Cuando San Pedro Viajó en tren

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Lectura Fácil


Bodoc, Liliana Cuando San Pedro viajó en tren : en lectura fácil / Liliana Bodoc ; adaptado por Cecilia Cortese ... [et al.] ; ilustrado por Pablo Rosso. - 1a ed ilustrada. Guaymallén : Qellqasqa ; Mendoza : Tayesnén accesibilidad, 2021. 16 p. : il. ; 30 x 21 cm. - (Lectura Fácil ; 1) ISBN 978-987-4026-55-2 1. Narrativa Infantil y Juvenil Argentina. 2. Ciudad Pequeña. 3. Ferrocarriles. I. Cecilia Cortese, adapt. II. Pablo Rosso, ilus. III. Título. CDD A863.9282

Cuando San Pedro viajó en tren Cuento de

Liliana Bodoc adaptado a Lectura Fácil

© Liliana Bodoc Esta adaptación cumple con las Directrices de la IFLA (International Federation of Library Associations and Institutions), para la elaboración de materiales en Lectura fácil. Adaptado en Tayesnén accesibilidad por: Cecilia Cortese, Carolina Gómez, María Eugenia Sicilia y Estela Suris Validación Técnica: Carlos Gutierrez Validación de uso: Maximiliano Fagale y alumnos de Escuela N°2-033 “Fidela Maldonado de Cano”: Alejandro Asevedo, Rocío Daste, Guadalupe Lucero, Martina Saboca, Tamara Torres, Lautaro Zalazar. Adaptación de la obra original autorizada por: Antonio Bodoc, Galileo Bodoc y SM Educación S.A. Obra original: www.smliteratura.com.ar/cuando-san-pedro-viajo-en-tren Ilustrado por: Pablo Rosso www.instagram.com/pablorosso_ok Diseño: Ozono Primera edición, primera reimpresión de 50 ejemplares: Qellqasqa / Tayesnén – Octubre de 2021 ISBN: 978–987–4026–55–2 Coedición realizada con el apoyo de: Editorial Qellqasqa, Biblioteca Popular de Chacras de Coria y Asociación Valor Tres.

Derechos de la adaptación: Tayesnén Accesibilidad www.tayesnen.org Derechos de la edición: Qellqasqa editorial www.qellqasqa.com.ar EDICIÓN SIN FIN DE LUCRO, realizada para facilitar el acceso a la lectura. El producto de la venta de este ejemplar será utilizado para la impresión de nuevos ejemplares.

Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723 LIBRO DE EDICIÓN ARGENTINA Proyecto declarado de interés cultural y artístico por el Honorable Concejo deliberante del Municipio de Godoy Cruz, Provincia de Mendoza, República Argentina.



Todo estaba listo para que el tren empezara el largo viaje. Parecía que las vías respiraban hondo como cuando uno toma aire para empezar a correr. La locomotora hizo un soplido como un caballo de carrera que quiere ganarle al viento. La locomotora es la máquina que mueve el tren. El maquinista se acomodó la gorra. Algunos pasajeros sonrieron. Pero otros estaban tristes y escondían sus lágrimas detrás de las manos que saludaban. Los pasajeros decían adiós, hasta pronto, no te olvides de mí, volveré cuando el trigo madure. El silbato del tren también hizo su sonido. Y el tren partió. Nicanor tenía 9 años y ese era su primer viaje. Ofelia, su mamá, tenía ojos oscuros y un vestido con flores celestes. Ese también era su primer viaje. Ofelia y Nicanor se iban del pueblo donde nacieron, Ofelia, claro está, nació antes que su hijo. Ofelia nació y creció. Cuando ya era una hermosa joven de ojos oscuros, se enamoró. Casi todo el pueblo fue a su casamiento. Todos bailaron hasta el amanecer en aquella fiesta. Y parecía que el amanecer se demoraba en llegar para que siguiera el baile. Después nació Nicanor. Y la vida continuó en el pequeño pueblo. El pueblo se llamaba San Pedro. Un lugar chico y grande al mismo tiempo. Pocas casas y muchos árboles. Pocas calles y muchos arroyos. Pocos autos y muchos, pero muchos pájaros.



