consenso de la fuerza laboral existente, la incorporación activa y protagónica de las comunidades y el Estado como impulsor de este proceso. Todo esto debe darse en un marco de transición, donde se procuren relaciones de convivencia con empresas privadas aun atadas a la lógica del capital vigente, teniendo como condición indispensable, la formación permanente, la ética y el compromiso para impulsar los cambios, es decir lograr que estas empresas sean socialmente responsables.