Biografia Alvaro Uribe

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tragedia sea cierto. “Mi padre - le dijo Uribe a El Tiempo el 14 de junio de 1993 - se convirtió en otra víctima de los bandoleros de las FARC, que han condenado a muerte a los hombres del campo”. Y acto seguido fustigó la amnistía concedida por el gobierno de Belisario Betancur a los alzados en armas: “El asesinato de mi padre... es uno de los diarios hechos que están ocurriendo en un país que ha amnistiado a los bandoleros pero ha permitido que estos condenen a muerte a los hombres de trabajo”. Juez y parte. En un eventual gobierno suyo no se buscará justicia sino venganza. Hay algo extraño en el comportamiento de Uribe. ¿Un dejo inestable? ¿Una profunda inseguridad? No sabría decirlo. Más que un político es un iluminado. Pero no un iluminado a la manera del santón de La guerra del fin del mundo, un iluminado a la manera de Trujillo. Por encima de sus educadas maneras de Harvard quedan restos de sus arbitrariedades de hacendado. En esa persistencia hacia la ruana, el carriel y la arepa, algo hay de uniformes, de charreteras y condecoraciones. No es un demócrata, eso es evidente. Es un individuo que se convence fácilmente de su verdad, mejor, de la mentira que él convierte en su verdad, y que entiende a los demás como los seres que vinieron al mundo para aceptarla. No argumenta con facilidad, su discurso es reiterativo y pobre, se apega demasiado al libreto. Su libreto es el de alguien enérgico pero a la vez comprensivo, a quien se puede examinar con lupa. Un buen padre de familia que no se separa de sus hijos cuando llega a los cincuenta años, que no se casa nuevamente, que no se embarca en tener a una niñita. Todo eso es ridículo. En el fondo de la admiración que siente por su padre hay mucho de fastidio. Era parrandero, era fachendoso, era mujeriego, era hablador... un auténtico “pico de oro”. Él no, él tiene que ser distinto, sano, discreto, fiel, eficaz, preciso. Estudia intensamente pero no por el placer de estudiar sino por el hecho de ser alternativa. (Entre otras cosas, de esos estudios que le atribuyen sus amigos poco queda y queda nada). Hace yoga, ¡qué tal que no lo hiciera! Es un pequeño tirano. No le gusta que le lleven la contraria, porque la oposición lo desconcierta. Sus respuestas son lentas, poco imaginativas. Tiene una voz pausada pero tensa. Una mirada apacible, que en un segundo podría convertir en un incendio. Si tuviera un gato le acariciaría el lomo con ira contenida

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