Manual de Vitivinicultura orgánica

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MANUAL DE VITIVINICULTURA ORGÁNICA

Un componente fundamental es la biodiversidad funcional que incluye todos los componentes bióticos (lombrices, polinizadores, enemigos naturales, entre otros) de un agroecosistema, los cuales juegan funciones claves. Por lo tanto, fomentar la biodiversidad funcional dentro de un huerto ecológico es importante para brindar un respaldo biótico al sistema, permitiendo mayor sostenibilidad en el tiempo. Para fomentar la biodiversidad funcional es necesario planificar el diseño y manejo de la diversidad vegetal, incorporando elementos que estimulen la diversificación espacio-temporal, como corredores biológicos, cercos vivos y/o cortinas cortavientos, refugios artificiales y cultivos de cobertura, de manera de romper con el monocultivo y emular lo más posible un sistema natural, pero con orientación a la producción comercial. El diseño y manejo de un viñedo diversificado busca desarrollar y potenciar interacciones positivas dentro del predio orgánico, como por ejemplo sinergias entre flores silvestres en la cobertura y/o hierbas de bajo crecimiento, ubicadas en zonas improductivas dentro del predio, como bordes de acequias, caminos y cercos que proveen de polen y néctar a enemigos naturales, que necesitan de recursos florales para su longevidad y fecundidad. Un predio orgánico bien manejado, con abundante biodiversidad, presenta una combinación ideal de diferentes elementos ecológicos, objetivo que persigue la agricultura orgánica en todos los rubros productivos. En muchas partes de Chile, donde predomina la agricultura comercial de exportación, el uso intenso de agroquímicos, la tecnología mecánica, las variedades genéticamente homogéneas y la irrigación sobre áreas grandes, han hecho el paisaje relativamente homogéneo. En tales áreas, el paisaje agrícola está constituido mayormente por grandes áreas de producción agrícola de un cultivo único. La expansión de tales paisajes agrícolas desorganiza las áreas naturales y los ecosistemas naturales llegan a ser fragmentados e importantes enlaces ecológicos pueden ser desligados. La pérdida absoluta de áreas naturales generalmente causa que los parches naturales restantes sean cada vez más distantes unos de otros. Pero los parches remanentes, de ecosistemas naturales y semi-naturales, incluidos en el paisaje, pueden convertirse en un recurso para los agroecosistemas. Un área de hábitat no cultivada adyacente a un campo de cultivo, por ejemplo, puede albergar poblaciones de enemigos naturales, los cuales pueden mudarse al campo y parasitar o consumir a las poblaciones de plagas. Un corredor ribereño vegetado por especies de plantas nativas puede filtrar nutrientes disueltos provenientes de los campos cultivados, promover la presencia de especies benéficas y permitir el movimiento de especies animales nativas entre los componentes agrícolas del paisaje. De ahí la importancia de contar en los predios con parches que sirven de hábitat a diversos organismos y como fuente de biodiversidad, a los que se conectan corredores, estableciéndose así un complejo sistema de interrelaciones. En los sistemas de manejo convencional de vides viníferas, la homogeneización y monocultivo han provocado dilemas ecológicos, aumentando la vulnerabilidad a

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