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lo que aliviará el estrés que le pueda producir la separación. Para el pequeño, el entorno de juego en el que reproduce sus temores y preocupaciones es seguro, un lugar donde sabe que controla todo lo que puede suceder: por eso juega a aquello que teme. Muchos padres se sorprenden cuando ven a sus hijos jugando a la misma situación que los despertó en mitad de la noche con gritos, pero no deben preocuparse, ya que es la
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forma en la que ellos liberan sus frustraciones. Cuando aparece el juego simbólico, suele ser practicado de forma individual por el niño; pero a medida que avanza en edad, comienza a jugar con otros, lo que implica aprender a respetar las normas de cada escenario compartido. Estas normas determinan cómo debe comportarse un personaje en el juego, o las características de una acción que todos deben desempeñar para lograr un objetivo común. Cuando el niño juega en grupo, puede ocurrir que se le olvide el papel
o rol, es entonces cuando sus compañeros le recordarán qué debe hacer y las normas a seguir. Con ello, los niños también desarrollan la conducta pro social de ayudar al otro y preocuparse por sus necesidades. El juego simbólico es de vital importancia en el desarrollo in fantil y debemos preocuparnos si no aparece, pues en tal caso el niño pudiera presentar algún trastorno y sería necesaria la intervención de un profesional para que trabaje con él y le dote de estrategias para flexibilizar su forma de pensar y desarrollar su imaginación.