Poesía
DESPUÉS DE LA LLUVIA
Como si los labios no tocaran su sombra ha levantado el velo su telón de nubes. En sus ojos un sabor a estío que pinta el cielo y perfuma el verde. La noche tiende su delgado cordel y danza, suspendida y redonda una enorme naranja. Caprichosa la espuma con sus hilos juega sobre el lomo estrecho de la orilla y en sus sienes, la arena, con el viento. Infinita de redes, la mañana, encuentra la morada en su barca. El silencio vierte su rocío. Acuña su sortija y desovilla palabras del camino, breves y espiraladas, como volutas de carmín o de humo, de miel o desengaño. De lunas y caireles, de ámbares espejos, trasnochados. Un lejano salitre arrulla la distancia. En su collar de agua, un acorde, olvidado a la orilla del tiempo, efímero, evocará su canto.
CRISTINA QUINTANA LOUDET mcrisql@hotmail.com La Avispa 53
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