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MAR CAMPOS SOUTO

b) Las aplicaciones infor m áticas no pueden concebir se com o entes inalter ables, sino que, al contr ar io, deben entender se com o or ganism os vivos, que se desar r ollan al tiem po que pr ogr esa el pr oyecto lexicogr áfico. De este m odo, com o nos m uestr an Pilar Salas Quesada y Abelar do Tor r es M or cillo en su tr abajo (con r especto, en par ticular, al desar r ollo de los m ódulos de etim ología y de fam ilia de palabr as en ARDIDEs, en el NDHE), las distintas secciones de la her r am ienta se van desar r ollando en la m edida en que las obser vaciones de los lexicógr afos (o de los infor m áticos) van tr azando nuevas vías de posible autom atización de las tar eas y, tam bién, en función de las posibilidades de la fuer za de pr ogr am ación, pues los r ecur sos siem pr e son lim itados. Esto exige, por tanto, una colabor ación per m anente (y ? al m enos eso es lo deseable? estable) entr e lexicógr afos e infor m áticos, así com o optar por una tecnología que gar antice una necesar ia flexibilidad y segur idad estr uctur al[4]. c) En la nueva lexicogr afía se deben integr ar aquellos elem entos que, pr eviam ente al sur gim iento de las disciplinas com putacionales, apar ecían com o elem entos r elacionados per o no integr ados; en par ticular, las fuentes docum entales no pueden ver se com o algo independiente o ajeno a la base de datos léxica que sustenta sus análisis en los datos contenidos en aquellas. De este m odo, la inter faz de consulta del CDH (a la que nos r efer ir em os en el apar tado 2 de este tr abajo) no constituye un fin en sí m ism o, sino que se ha diseñado con el objetivo de ofr ecer, de un m odo gr adual, una am plia gam a de consultas, pensando, en pr im er lugar, en las necesidades de los lexicógr afos (y en las de los filólogos o lingüistas en gener al). Por otr a par te, com o nos han m ostr ado Pilar Salas Quesada y Abelar do Tor r es M or cillo, la integr ación de los m ater iales en la her r am ienta de r edacción (integr ación que en la actualidad alcanza a las tr es capas de consulta del CDH) gar antiza la inter conexión entr e las fuentes docum entales y el estudio del léxico que en ellas se r egistr a (esto es, entr e el cor pus y el diccionar io), de tal m odo que no solo las bases docum entales alim entan el NDHE (sum inistr ándole su pr im er a canter a de ejem plos), sino que el NDHE contr ibuye a m ejor ar la calidad de los cor pus. Así, por ejem plo, com o ya expusim os en Cam pos Souto y Pascual (2012), los cor pus nos aler tan ante ?un dato aislado, pr im er izo, distante o aislado var ios siglos de los poster ior es? (p. 184), com o sucede en el caso de sable, r egistr ado en el CDH (en un texto pr ocedente del CORDE) en las Cartas de relación de H. Cor tés (m ucho antes, por consiguiente, que el pr im er testim onio r eal de la voz en español, de 1728, e incluso antes que su étim o fr ancés, sabre, atestiguado com o ar m a blanca en 1629), en un lectur a er r ónea de los editor es por dalle. _________________________________________________________ [4] La opción por constr uir las aplicaciones con un gestor de base de datos XM L nativa (Tamino) ha per m itido ir incor por ando los cam bios incluidos en las her r am ientas (der ivados de m odificaciones en la Planta o en el M anual de redacción del NDHE) con cier ta facilidad. Por lo que r especta a la segur idad estr uctur al, com o ya indicar on Salas Quesada y Tor r es M or cillo, se ha definido ?un esquem a XM L par a descr ibir la estr uctur a y


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