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Al sur de Venezuela, en medio de una naturaleza detenida en la edad de las aguas, quedĂł grabada la huella antigua de los primeros hombres que habitaron estos territorios. Sus signos, respetados por el paso del tiempo, ese animal que todo lo devora, conservan la historia de hombres y mujeres que compartĂan con los dioses, los territorios del dĂa y de la noche.
Los grabados sobre piedra que hoy llamamos petroglifos, los antiguos tamanaco los denominaron tepumereme, "piedras pintadas". Estos dan testimonio de la presencia de los hĂŠroes culturales sobre la tierra y constituyen un territorio sagrado. Centro del mundo, cuyas puertas, secretas para los no iniciados, enlazan los caminos de la tierra, cielo e inframundo.
Ca帽贸n de Necuima
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Los petroglifos del Guri, son un conjunto de peñascos grabados, que se encontraban originalmente en el lecho del río Caroní. Estos debieron ser rescatados de su lugar original, un tramo del río, conocido como el caño Necuima, con motivo de la construcción del embalse hidroeléctrico destinado a alimentar las instalaciones de la Represa del Guri.
Operaci贸n rescate
A partir de 1968, la Corporación Venezolana de Guayana y la Electrificadora del Caroní, iniciaron su rescate, operación que incluyó el salvamento de numerosas especies de fauna regional. Esta tarea contó con la valiosa participación de indígenas del pueblo ye’kuana. Esto incluyó la formulación de un proyecto de gran envergadura, llamado operación Orinoco, el cual desarrolló investigación arqueológica, no solo de los petroglifos del Guri, sino también de los más importantes yacimientos del medio y bajo Orinoco.
El relevo de los petroglifos del Guri precisĂł del empleo de tecnologĂa y equipos, para movilizar las inmensas moles, cuyo peso oscila entre 500 kilogramos y 4 toneladas. Algunas de las piedras fueron perforadas, para dar paso a las guayas con las que fueron levantadas de su lugar original mediante el uso de cordones explosivo. Otras, por estar firmemente enclavadas en el lecho del rĂo, fueron dejadas en su sitio.
Origen de las formas iniciales
La actividad de grabar sobre las rocas, pudo iniciarse en nuestro territorio en tiempos muy tempranos, sin embargo, la antigüedad de los petroglifos del Guri sigue siendo un enigma para los especialistas y quizás este sea uno de los problemas más frecuentes de su interpretación. Hasta el momento, no se ha podido arribar a resultados concluyentes sobre la polémica gira en torno a quienes los realizaron, si -arahuacos o caribes,- sin embargo, aunque una de las dos propuestas fuera confirmada, la cronología de estos grupos originarios está muy lejos de ser establecida.
Por lo pronto, sabemos que las manifestaciones rupestres (grabados y pinturas hechos sobre rocas), comenzaron a desarrollarse en Brasil hace ya unos 36.000 años. Esta práctica debió continuar su expansión hacia las costas caribeñas; pues, durante miles de años, estos pueblos se desplazaron a lo largo de la cuenca fluvial amazónica; portando consigo sus formas culturales, las cuales estaban íntimamente articuladas con sus mitos, entorno natural y actividades vitales y existenciales.
TĂŠcnicas de manufactura
La técnica fundamental de ejecución de los petroglifos del Guri es el grabado en bajo relieve, ejecutado mediante la percusión y frotación de la superficie, con piedras abrasivas hasta formar surcos de cierta profundidad. Como ha señalado Sujo (1975), entre los instrumentos utilizados para su ejecución se encuentran los cinceles y martillos líticos, siendo el método abrasivo un complemento de las técnicas de percusión.
Es posible que los petroglifos fueran coloreados, como observó J.M. Cruxent, durante la expedición a las fuentes del Orinoco, entre 1950 y 1951, quien encontró vestigios de pintura roja, perfectamente conservada, rellenando los surcos de un grabado. Según el autor, el pigmento colorante fue producido con la mezcla de caraña (Protium carana), una resina vegetal usada como fijador del color y onoto (bixa orellana). El petroglifo observado por Cruxent se encontraba horizontalmente derribado, con la cara grabada sobre el suelo y fuera del alcance de los factores atmosféricos, lo que hizo posible su conservación.
Los gemelos del Guri y su mitologĂa
Penetrar el significado original de las manifestaciones rupestres es una tarea difícil y quizás, la mejor forma de entrar en la especulación. Si aceptamos que en las sociedades indígenas existieron un conjunto de creencias básicas, que se representaron formalmente en los signos grabados o pintados. Felipe Salvador Gilij, quien escuchó el mito directamente del cacique Yucumare dice en su crónica:
"En tiempos antiguos se sumergió en el agua toda la tierra, los ancianos que vivían en el río Cuchivero, se vieron obligados a ir en canoas para librarse de la inundación, viniendo las olas del mar a estrellarse contra las rocas de La Encaramada. Amalivaca, creador de los tamanaco, llegó en una barca, era el tiempo de la inundación en la que se ahogaron todos, menos un hombre y una mujer, que quedaron en lo alto del Monte Tamanaco, no lejos del río Cuchivero. Estos arrojaron tras sí, por encima de sus cabezas, huesos del fruto del moriche, y de ellos vieron nacer hombres y mujeres que poblaron la tierra. Viajando en barca talló Amalivaca las figuras de la luna y el sol de Tepumereme”, la gran casa de piedra. De acuerdo con el mito, Amalivaca dió forma a toda la región del Orinoco, ayudado por su hermano gemelo Vochi o Woki.
La vĂa de los signos
Hemos visto como acceder al lenguaje de los signos mágicos, implica también un proceso de iniciación. La riqueza de su sentido, oculta a los ojos profanos, pareciera revelarse, en un más allá de las formas concretas.
Podemos enumerar los signos, describirlos, dibujarlos, calcarlos o fotografiarlos, hasta el cansancio, pero encontrar sus conexiones pofundas, sin perdernos en la exuberancia de un bosque de signos, implica entrar en un territorio sagrado.
Por lo pronto, disfrutemos la vía de los signos antiguos, ellos fueron hechos para mirar y manejar el mundo, dejemos que vivan en nuestro cuerpo, como árboles, ríos y montañas, sabiendo calladamente que, nada borrará de la memoria, la huella que Amalivaca, El Creador, padre de todas las gentes, grabó como señal de su paso por la tierra, en la edad de las aguas....
Libro de carรกcter educativo sin fines comerciales. Textos: Lelia Delgado Fotos: Lelia Delgado Caracas- Venezuela . Julio 2014