Cuando Nicanor estaba por cumplir 9 años, el pueblo de San Pedro cumplía 110 años. San Pedro peleaba desde hacía mucho contra la ciudad que crecía y ocupaba sus tierras con nuevos edificios y calles. La ciudad tenía como unos grandes dientes que le comían al pueblo pedazos de tierra con flores. Hasta que los hombres y las mujeres de San Pedro se cansaron de pelear contra la gran ciudad y tuvieron que buscar trabajo en otros lugares. Eso hizo el papá de Nicanor, el esposo de Ofelia. Era joven y fuerte y se fue a la ciudad. Encontró trabajo muy pronto y quiso estar con Ofelia y Nicanor. Por eso tomaron el tren que se iba de San Pedro.



Ofelia llevaba una canasta con comida para el viaje. Abrió la canasta y dijo: —Vamos a comer y dormir porque el viaje es largo. Nicanor entendió lo que su mamá quería decir: —Vamos a comer y dormir porque el viaje es triste. Dicho en otras palabras, no debemos llorar por dejar nuestro pueblo.


Nicanor durmió un rato. Cuando abrió los ojos, ya era de noche. Miró por su ventana y vio el cielo, que parecía correr con el tren. Nicanor miró a la derecha y vio a su mamá dormida. Tenía las manos cruzadas y apoyadas sobre el vestido con flores celestes. Luego, miró a la izquierda y vio a un señor sentado al otro lado del pasillo. El señor también dormía. Nicanor se arrodilló sobre su asiento para mirar hacia atrás y vio que todos los pasajeros estaban dormidos. ¿Estarán todos tristes por dejar San Pedro? Recordó que su mamá dijo que no debían llorar y se levantó de su asiento muy despacito, sin hacer ruido para no despertarla. Ella todavía dormía. La saludó y caminó hacia la locomotora. La locomotora va adelante del tren. Entonces, Nicanor pensó que la locomotora es el lugar que está más lejos de San Pedro. Nicanor tenía 9 años y nunca antes viajó en tren. Caminó bien agarrado de los asientos mientras avanzaba hacia la locomotora. Miraba a los pasajeros, todos dormían. Algunos dormían apretados como un ovillo de lana y otros desparramados. Algunos pasajeros apoyaban la cabeza en el hombro de la persona de al lado. Y otros dormían con sus bolsos apretados contra el pecho. Un pasajero abrió un ojo cuando Nicanor pasó cerca. Vio que no había peligro y se volvió a dormir.


Nicanor caminaba con pasos tambaleantes porque el piso se movía. El tren hacía mucho ruido, como miles de ollas y sartenes al caer. Nicanor abrió con fuerza la puerta y pasó al lugar donde los vagones se enganchan. El piso allí se mueve mucho pero el paisaje se ve más hermoso. Nicanor avanzó más. En el otro vagón dormía un equipo de fútbol entero con jugadores, el director técnico y hasta algunos hinchas. Todos tenían puesta la camiseta del club. Se notaba que no era un equipo de fútbol importante. ¡Ni nada parecido! Los jugadores y sus camisetas parecían los muñecos de un viejo metegol despintado por el sol de muchos veranos. Ninguno escuchó pasar a Nicanor. Seguro soñaban con ganar una copa de oro que tenga grabado el nombre del club, sus nombres y los nombres de sus novias también. Nicanor caminó por todo el vagón. De nuevo abrió la puerta con esfuerzo y de nuevo pasó por el lugar donde el tren se une y se separa. En el vagón siguiente había muy pocos pasajeros. Le llamó la atención una anciana que estaba tan despierta como si fueran las 5 de la tarde.


Al principio, parecía que la anciana iba a preguntarle a Nicanor adónde iba. Pero ella solo le sonrió. Nicanor le dijo “chau”. Y siguió hacia adelante. El tren también avanzaba, cada vez estaba más lejos de San Pedro. Al final, Nicanor llegó a la locomotora, un lugar prohibido para los pasajeros. Un lugar que parece que grita ¡Fuera! ¡No pasar! ¡Pare o le pongo una multa! El guarda es el señor que pide los boletos en el tren. Cuando vio a Nicanor en la locomotora se levantó de su asiento con cara de ¡Fuera! ¡No pasar! ¡Pare o le pongo una multa!


