo antes una amiga le había aconsejado que viera y que prácticamente fue la única visita que recibió a lo largo de esos veinte días que permaneció casi ensimismada en sus propios pensamientos y sólo abierta en parte a los otros residentes que fue conociendo durante su internación y completamente entregada a ese facultativo, ese psiquiatra, esa energía que cada día que pasaba parecía entrar más en ella y la llevaba poco a poco a abrirse completa y definitivamente a ese hombre al que le fue confiando sus secretos más íntimos -a veces desconocidos para ella misma-, sus sueños, alegrías, frustraciones, claridades y misterios, hasta que un día la relación psiquiatra-paciente franqueó lo puramente médico y en un principio -reconociendo que ninguno de los dos abandonaría sus respectivas situaciones conyugales- optaron por hallar la satisfacción de las caricias, los besos, los abrazos, las penetraciones que el psiquiatra, con la anuencia de la paciente, definió con el neologismo de “infradiafragmático”, ya que lo supra hubiera importado otro tipo de entrega, como esa que ahora sí llevaba a esa masculinidad enamorada a querer dejarlo todo atrás para recomenzar, aunque con esa mujer que permanecía a su lado y que de vez en cuando se volvía con todo un lado del cuerpo al hombre y lo miraba, movida por la ternura o la interrogante, cuando en la mente de él todavía rondaba la expresión “psiquiatra y caso clínico”, al tiempo que la voz de ella le llegaba reverberante, pretendidamente tranquilizadora y con cierto toque de humor. -Yo sigo tomando la medicación que usted me manda, doctor –habló, con falsa sumisión en el rostro brevemente serio e inmediatamente después pasó un índice a lo largo de la frente, la nariz, los labios y se detuvo en el mentón de ese hombre al que le había llegado el turno de colocarse boca arriba y mirar el cielo raso de donde colgaba el ventilador de aletas blancas que giraba en la velocidad más lenta. El recordaba que como psiquiatra la había recibido en su consultorio y a la tercera sesión ella, resuelta, alargó una mano, tomó un retrato y observó los cuatro rostros femeninos y sonrientes que parecían saludar al padre, al marido, al médico, muy acomodadas las cuatro mujeres en un sofá largo: la mayor sentada al medio y flanqueada por dos jovencitas y una tercera que, a horcajadas en uno de los posabrazos, se estiraba de costado hacia el centro de la foto apoyando una mano en el respaldo del sofá para entrar ella también en el encuadre. “Cuatro mujeres” observó la paciente. “Cuatro mujeres” repitió el psiquiatra, que fue como que el hombre se lo repitiera a sí mismo para recordar y confirmar cuáles eran las características de su realidad como marido y padre. Después, ante otra pregunta de la paciente, apoyó un índice contra el vidrio del retrato y lo fue desplazando a una expresión femenina y sonriente, y a otra:

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