El guarda preguntó: —¿Qué haces aquí muchacho? —Viajo en tren —respondió Nicanor. Como el guarda no sabía si reír o enojarse, decidió esperar un poco y le dijo: —¡Ya sé! ¡Todos estamos viajando en tren! Luego, el guarda se acomodó la chaqueta. —Te pregunté por qué estás aquí, en la locomotora. Nicanor le respondió: —Porque mi madre, que se llama Ofelia, me dijo que no teníamos que llorar. El guarda pensó que tal vez no debía reír ni enojarse. —A ver… explícame mejor. Nicanor pensó que antes de contestar, también tenía que acomodarse la ropa. Estiró su remera rayada y habló: —San Pedro queda para allá —señaló hacia el final del tren. Y nosotros nos vamos para el otro lado —señaló hacia adelante. Nicanor agregó: —Mi mamá está triste, por eso quiso dormir rápido porque cuando uno duerme no puede llorar. Y como yo no podía dormir, me puse a caminar por los vagones. ¡Ah…! ¡Ah…! ¡Ah…! El guarda empezó a entender todo. —Con razón el tren pesa demasiado y avanza lento —dijo. Y agregó: —Las personas como tú y tu madre, son personas que llevan… ¿Sabes qué llevan? ¡Llevan los recuerdos de su pueblo como equipaje!


El guarda continuó: —Y aunque el tren es fuerte, no puede cargar con un río, campos, amaneceres enteros, un sol y un cielo. Porque las personas como ustedes que aman el lugar donde nacieron viajan hasta con el cielo de su pueblo. Y eso, querido niño, es muy pesado. Nicanor supo que el guarda tenía razón y pensó que debía pedirle disculpas por llevar tantos recuerdos en un tren. Pero antes de poder abrir la boca, el guarda continuó hablando. —No te preocupes, porque las personas como ustedes que aman el lugar donde nacieron vuelven de visita. Al principio vienen muy seguido y después, cada vez menos. Y puedes estar seguro que en cada viaje llevan menos recuerdos con ellos. Un día se olvidan el río. Al viaje siguiente ya no quieren cargar los campos. Luego dejan el amanecer. Y así, un buen día, solo llevan algo de ropa en sus valijas.


Nicanor supo que ahora el guarda se equivocaba, porque él nunca olvidaría a su pueblo. Los trenes y los años pasaron. Pasaron 5, 10, 20, 50 años... Ahora Nicanor es un hombre mayor, es abuelo y viaja con su nieto como pasajeros del tren. Todo estaba listo para que el tren empezara el largo viaje. Parecía que las vías respiraban hondo como cuando uno toma aire para empezar a correr. La locomotora hizo un soplido como un caballo de carrera que quiere ganarle al viento. El maquinista se acomodó la gorra. Algunos pasajeros sonrieron. Pero otros estaban tristes y escondían sus lágrimas detrás de las manos que saludaban. Los pasajeros decían adiós, hasta pronto, no te olvides de mí, volveré cuando el trigo madure. El silbato del tren también hizo su sonido. Y el tren partió. Nicanor y su nieto hicieron muchas veces el viaje de ida y vuelta entre San Pedro y la gran ciudad. Les gustaba hacerlo cada verano. Eso sí… Los guardas protestaban cuando Nicanor y su nieto subían. porque el tren se ponía pesado y lento. Es que Nicanor siempre llevó con él a su pueblo entero. Con ríos, campos, amaneceres. Con cielo y todo.



Lectura Fácil

ISBN: 978–987–4026–55–2

Cuento de Liliana Bodoc adaptado a Lectura Fácil Cuenta la historia de Nicanor y su mamá. Dejan el pueblo de San Pedro, donde nacieron, y se van a vivir a la gran ciudad. Mientras Nicanor viaja en el tren, piensa en su pueblo. ¿Podrá llevarlo en su equipaje?

Liliana Bodoc fue una escritora muy importante. Nació en Santa Fe, una provincia de Argentina. A los 5 años dejó la ciudad donde nació y se mudó a Mendoza con su familia por el trabajo de su papá. Escribió hermosos cuentos y novelas y recibió muchos premios.

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La Lectura Fácil es una forma sencilla de escribir para que más personas puedan leer y comprender los textos escritos. Leer nos permite aprender, informarnos, disfrutar y participar más en la sociedad.


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